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Según
estadísticas internacionales, las mujeres mayores de 40 años, son las que más
consumen psicofármacos, en una proporción muy superior a los hombres de la misma
edad, y a otras mujeres más jóvenes. Por ello, nuestras páginas dedicadas a la
salud mental, hoy hacen una llamada de alerta.
El consumo de ciertas drogas --especialmente de sedantes y tranquilizantes-- es
una práctica muy extendida entre las mujeres. Aunque esta es una realidad que se
oculta en muchos países, las mujeres después de la cuarta década, tienen sobre
sus hombros innumerables responsabilidades laborales y familiares, a lo que se
adiciona los malestares y sintomatología propia del climaterio. Se desesperan,
sienten que no pueden con todo, y acuden a las pastillas como tabla de
salvación. Muchas veces sin desearlo, empiezan a drogarse por su cuenta.
Al principio un diazepam para la ansiedad, una fluoxetina para la depresión,
otro día un alprazolam y así poco a poco comienza la drogodependencia de
psicofármacos que es también una adicción, aunque muchas no lo crean, y solo
cuando comienzan a padecer sus consecuencias suena la señal de alarma.
CONSEJOS” ENTRE AMIGAS
En encuestas realizadas en varias regiones del país sobre el tema “mujer y
adicción”, más de la mitad de ellas dicen que consumen tranquilizantes con
frecuencia, pero no hablan en ningún momento de que tal hábito constituye una
drogadicción. Muy pocas son quienes reconocen que se empastillan y que por ello
tienen un problema de salud.
El hecho de que en cualquier sitio de nuestro país existan mujeres que se las
dan de “médicas” y con total inconciencia recomiendan a sus amigas y conocidas
tranquilizantes para su “alteración”, ha extendido en gran medida el uso de
psicofármacos “por la libre”, amén de que muchas de nosotras –por obra y gracia
del mercado negro-- tiene en la gaveta de su armario una cantidad de sedantes de
diversos tipos, a los que le echa mano cuando “tiene nervios”, se siente
estresada o se sale de sus casillas por los motivos más disímiles de este mundo.
Por suerte para nuestro género, consumidor de tabletas recetadas por
especialistas o no, cada día el control de medicamentos va siendo una realidad.
Si una persona necesita de este tipo de tratamiento, el médico de la familia no
se lo va a negar, pero el peligro está cuando nos habituamos a un fármaco que no
nos es absolutamente necesario y ponemos nuestro organismo en estado de riesgo.
Programas como “La dosis exacta” demuestran lo peligroso que puede ser la
interacción de dos medicamentos, y los accidentes graves que puede provocar la
automedicación.
NADIE ESCAPA
Las investigaciones sobre el tema señalan que mujeres de todas las razas y
condiciones socioeconómicas sufren de la seria enfermedad de la
fármacodependencia. Ellas necesitan tratamiento para la drogadicción, al igual
que para cualquier otro problema que afecte su salud física o mental.
Por diversos estudios se sabe que muchas veces el consumo de fármacos está
asociado a asuntos pendientes que no se terminan de resolver, como puede ser la
necesidad de un cambio de trabajo, pero sin nudas, los que más afectan son los
problemas familiares, como los conflictos con los hijos, los padres o los
suegros, el divorcio, la viudez y otras disyuntivas que muchas mujeres no saben
como resolver.
Es difícil entender que a veces el problema no es de pastillas, sino de hallar
soluciones, maneras de afrontamiento y no de huida, escape o dilatación del
conflicto.
Por lo común, la mujer que usa este tipo de droga tiene una autoestima baja,
poca confianza en sí misma y puede sentirse impotente, débil y con pocos
recursos emocionales para resolver sus dilemas. Sucede también con frecuencia
que muchas no buscan tratamiento porque tienen miedo de ser condenadas
socialmente, que la gente se entere de su debilidad por las pastillas.
En ciertos casos de abuso de psicofármacos, es posible que ella se halle en una
situación que piensa no puede controlar, como el abuso, la violencia
psicológica, física o sexual por parte de la pareja.
DAR EL PRIMER PASO
Lo más importante en cualquier caso de fármacodependencia es buscar ayuda. Dar
ese paso fundamental. La mujer de cualquier edad puede vencer la enfermedad de
la drogodependencia, con atención especializada y si realmente ella se lo
propone.
Aquellas que han tenido el mayor éxito han recibido además el apoyo de otros
adultos importantes en su vida: miembros de la familia, amigos, y muy
especialmente el seguimiento médico que a nivel primario podemos encontrar con
recursos suficientes para ayudarnos a salir de una lamentable situación que
tiende a agravarse a medida que pasan los años porque recordemos: se empieza por
la mitad de un diazepam… y después, todo el mundo sabe lo que pasa.
La mujer profesional, entre 30 y 50 años, con baja autoestima, problemas de
identidad, insegura y que no logra el control sobre sus emociones, resulta ser
una potencial adicta a ansiolíticos, relajantes musculares y otros medicamentos.
Reconocido es en el mundo entero que nosotras tendemos muy fácilmente a
automedicarnos, sin medir consecuencias.
No es fácil diagnosticar y tratar una adicción porque depende en gran medida de
que la persona afectada acepte su situación y esté dispuesta a hacer algo por
ayudarse, y esto no es habitual porque se produce en ellas un mecanismo de
defensa denominado ''negación''. A medida que empiezan a tener problemas
familiares o laborales, comienzan a aceptar que las píldoras las ayudan a
sentirse mejor y a su vez, niegan que tales medicamentos constituyan un problema
que no pueden controlar. De esta manera quedan fuera del contacto con la
realidad.
¿Tienes un problema de fármacodependencia con tranquilizantes y sedantes?
Contesta a las preguntas siguientes:
• ¿Sientes que necesitas tomar psicofármacos todos los días?
• ¿Interfiere esa necesidad de “empastillarte” con tu trabajo o estudios?
• ¿Las consumes más que antes?
• ¿Las usas más de lo que quisieras?
• ¿Te dicen otras personas que tomas demasiadas pastillas?
• ¿Mientes cuando dices cuantas consumes?
• Tomar este tipo de pastillas ¿perjudica a las personas a tu alrededor?
• ¿Te están ocasionando problemas de salud?
• ¿Quieres dejarlas pero no puedes?
• ¿En ocasiones
las mezclas con bebidas alcohólicas?
Una sola respuesta con SÍ significa que tienes un problema de drogadicción, y
que necesitas ayuda médica. Si no te atreves de inmediato a acudir al
consultorio, habla sobre lo que te ocurre con alguien de confianza para que te
apoye y te acompañe al médico. Ve pensando en cómo reorganizar tu vida para
evitar el consumo de psicofármacos y lo más importante: reconoce que tienes un
problema y busca soluciones y ayuda, es la opción más inteligente y saludable.
Por Aloyma Ravelo
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