Me
cuenta también que en una ocasión, su madre envió al Papa, por intermedio de
una comadre suya, la señora Ana Civit de Molina, varios objetos formados con
piel de frutas, entre ellos un mate con bombilla. El Papa había admirado su obra y retribuyó su obsequio con un rosario,
el que aún conserva su hija.
Otro
de los Nacimientos que se destacó en esa época, y que recuerdan con emoción
algunas gentes, es el de Don Indalecio Puebla y Sabina Puebla, dos hermanos que
vivían consagrados al bien, y cuyo hogar fue en muchas ocasiones, asilo de los
necesitados.
Los
señores Luis Verratti y Salvador Puscamas domiciliados a pocas cuadras de la
casa en que se efectuaba este Nacimiento, la cual se conserva en buen estado, me
informan, que fue "famoso" porque además de ser muy completo, en los
días de Navidad y Reyes, los hermanos Puebla atendían con mucho cariño a
todas las visitas del Pesebre, obsequiándoles con duraznitos de la Virgen o
"bocado de dama", "federales" de San José, y "Porteñitos",
brevas y las primeras uvas.
Este
Pesebre era verdaderamente muy completo. Además
de las piezas principales, tenía el Arca de Noé, hecha en madera: estaba sobre
arena.
Lonas teñidas en verde y
azul claros, simulaban ser el agua. La higuera con la víbora enroscada en su tronco, significaba la tentación. Adán y Eva al pie de ella, "en recuerdo" de que cuando
perdieron "el vestuario de la Gracia" cortaron hojas de higuera y las
unieron con palitos para cubrirse.
La
habitación donde se hacía el Nacimiento, tenía diez metros de longitud, en
cuyas paredes se colocaban en marcos de madera, papeles blancos con oraciones
para que los fieles las rezaran.
El
día de Reyes, los hermanos Puebla repartían golosinas y regalos a los niños,
y a los mayores les obsequiaban con una cena sencilla, en la que no faltaba la
"mistela" y la "pichanga", vinos que se acostumbraban en esa
época.
Luego
de la desaparición de los hermanos Puebla, un pintor chileno, don Carlos José
Luis Valdez Mujica, se retiró a trabajar a la casa donde tantas veces visitó
el Pesebre, y que reprodujera.
Con
esta breve descripción, creo haber dado una idea, sobre la piadosa tradición
mendocina en una época ya lejana.
Con
respecto a nuestros días, felizmente podemos decir que en Mendoza se observa
gran devoción por los mismos.
Hoy
como ayer,, esperamos también nosotros la Navidad, con verdadero regocijo y fe.
En todas las Iglesias y en gran parte de los hogares mendocinos se acostumbra
formar el Dulce Grupo, el que al renovarse cada año, nos recuerda el Misterio
de Belén.