A veces una película nos muestra con mucho humor la complejidad de las relaciones de pareja. Las actuaciones me parecieron maravillosas, transmiten las emociones y necesidades de un hombre y una mujer, totalmente diferentes en su crianza, en sus experiencias de vida, y sin embargo con la misma necesidad: amar y ser amado.
Algo tan maravilloso y natural, se ha vuelto, en esta época que nos toca vivir, complejo, dificultoso; lo que sería un encuentro de almas se transformó en un desencuentro de personalidades.
A todos nos cuesta aceptar el derecho del otro a ser diferente, sin juzgar si es mejor o peor, sólo diferente.
Porqué un hombre y una mujer se sienten mutuamente atraídos, es algo que todavía a pesar de los avances tecnológicos en todas las ramas de la ciencia, no tiene explicación. Creo que es algo tan eterno como el tiempo, una atracción que surge sin previo aviso, una sinrazón.
¿Podemos ignorarla? Es probable, sin embargo estará allí, como una piedra en el zapato recordándonos su existencia.
¿Tenemos el coraje de seguirla? A veces sí, otras no nos da el handicup para aventurarnos.
¿Seremos felices si la seguimos? No necesariamente, no es una garantía.
La chispa se produce, nos animamos a quedarnos mientras arde el fuego, hasta ahí todo bien, y después ¿cómo sigue?
Y ahí surge el titulo de la película ¿Quién dijo que es fácil?
El mito de la media naranja se instala y generalmente esperamos que el otro nos complete, que se materialice el hombre o la mujer de nuestros sueños.
La vida me ha enseñado que las relaciones son mucho más complejas que eso, que nos encontramos con otra persona, distinta, con sus ideales, sus costumbres, sus prejuicios, sus metas, sus gustos y sus necesidades. Que no siempre son íntegramente compatibles con las nuestras.
Y de pronto ese otro que tanto nos atrajo, nos produce rechazo, porque no se ajusta a nuestro modelo.
O bien es demasiado estructurado, o muy callado, o muy cuidadoso con el dinero, o un adicto al trabajo, o un revolucionario, o un burgués, o….
Encontramos mil y una diferencias, cosas con las cuales no estamos de acuerdo, que no tienen que ver con nuestras costumbres, nuestro estilo, nuestra forma de pensar.
La película nos muestra esto con mucha hilaridad, llevada a una situación muy extrema, vemos un hombre y una mujer que no tienen nada en común, salvo una atracción mutua y ¿las ganas? De estar juntos, de quererse, de jugarse, de cuidarse, de compartirse.
¿Hasta dónde estamos dispuestos a aceptar al otro? Reconocer la diversidad, aprender que hay otras formas de vida, otras culturas, otras interpretaciones, otras vivencias que son tan validas como las nuestras.
Creo que es una gran lección que nos presenta la viva: convivir con lo distinto, respetar la esencia de cada uno, eso que nos hace únicos e irrepetibles.
En lo diferente nos enriquecemos, crecemos, aprendemos, evolucionamos.
La película tiene un final feliz, se dan cuenta que la atracción se convirtió en amor, que eligen pelearla juntos.
¿Y en la vida real?
Por Adriana Francia
Coautora de "Angeles en la Tierra", volumen 8 de la coleccion Conciertos para el Alma, de Ricardo Vergara Ediciones.
[email protected]
ww.evolucion-net.com.ar