Consejos para sobrevivir en la oficina… y disfrutar mejor del trabajo

Fin del día en una oficina. Contracturas. Dolor de cabeza. Cansancio. Ojos irritados. El ritmo vertiginoso, las rutinas, el tiempo cada vez mayor frente a la computadora son algunas de las causas...


Otras, más insidiosas, son invisibles. Mala ventilación, que llena de hongos, bacterias y virus, productos químicos contaminantes, deficiente iluminación, humo de cigarrillo, cargas electromagnéticas conforman lo que se conoce como Síndrome del Edificio Enfermo : el hábitat en el que desarrollamos nuestro trabajo es en sí mismo un factor de perturbación.

 

¿Cómo protegerse de los factores ambientales y además optimizar las largas horas que pasamos en la oficina ? A continuación, algunas soluciones :

 

Las tuberías de aire acondicionado son un caldo de cultivo de microorganismos, por lo que muchas personas ven agudizadas sus alergias, o sufren resfríos o congestiones a repetición, además de conjuntivitis o ahogos. El humo del cigarrillo también viaja por ellas.  

Una medida oportuna es la limpieza periódica de los filtros y/o la limpieza profunda a través de vapor. De cualquier manera, sería aconsejable usarlos lo menos posible y procurar airear los ambientes, pues, aunque no lo crea, el aire exterior es menos contaminante que el que circula por los grandes equipos.

 

Las fotocopiadoras emiten gases que provocan dolores de cabeza, problemas respiratorios y fatiga. Sería conveniente mantenerlas lejos de los lugares de trabajo.

 

El equipo eléctrico y electrónico provoca lo que se llama “electropolución” : un campo electromagnético que altera nuestro propio sistema, produciendo cansancio e irritación.  

Al igual que los tubos fluorescentes, que al emitir rayos ultravioletas y parpadear en forma intermitente, producen alteraciones nerviosas y problemas en los ojos. Para eliminar las cargas estáticas, existen aparatos generadores de iones negativos.

 

Cambios sencillos pueden ser crear un ambiente de trabajo agradable, con la mayor cantidad posible de luz natural o de lámparas, poner plantas (que además de oxigenar, calman el estrés), colocar pósters o cuadros con paisajes tranquilos, rodearnos de cosas que nos resulten hermosas, como flores, adornos, fotos.  

Fuera de la oficina, caminar descalzos, con zapatos de suela o sobre tierra, trabajar en el jardín, caminar en un parque, recostarse en un árbol ; en síntesis: descargarse.

 

El uso de la computadora es un capítulo aparte. Aliada insustituible en el trabajo es también fuente de múltiples problemas.  

Produce ionización positiva, lo que provoca mayor estrés, tensión arterial y hasta depresión. El trabajo prolongado frente a la pantalla conllevan enrojecimiento e irritación oculares, síndrome del túnel carpiano (dolor e inflamación de las muñecas, por compresión de los nervios) y contracturas por malas posiciones.  

Vayamos por parte. Además de tomarse descansos, una buena postura al escribir reduce muchos de estos problemas.

Esto incluye no sentarse sobre el “huesito dulce”, sino sobre los isquiones (los huesos de la pelvis), la columna derecha sostenida por el respaldo, los hombros relajados, el cuello estirado, las manos paralelas al teclado, sin quebrar las muñecas, los pies apoyados en el suelo.

 

La vista debe ser muy cuidada. Preferiblemente, se usarán anteojos multicoatados, cuyos cristales, con graduación o no, reciben un tratamiento especial que neutraliza el efecto producido por las pantallas.  

Estas deberán estar protegidas por filtros especiales, y ubicadas a unos 60/70 centímetros de los ojos, a unos 20 grados por debajo del nivel de la vista (más alto de lo que normalmente están muchas). 

Los documentos estarán a esta misma altura, no sobre el escritorio, para no forzar el cuello.  

Es muy importante el descanso de los ojos. Mirar a lo lejos frecuentemente, para aliviar el enfoque de cerca.  

“Palmear”, esto es, apoyar la base de las palmas de las manos sobre los pómulos y, ahuecando un poco los dedos, tapar los ojos, tratando de imaginar un color negro aterciopelado, mientras aprovechamos para descansar la mente también.  

Salpicar los ojos con agua fresca descongestiona durante las horas de oficina. En casa, se pueden hacer compresas con té o manzanilla heladas.

 

Las famosas contracturas ¿Qué hacer ?  
Si bien hay una serie de ejercicios simples que se pueden practicar, en el medio de la vorágine, muchos se olvidan de todo. Recurramos a la naturaleza. El cuerpo tiene su propio mecanismo para descansar y revitalizarse : el desperezamiento y el bostezo.  

Si bien años de represión social han hecho estragos en la percepción de nuestros instintos naturales, nada puede mejorar miles de años de evolución.  

Pero, ¡atención! desperezarse no es “tirarse hacia afuera”, es estirar desde adentro, percibir los músculos desde su inserción en los huesos y hacer suaves y lentos movimientos de elongación en distintas direcciones, sin solución de continuidad, buscando sentir un bienestar general, un aumento de la vitalidad y un descanso reparador.  

Acompañar el desperezamiento con bostezos, abriendo bien grande la boca, lo cual masajea las cervicales y lumbares y permite un recambio de aire.

Es imprescindible hacerlo a la mañana, antes de levantarse de la cama, ya que el cuerpo está endurecido por la inmovilidad y además unas cuantas veces al día. Si duda de sus beneficios, observe a su gato: mejor ejemplo de flexibilidad, imposible.

 

¿Cómo hacerlo en la oficina ? Vaya al baño, si no puede en el lugar de trabajo, y de paso, haga uso de la hidroterapia. Limpie las “malas ondas” dejando correr agua por cada uno de los dedos y hasta los codos.  

Beba abundante agua durante el día. Y, al llegar a su casa, tome una ducha (o un baño de inmersión, si puede darse el lujo, con aceites esenciales relajantes) y cámbiese de ropa, ya que guarda la energía del día durante horas. El agua tiene cualidades de descarga y limpieza de la electropolución que nos invade desde todos lados.

 

Otra forma simple de estirar la zona superior del tronco, que es donde se concentran las mayores tensiones es: inspirando, entrelazar las manos, girarlas hacia afuera y elongar lentamente muñecas, codos, hombros y cuello llevándolo hacia abajo, exhalando. Repetir una cuantas veces, en distintas direcciones : hacia arriba, hacia atrás.  

Sentados, con los pies paralelos abiertos unos 30 centímetros, dejar caer el tronco sobre las piernas, mientras la cabeza cuelga entre ellas. Si se presiona suavemente con las manos en el plexo solar, respirando profundo, se consigue calmar las tensiones.

 

Para liberar el cuello, lo mejor es estirarlo por el propio peso de la cabeza. Es un error común girarlo rápidamente en círculo o hacer movimientos bruscos, ya que sus efectos son momentáneos y a veces contraproducentes.  

Con los hombros y columna derechos, dejar caer la cabeza, mientras se respira lentamente, como si se quisiera hundir el mentón en el esternón.  

Quedarse un minuto, se puede poner la mano sobre la cabeza para reforzar el peso, pero lo importante es concientizar el estiramiento de la columna cervical y hasta dorsal.  

También, hacerlo hacia un costado y luego hacia el otro, como si se quisiera tocar la oreja con el hombro. Nunca hacia atrás, ya que se comprimen las cervicales.  

Para calmar los dolores en los hombros y los trayectos nerviosos a la cabeza, tomar con toda la mano el trapecio y apretar fuerte unos momentos. Repetir tres o cuatro veces de cada lado.

 

A tener en cuenta : la manera en que hacemos las cosas, el tono muscular en que muchas veces estamos prisioneros. Los hombros levantados, la mandíbula apretada, la respiración alta y corta, los músculos endurecidos, tanto esfuerzo para… abrochar una carpeta.  

Hacemos demasiado y nos cansamos sin necesidad, obteniendo magros resultados. La postura, la respiración, el tono muscular son sumamente importantes a la hora de hacer un balance de cómo nos sentimos, porque no solamente inciden en nuestra performance de trabajo, sino que dicen mucho de nuestra actitud mental hacia la vida.

 

Para el final, lo más difícil : ¿cómo descansar la mente, que parece jugar una carrera de Fórmula 1, pero sin ganadores ni champagne?  

Volver al cuerpo es la respuesta. Vivimos enloquecidos por la velocidad de la mente y de la sociedad en general. Pero el cuerpo tiene otro tiempo : el real, el natural, el de las cosas hechas una tras otra, sin la premura de lo que está por venir.  

Así que, de tanto en tanto, frenemos lo que estamos haciendo y tomemos conciencia : ¿ sentimos el cuerpo o estamos a 2.000 kilómetros o a 5 días de aquí y ahora ?

¿Cómo está la respiración, estamos bien apoyados en el suelo o en la silla, nos duele el cuello o la espalda, qué necesitamos para estar mejor ?

¿Tenemos el control de lo que sucede o dejamos que todo se me acumule y tenga la misma importancia ?  
Ir tras la mente (que divaga y anticipa y juzga y protesta) nos saca del centro de nosotros mismos. Volvamos al cuerpo, respiremos, pongamos todo en el lugar que corresponde y sigamos.

 

Y cuando lleguemos a casa, tratemos de mimarnos un poco, de la manera que cada uno pueda y necesite. O lo más simple, nos acostamos en el piso (no en la cama) unos minutos, nos relajamos escuchando música tranquila o un cassette para ello o tan sólo sintiendo cómo vamos abandonando el peso en el suelo, que nos contiene y sostiene, como la vieja Madre Tierra siempre lo ha hecho.

 

¡ Feliz descanso !

 

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