Los malos hábitos en las parejas son contagiosos

Un estudio afirma que en las parejas se contagian las malas costumbres. ¿Cuáles son las que más se contagian?


Según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de
Cincinnati, (Estados Unidos), los malos hábitos se contagian entre miembros de
una pareja. El informe ha sido dirigido por la socióloga Corinne Reczek.

 Las
conclusiones de la investigación han sorprendido a todos ya que lo que se creía
hasta el momento se ha desmoronado. Según los datos arrojados, las malas
costumbres no se disipan cuando se comparte una vida sino que se acentúan y
aumentan.


Características del
estudio sobre los malos hábitos


Se encuestaron a 122 personas que vivían o habían convivido más de ocho años. 31
parejas eran heterosexuales que convivían o estaban casadas, 15 eran parejas
homosexuales y otras 15 eran lesbianas.


El 83 por ciento de los interrogados
heterosexuales eran blancos, el 9 por ciento negros, una persona asiática y dos
latinas. El promedio de duración de las relaciones era de 25 años para las
parejas heterosexuales, 21 años para los hombres
homosexuales y 14 años para las
mujeres lesbianas.


Cada participante tuvo que contestar de modo individual sobre
distintos hábitos: tabaco, consumo de alcohol, dietas, patrones de sueño y
descanso, ejercicio físico y demás prácticas saludables como la alimentación.


La especialista concluyó que las costumbres insanas se promueven dentro de la
relación de pareja debido a la mala influencia de uno de sus miembros. En las
parejas heterosexuales casi todos los integrantes afirmaron que esta mala
influencia se atribuye en general al hombre.


Al ser preguntados sobre qué hacen
cuando advierten la presencia de una costumbre inapropiada, la mayoría ha
respondido que no toma ninguna precaución y que simplemente se deja llevar. Esto
ocurre mucho en el caso de la alimentación.


Uno de los dos cocina y el otro come
lo que está establecido sin tomar la iniciativa por cambiar de alimentos. Lo
mismo ocurre con el tema de la actividad física. Si no se hace deporte, no
existe la iniciativa por parte de la pareja de querer instaurar un hábito
saludable.


Al no intentar modificar la realidad, el otro se convierte en
cómplice de una costumbre que puede no compartirse, pero que se practica de
todos modos.


La importancia del estudio radica en la concientización. Los miembros de las
parejas encuestadas son conscientes de lo que implica el tener un mal hábito, lo
reconocen fácilmente, pero no hacen nada para revertirlo.


El análisis reciente
debería invitar a la reflexión no solamente de los participantes sino de todas
las parejas para que puedan estar alertas y antes de que sea tarde se puedan
modificar las costumbres inapropiadas.


Estar alerta ante las siguientes señales:



No se descansa lo suficiente y cuando se estaba solo no se experimentaban
inconvenientes relacionados con el sueño
– Se ha aumentado de peso cuando antes
se seguía una dieta adecuada y nutritiva
– Prestar atención si se ha dejado de
lado la práctica del ejercicio físico
– Se han adquirido vicios como el fumar o
el beber alcohol cuando nunca antes se había sido consumidor

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