Digamos
que los celos poseen dos caras: una es la manifiesta que observamos en el otro;
y la segunda cara es aquella que no es muy conciente; relacionadas con las
motivaciones psicológicas profundas que los generan.
Resultará
más productivo concientizarse de aquellos aspectos de mi personalidad que hacen
que hoy responda con mi pareja de la manera en que lo hago, en este caso,
celando o haciendo que me cele.
El tipo
de relación que establezco con mi pareja está condicionada por aprendizajes
adquiridos mediante la imitación por observación, identificación, y por
asociación con la pareja de mis propios padres y la calidad vincular que éstos
mantenían.
Otro
puntal es el concepto que tengo de mí mismo (autoestima). Existen fantasías
catastróficas que pueden que tengan grados variables de poder en uno, y hacernos
actuar sin hacer un saludable razonamiento de este accionar y sus
consecuencias.
Los
celos
en una pareja también pueden darse cuando uno de ellos crece profesionalmente y
el otro no; cuando uno tiene éxitos sociales, deportivos, etc y el otro “se
queda afuera”. Es aquí donde surgen los propios sentimientos de desvalorización
y la autoestima baja.
En el
“celoso/a” vemos: preocupación excesiva, difícil de controlar; ideas erróneas
sobre qué es y cómo es estar en pareja; mala orientación frente a los problemas;
impulsividad; control y vigilancia excesivos.
En la
pareja estos hechos generan tensión; historia de frecuentes rechazos y por
supuesto, dificultades en conservar el vínculo matrimonial.
Para que
una pareja pueda resolverlos resulta imprescindible que ambos construyan y
refuercen los siguientes aspectos:
1) Charla racional y solución de problemas
2) Colaboración para hacer cosas juntos
3)
Sexualidad mutuamente satisfactoria
4)
Divertirse juntos
5)
Dar/recibir protección afectiva y material
6) Compartir valores y normas, respetando las ajenas
Por Lic.
Martín Orellano
Psicólogo Clínico
www.martinorellano.com.ar