Pensar antes de hablar
Todos, en algún momento de exacerbación hemos cometido algún exabrupto verbal del cual luego nos arrepentimos. “El pensar permite reflexionar, tener conciencia sobre lo que diremos y cómo lo diremos.
Todo lo que decimos, no solamente lo que hacemos, tiene un impacto en el
otro. Hay que ser respetuosos y no andar por la vida hiriendo gratuitamente.
Hay
que saber distinguir también entre una situación puntual que saca de quicio y
una persona impulsiva que solamente conoce una manera de reaccionar ante los
conflictos y que arrasa con todo y con quienes estén frente a ella”, comenta
la socióloga española Mariona Nogueroles.
Controlarse, para quien está acostumbrado a actuar de modo intempestivo no es
nada fácil, pero es altamente necesario si lo que se desea es vivir en sociedad.
“El entorno no tiene por qué pagar el irrespeto de uno, y mucho menos tiene
por qué aguantar que palabras mal dichas en un momento inoportuno hieran sin que
siquiera quien las suelta de su boca sienta vergüenza por lo ocurrido.
No le damos valor a la palabra cuando ésta es fundamental para crecer, desarrollarse y comunicarse sanamente”, destaca la especialista.
Con respecto a la pareja, “es habitual que cuando hay resentimiento y temas no resueltos, uno se valga de los comentarios inapropiados y que no se han pensado cabalmente para hacer sentir mal al otro.
Lamentablemente es una conducta que se refleja sobre todo si en una pareja existe el rencor, el mal trato y los reproches son constantes. Lo mejor en estos casos es cambiar de conducta por más difícil que esto sea.
Si uno no es capaz de auto reprimirse, lo indicado es no prestarse a una discusión y retomar la conversación cuando los ánimos estén más calmados y cada uno maneje la palabra con responsabilidad”, argumenta la profesional.
Valerse de la palabra para hablar sin pensar no es el único medio en donde queda expuesta la impulsividad. “Hoy en día, podemos tener esta conducta por teléfono, por mail, por chat e incluso por comentarios hechos en redes sociales.
Si uno se considera una persona incapaz de pensar antes de hablar, lo apropiado es llamarse a silencio, alejarse de la situación, desconcentrar la atención para que nadie salga lastimado por un exabrupto que en muchas ocasiones ni siquiera se piensa, pero se dice porque en el fragor de la discusión la mejor manera de desahogar la rabia es insultando y trayendo al presente hechos del pasado, pero dichos en malos términos”, relata la socióloga.
Consejos para pensar antes de hablar:
1.- Intentar todos los días reflexionar acerca de aquellos temas que provocan una y otra vez la misma discusión. Apuntar en un papel aquello que verdaderamente se piensa, pero de un modo lo más racional posible.
2.- Si se sabe que se procederá de modo impulsivo, hacer el esfuerzo de no intervenir en la discusión o charla y distanciarse de la situación.
3.- El enojo acumulado hace que se pierda la paciencia ante las conversaciones
más simples. Descargar esa furia es un buen modo para encarar las problemáticas,
cuando surjan de un modo maduro y sin dejarse llevar por el desenfreno verbal.
La práctica de un deporte o la relajación pueden ser de gran utilidad para
sentir la ligereza que se necesita disponer para reaccionar mentalmente con paz
y calma.
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