Si inevitablemente hay que
convivir con un familiar político, la mejor decisión
es centrarse en la amabilidad y en el respeto. “En muchas familias, por
necesidades económicas
o de salud hay que integrar a una persona que no nos cae
del todo bien y que pertenece a la familia de nuestro marido o mujer.
Si la situación es extrema y no queda más remedio que la convivencia, hay que
intentar mantener una conducta calma y sobre todo, muy paciente”, determina
la psicóloga española Mireia Turull Andreu.
Pasos básicos para vivir con los suegros
1.- “Cada uno debe ser muy claro en cuanto a roles a implementar en el hogar.
Si todo lo que se piensa y siente se dice desde un principio, la convivencia
será mucho mejor ya que todo lo que quede oculto o sin decir seguramente pueda
convertirse en confusión y malos entendidos que derivarán inevitablemente en
discusiones, odios, resentimientos y malos tratos”, destaca la profesional.
Una buena medida es la de apuntar en una lista las actividades que hay que
desarrollar cotidianamente en el hogar para poder establecer de qué tarea se
encargará cada uno.
“En este tipo de situaciones, es mucho más necesario que todos los miembros
de la familia estén de acuerdo y dispuestos a colaborar”, aconseja la
especialista.
2.- La comunicación es muy importante. “Aunque cueste, hay que decir las
cosas molestas en la cara de quien provoca ese malestar. Es habitual callar lo
que se piensa del otro e ir a contarle al familiar lo que el otro integrante de
la familia política ha comentado o hecho. Es el peor error que se pueda cometer
si lo que se desea es mantener la armonía ya que la relación se verá lesionada y
será muy complejo restablecerla”, argumenta la psicóloga.
3.- Preservar los espacios íntimos de cada uno. “Es preciso que cada uno pueda
disponer de su tiempo sin que nadie se entrometa y en donde la comodidad se
pueda sentir y experimentar.
Muchas veces, el convivir y
compartir ámbitos
con un integrante de la familia
con el que no se siente afinidad provoca situaciones de estrés que conllevan al
aislamiento por no sentirse a gusto con la presencia del otro. No se puede estar
huyendo en la misma casa de alguien a quien en definitiva tenemos que aceptar y
asumir”, destaca la profesional.
4.- Si surgen problemas, lo más indicado es referirse al otro con respeto y
educación. “De nada sirve insultar o lastimar al resto de los familiares.
Hablar de modo adulto es lo más adecuado.
Aunque no es posible caerle bien a todo el mundo hay que poder encontrar un
término medio y si no es posible la convivencia hay que intentar buscar otra
alternativa que no perjudique a ningún integrante de la familia y que
dependiendo de las circunstancias y facilidades de cada familia, se pueda asumir”,
explica la especialista.
Las discusiones que habitualmente se generan con la familia política son por:
1.- Celos: “la competencia entre las partes y los celos generan discusiones y
actitudes que pueden caer muy mal. Cada quien debe saber ocupar su lugar y ser
lo suficientemente maduro como asumir coherentemente su sitio en la vida del
otro”, determina la profesional.
2.- Comparaciones: “las mujeres son quienes más sufren el tener a un familiar
político en casa, sobre todo si este integrante es también del sexo femenino. No
hay que dejarse llevar por estos comentarios que no tienen fundamento ni
generarlos tampoco”, determina la experta.
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