Prevención del tabaquismo
La preocupación creciente por la bioética y las urgencias en relación con la preservación del medio ambiente, son características de la sociedad actual y señalan la necesidad imperiosa del compromiso con la calidad total de la vida, en las mejores condiciones posibles y para todos.
El tabaquismo es una de las enfermedades previsibles más difundidas en el mundo (1500 millones de pacientes) y la primera causa de muerte prematura en los países desarrollados: su incidencia progresiva afecta a los países en desarrollo y a los grupos etáreos menores, con un impacto preocupante en mujeres aptas para la procreación y en niños, lo que hace augurar una creciente tragedia económica y de salud.
La amenaza del tabaquismo para la salud mundial no tiene precedentes, si se considera el riesgo potencial que requieren las políticas sanitarias y la elevada relación costo efectividad necesaria para reducir la mortalidad imputable a la enfermedad tabáquica.
El derecho y la obligación de los gobiernos es proteger la salud pública, considerándola prioritaria sobre la libertad económica para promover productos nocivos como el cigarrillo en detrimento de los intereses sanitarios de los semejantes menos dotados.
El aire puro libre de humo de tabaco es un componente esencial del derecho a la salud y a disfrutar de un medio ambiente no contaminado: toda persona tiene la obligación moral y social de cuidar su salud y la de sus semejantes. La contaminación tabáquica –humo de segunda mano- es responsable de una significativa morbimortalidad en la población no fumadora con especial incidencia en los fetos y en los niños.
Los niveles patógenos son más peligrosos en los espacios cerrados: esta circunstancia es particularmente significativa dado que la gente ocupa entre el 80% y el 90% de su tiempo en ambientes mal ventilados y el humo es un cancerígeno pulmonar clasificado como grupo A. Toda persona tiene derecho a respirar aire no contaminado tanto en lugares públicos cerrados como en los medios de transporte.
Medidas sanitarias frente al tabaquismo
La divulgación de una adecuada información que sea accesible, clara y pormenorizada sobre los efectos perversos del hábito tabáquico generalizado y un esclarecimiento de las patologías derivadas de la exposición al humo, es y será la mejor herramienta para concretar una disminución constante y significativa del consumo, dirigido prioritariamente a la niñez y a la adolescencia e incorporando pautas educativas sustitutivas como el deporte.
El tabaco contiene nicotina, sustancia que provoca la dependencia y el consumo compulsivo. La adicción se establece en un breve lapso de exposición, a la vez que existen enormes dificultades para abandonarla.
Todo fumador tiene derecho a ser asistido socialmente y a recibir estímulo y ayuda para abandonar el hábito. La sociedad, a su vez, posee el deber ético y moral de instrumentar políticas de contención para ayudar a los que decidieran combatir la adicción, con información acerca de las ventajas de eliminar el hábito y facilitar, además, el acceso a los tratamientos.
La liberación del comercio del tabaco, la eliminación de las barreras aduaneras, el contrabando organizado tienden a disminuir el costo de los cigarrillos.
Si a eso se suma el aumento de la publicidad y una promoción intencionada que oculta los riesgos que implica para la salud, se facilita una demanda creciente, que afecta con preferencia a las clases socioeconómicas de menores recursos y con índices de educación insuficientes.
En las sociedades que disponen de un conocimiento más amplio de los efectos adversos de esta epidemia como resultante de una eficiente educación sanitaria, el hábito de fumar está disminuyendo.
Por eso, todo esfuerzo es poco en la tarea de concienciar y obtener el apoyo solidario mundial para erradicar esta enfermedad que constituye uno de los mayores desafíos que deben enfrentar los sistemas de salud del universo globalizado.
Concienciación, primer paso en la prevención del tabaquismo
Muchos son incrédulos acerca de los efectos que puede generar una campaña de concienciación en los fumadores. Sin embargo, influye de manera sensible no tan sólo para que comprendan el daño que se provoca, sino también para que estén informados sobre lo que generan a su alrededor.
Una persona que deja de fumar siente los beneficios desde el primer día, dado que recupera su capacidad del gusto, del olfato y mejora su actividad pulmonar. Está demostrado que la prohibición y la educación dirigidas a la población, reducen considerablemente ese flagelo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), aconseja: “Médicos, odontólogos, farmacéuticos y enfermeros son fuentes de información y consejo, que gozan de la confianza de los pacientes y sirven como modelo en todo lo que atañe a la salud. Están en contacto con un gran porcentaje de la población y pueden contribuir a que la gente modifique sus hábitos”.
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