¿Tu pareja te ha decepcionado?

Cuando veamos que nuestras expectativas o nuestra percepción no coincide con la realidad, no nos alarmemos, relajémonos y...

Hace unos días un
paciente me comentaba su desánimo en el terreno sentimental.

Andrés tiene 37 años y
un sinfín de intentos de mantener una
relación sentimental estable sin éxito.
Andrés es un chico muy estable emocionalmente y es feliz con su vida pero le
encantaría conocer a una chica que le complemente para disfrutar juntos de la
vida.

Siempre que conoce a
una chica su apertura es total, no hace que
estereotipos ni los prejuicios le
influyan. Pero cuando ve que tiene las cualidades deseables para convertirse en
su pareja y le llega al corazón, ella empieza a mostrar facetas que no conocía y
se desilusiona.

Esto le ocurre con una
cierta frecuencia y no sabe a qué se debe, ya duda si se debe a él o a ellas…

Lo que le ocurre a Andrés es algo más común
de lo que pensamos y genera una gran decepción cuando nuestras expectativas se
ven frustradas.

Cuando conocemos una
persona que nos atrae, tratamos de pasar la mayor cantidad de tiempo posible con
ella porque nos sentimos muy bien a su lado. En estos momentos de la relación
pueden darse diferentes situaciones:

Por un lado puede
ocurrir que la persona a la que se desea conocer, de forma intencionada, no se
deje conocer o ponga impedimentos para ello. Esto puede obedecer al temor de
mostrarse como es por si es rechazado o no corresponde a las expectativas que la
otra persona tiene sobre ella.

Este comportamiento es
propio de personas muy inseguras y con una baja autoestima. Pero también es
posible que trate de dar una imagen distinta a la realidad por temor a que le
hagan daño, en cuyo caso también hablamos de personas con el mismo perfil al
anterior.

Una segunda
explicación a las experiencias sentimentales de Andrés es que las chicas que
conoce, de forma inicial se comporten de un modo mucho más entregado por la
pasión, y con el paso del tiempo empiece a florecer su verdadero yo.

En este caso, camufla
quién es verdaderamente, de forma inconsciente. Esto es algo muy normal. ¿Quién
no ha sentido en las fases iniciales del enamoramiento esa necesidad de estar
con su enamorado de forma incondicional?

Y es que cuando
sentimos atracción por alguien, sólo queremos compartir tiempo con esa persona,
y todos los intentos de agradar y complacer son pocos y eso, qué duda cabe, no
puede durar toda la vida de la relación porque dejaríamos de ser nosotros para
convertirnos en el otro, y hemos de mantener nuestra individualidad.

Ya por último, otra de
las posibles causas de lo que le ocurre a Andrés, es que ante su dicha de creer
haber encontrado a su mujer ideal, en esa fase de enamoramiento, sus
expectativas le hagan ver una persona que realmente no es, atribuyéndole una
serie de cualidades y atributos que realmente no posee.

Qué cierto es que
vemos lo que queremos ver, y más en esta fase. Lo que ocurre es que cuando ese
enamoramiento tan pasional va bajando de intensidad, la realidad empieza a
asomar, percibiendo de una manera mucho más clara y realista a su enamorado. Y
como no, ello abre posibilidad a la decepción.

Ante estas posibles
circunstancias cabe hacernos las siguientes reflexiones:

“Si de lo que se trata
es de conocernos lo antes posible para saber cuanto antes si es la persona con
las cualidades que creía y esperaba para mantener una relación sentimental
estable, ¿por qué no nos mostramos tal y como somos desde el primer momento para
no crear falsas expectativas y no perder el tiempo? Acaso somos tan ingenuos de
pensar que no se descubrirá aquellas facetas que tratamos de ocultar?”

Debemos de entender
que el hecho de ser compatibles con otra persona no nos hace ni mejores ni
peores, simplemente “no compatibles”.

Es preferible que
mostremos nuestra imagen real, eso sí resaltando nuestros puntos más positivos,
de este modo no engañaremos a nadie ni nadie perderá el tiempo.

Además podremos
dedicar nuestra atención a otra persona que posiblemente sea más afín a
nosotros.

Pero ¡no te
precipites!, cuando veamos que nuestras expectativas o nuestra percepción no
coincide con la realidad, no nos alarmemos, relajémonos y, si inicialmente, esta
persona no se aleja mucho de lo esperado, tratemos de conocerla desde una
perspectiva más realista y calmada. Posiblemente no sea un/a Dios/a del Olimpo
pero lo mismo descubrimos otras bondades que no habíamos percibido.

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Por Elena Calvo

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