Estoy enamorada de un hombre. Tuvimos varios encuentros muy hermosos. Pero su
postura actual es: “quiero estar solo”, “tengo cosas para resolver”. Me ha
dicho: “te aprecio muchísimo”, “me pareces una excelente persona” y “disfruto
mucho el sexo contigo”. Mientras mi sentimiento es que lo amo.
Nos vemos muy
espaciadamente y sólo cuando él puede o tiene ganas, sin compromisos (él no los
quiere). Yo sentí cosas tan profundas en nuestro encuentro, que no puedo creer
que él no sienta lo mismo.
A veces, durante el día, siento un dolor repentino y
creo que es él que se ha dado cuenta de cuánto me quiere, pero tiene el corazón
cerrado para entregarse a este amor. Yo estoy allí para él, cada vez que él está
dispuesto a verme.
Pero me duele que no haya presencia constante. Se lo pido, se
lo explico, pero no hay caso. ¿Cómo puedo hacer para recuperarlo y lograr que se
dé cuenta de que me ama?
Cientos de volantes y carteles por la ciudad prometen “ayuda espiritual”,
“recuperación del
ser
amado”. Es decir: muchas personas buscan ayuda para que otras personas
modifiquen su sentir por ellas.
En realidad, esta propuesta es cualquier cosa menos espiritual, es un intento de
manipulación del campo emocional. Cuando el amor existe, simplemente ES
(como una planta, que crece sola, con el agua y la tierra que la vida le
ofrece).
Y cuando llega, ambos lo sabemos. Y no hay que “luchar” ni “esperar” ni
“darle tiempo” al otro. Es cierto que las personas y las relaciones van
cambiando. Y lo que hoy es de una manera, mañana puede ser de otra.
Pero eso
sucede solo, sin esperarlo, sin apegarse a “esperar al otro hasta que esté
listo”. ¿Y mientras tanto, la propia vida? ¿Pasaremos nuestra existencia
esperando que el otro esté listo para amarnos? ¿Y si nunca lo está?
Creo que esta situación que estás viviendo ahora te muestra claramente que al
menos hoy tu relación con él está teñida de apego (unilateral), porque tú
quieres una cosa que él no.
Me parece muy saludable que escuches tu propia
necesidad (tener una relación cercana, presente y completa) y puedas poner el
límite para preservarte (porque la realidad hoy, es que él no quiere o no puede
dártela).
Él quiere una relación desapegada, sin compromisos y a su aire. Tú
necesitas otra cosa, que él no puede ofrecerte. La relación no se puede
transformar, porque él puede (o quiere) esto en este momento.
Creo que tu opción más saludable es retirarte y recuperar tu propia energía. La
relación hoy es así. Si no la aceptas, retírate, pero no le
pidas nada, porque si no te lo da es porque no lo siente. Y si lo hicieras, te
estarías poniendo en un lugar dañino para ti.
Las relaciones se van modificando solas, no por pedido de una de las partes.
Quiero decir: no tienen actualmente una relación comprometida y están
"trabajando" para mejorarla y sentirse más en armonía. Simplemente hoy aún no
hay compromiso (ingrediente indispensable para hacer algún movimiento
transformador).
En las relaciones amorosas verdaderas, el compromiso es interno y no externo. El
compromiso es uno de los componentes del amor. Dentro del amor está el
compromiso, honesto, poderoso, fuerte, libre y deseado. Y si bien el
compromiso no es lo mismo que el apego, no puede haber amor sin compromiso.
Me parece que las palabras que tu amado te ha dicho son muy claras con respecto
a sus
sentimientos
(por más que tú sientas otra cosa).
Todo lo que te dice, por más que te duela (y
sé que te duele mucho), habla de que no siente por ti lo mismo que tú por él. Tú
estás enamorada de él. Él no lo está de ti. ¿Para qué darle más vueltas?
Reflexiona: ¿para qué quieres hoy estar con alguien que no quiere estar
contigo hoy?
Si en algún momento se da cuenta de que siente otra cosa,
entonces volverá, pero por decisión propia, no porque tú hagas algo para
generarlo. Porque no podemos cambiar a nadie más que a nosotros mismos. Y se
trata de que trabajes en eso: en ti misma.
En general, esta situación suele suceder con más frecuencia a las personas que
se consideran más “espirituales”, que se sienten conectadas con el universo y
con los demás. Lo cual es maravilloso, siempre y cuando no perdamos nuestro
centro y nuestra conexión con la realidad.
A veces, esta apertura espiritual y disposición a conectarnos con los otros hace
que confundamos nuestro amor y nuestra necesidad con lo que creemos que es del
otro. Una de las características del arraigo (o enraizamiento) es que cada uno
se haga cargo de lo propio.
Si sientes dolor en algún momento de tu día, en
lugar de pensar que es él que siente el dolor (que podría ser, pero nunca lo
sabrás a menos que él te lo diga explícitamente) date cuenta de que en ese
momento es tu dolor el que sientes.
Entonces, cada uno es,
literalmente, dueño de lo suyo. Y no estamos en la vida de nadie para ayudarle a
atravesar ninguna situación difícil, ni a madurar, ni a crecer, ni a curarse de
una enfermedad. Estamos para compartir nuestra vida, nuestra experiencia,
amarnos, elegirnos mutuamente.
Lógicamente, cuando dos personas se eligen,
cuando hay una pareja y un compromiso, si hay alguna (o muchas) de esas
situaciones difíciles, uno está ahí para acompañar al otro. Eso está por
descontado, porque parte del amor mutuo que hay.
Las relaciones son mutuas y recíprocas. Cuando un hombre quiere estar con una
mujer (y viceversa), le gusta, la ama y la elige, simplemente está. La busca,
tiene tiempo para ella porque le apetece (no por obligación), está presente, la
cuida. Y así se construyen las relaciones amorosas. Sin que nadie tenga que
reclamar nada al otro porque no hay nada para reclamar. Cada uno puede aceptar
lo que el otro es y tiene para darle.
Cuando una relación es unilateral, eso es: unilateral. Y un
vínculo amoroso no
puede ser unilateral porque no se sostiene. La unilateralidad produce
sufrimiento. Los reclamos también.
Creo que nos están poniendo todas estas situaciones profundamente dolorosas para
que aprendamos a querernos a nosotr@s mism@s antes que a nuestr@s compañer@s (o
en realidad a la idea que tenemos de ellos).
El amor, con alguien de fuera,
vendrá por añadidura, lo reflejaremos desde dentro cuando nuestro propio amor
esté completo dentro. Y hasta que no lo sepamos hacer, nos van a seguir poniendo
delante personas que dicen: “si, pero sólo cuando yo quiero y puedo. Quiero ser
libre”. ¡Si el amor ES libre! El estar con el otro/la otra es
un placer, un disfrute, nos hace plenos y felices. Si no es así, no es amor,
sino otra cosa.
Sé que duele. En esta situación lo mejor que puedes hacer aceptar la realidad.
Cuando estés nuevamente en tu centro, serena, tranquila y cuidándote, aparecerá
sola la persona que pueda y quiera amarte completa, que tenga tiempo y espacio
para ti y te acepte como eres.
Estamos en un momento de profundos cambios. Confía. Confía en que las
situaciones que se te presentan son para tu aprendizaje espiritual profundo.
La
sabiduría no está en querer cambiar la realidad (una relación siempre está
formada por dos, que tienen que querer estar juntos) sino en aceptar que lo que
vivimos es la mejor opción. Y que seguramente hay algo mucho mejor esperando por
ti.
Respira profundamente. Y a seguir adelante.
Por Lic. Verónica Kenigstein
www.campodeconciencia.com
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