En octubre de 1972 un avión en el que viajaban 45 jóvenes, muchos de ellos
jugadores de un equipo de rugby, se estrelló en la Cordillera de los Andes.
Doce murieron a causa de la caída, los supervivientes tuvieron que soportar
entre otras cosas el
frío extremo, la sed, y el hambre. Trataron de resistir pero su
esperanza cayó al enterarse por una radio que se había abandonado la
búsqueda. Era el 10 º día después del accidente.
Soportaron bajísimas temperaturas (30 º bajo cero en la noche), avalanchas de
nieve, y finalmente angustiados por la continua muerte de sus compañeros, dos
muchachos decidieron cruzar las inmensas montañas para así llegar a Chile. De
esta manera, el 22 de diciembre de 1972, después de haber estado durante 73 días
aislados, el mundo se entera que hay 16 supervivientes.
Uno de ellos es Ramón Sabella, por aquel entonces Ramón Sabella tenía 21 años,
era estudiante de Ingeniería Agrónoma e iba en el avión por ser amigo de algunos
de los componentes del equipo de rugby.
Hoy en día es empresario y comparte
sus negocios con la faceta de conferenciante, impartiendo charlas alrededor del
mundo. Tuve el placer de conocerle hace unos meses y desde el primer momento, me
impactó su mensaje motivador y de esperanza. Para mí, la esencia de su mensaje
se puede sintetizar en esta frase:
“Después del accidente teníamos una actitud
pasiva: esperábamos a que nos rescataran. El 10ª día escuchamos por la radio que
se abandonaba la búsqueda, pues nos daban por muertos.
En un principio las
reacciones fueron de decaimiento total: padecimos, lloramos, nos sentimos
abandonados… Después nuestra actitud cambió y decidimos pasar a la acción.
Empezamos a actuar para intentar salvarnos nosotros mismos. Nuestro objetivo:
VIVIR”. (Ramón Sabella)
Ramón, ¿cuál crees tú que fue la clave que hizo que fueras uno de los
supervivientes?
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Fueron muchas cosas, fundamentalmente la educación que recibí de mis padres,
Ramón y Marta. De chiquito nos hicieron muy independientes y fomentaron nuestro
poder de adaptabilidad,
yo trabajaba y estudiaba, trabajaba sin necesidad, porque me gustaba hacer
cosas.
Aprendí a convivir con gente humilde, gente rica, vivía en todos los
ambientes, me adaptaba tanto a dormir en el campo o a estar en un castillo, eso
fue muy importante. Por otro lado, yo fui siempre un hombre de lucha, enfrenté
todos los desafíos que me tocó en la vida.
Incidió también mucho la fuerza mental allí en la
montaña, yo era el más flaco de todos, no conocía a casi ninguno de los que
estaban ahí pues yo había sido educado en otro colegio diferente a los del
equipo de rugby, y esa fuerza mental lleva a soportar de todo.
Futbolistas
fuertes se morían, yo al principio tenía mucho miedo de quienes eran esas
personas con las cuales tenia que sobrevivir.
Tenía mucho temor al principio, y
lo más importante es el no entregarse nunca, el darle para adelante, el saber que se puede, que todo es
posible en la vida, lo que no hay que hacer es entregarse nunca. Siempre ser
optimista, siempre tener la esperanza delante de uno, y
muy importante fue la acción.
Nosotros permanentemente estábamos accionando, haciendo cosas, cada cosa
terrible que nos pasaba la convertíamos en acciones buenas y las cosas malas que
nos sucedían salíamos adelante.
¿Qué te motivaba a seguir viviendo? ¿Cuál era tu motor interno en esos momentos
críticos?
El motor interno de todos nosotros y lo que nos permitió soportar todo lo que
soportamos fueron nuestras familias.
Nosotros pensábamos permanentemente que
nuestros padres y hermanos, estaban sufriendo pensando que estábamos muertos y
nosotros estábamos vivos, y lo que queríamos hacer era salir de allí para ir con
nuestra familias, ir a nuestra casas y que pararan de sufrir, ese fue el motor
principal que tuvimos todos durante los 73 días. Prácticamente estuvimos alli
dos meses y medio.
En esos momentos ¿en qué enfocabas tus pensamientos? Me has dicho que la acción
fue muy importante ¿verdad? quizás os ayudaba a no pensar…
No solamente para no pensar, nosotros teníamos que hacer muchas cosas para
sobrevivir pues no teníamos equipo de alta montaña, para nosotros era
fundamental el trabajo en equipo,
desarrollar la potencia del equipo, desarrollar la creatividad que fue enorme,
inventamos todo tipo de cosas.
En la montaña no teníamos ropa, no teníamos
prácticamente nada… inventamos mantas, máquinas de hacer agua, hamacas para los
heridos, lentes de sol, y todo eso con los recursos del avión, porque los
recursos que teníamos eran prácticamente absurdos.
¿Con qué recursos contábamos?
Contábamos con tres botellas vacías, una navaja suiza, un encendedor, una radio
vieja, y la pelota de rugby, que fue bastante importante, si quieres, luego te
explico por qué. Y bueno, con esos pocos recursos tuvimos que inventar de todo
un poco… mochilas, trineos, bastones, bolsas de dormir. La creatividad fue muy
importante.
Supongo que hay un antes y un después de esta vivencia. ¿De qué manera ha
influido? ¿Cómo te ha cambiado Ramón?
Creo que lo más importante que nos quedó a todos es el saber que no hay
imposibles en la vida. El saber que se puede, que siempre hay un posible, el
salir de las crisis, lo importante es que cuando uno está en sus propias
cordilleras (que todos tenemos todos los días): es levantarse, accionar, y darle para adelante, y
no quedarse quejándose en la
vida, disfrutar la vida, ser solidario.
Nosotros fuimos
súper solidarios en la montaña y hoy creamos entre los supervivientes la
Fundación Viven. Estamos haciendo una campaña de donación de órganos a nivel de
todo el marco Sur y queremos transmitirla para todo el resto del mundo, somos
muy agradecidos a la
vida, a los chicos que no pudieron salir de allí por una cosa del destino hizo
que unos se murieran y que otros se salvaran, como nos sucedió en la avalancha,
los que estaban al lado mío se murieron y yo increíblemente después de sentir y
presenciar la muerte logré salvarme, la avalancha fue lo más terrible que nos
pasó.
Primero nos caímos de un avión, era en ese momento lo peor al principio…
muertos de frío, con 30 grados bajo cero, sin equipos de nieve, a 4000 metros de
altura, con una camisa, un par de mocasines, un pantalón y nada más.
El frío de
repente era terrible, después a los 10 días nos enteramos que habían suspendido
la búsqueda y que nos habían condenado a morirnos a todos en la montaña.
Al
principio fue muy impactante, yo no entendía como mi familia, mis padres, el
gobierno uruguayo, cómo nos dejaban abandonados a tantos chicos tan jóvenes y
con tantas ganas de vivir.
Sin embargo, después nos vino la avalancha que fue lo peor que nos sucedió. Yo
pasé 3 días sin zapatos, sin medias, con los pies en la nieve sin poder dormir
un segundo porque precisaba masajearme los pies permanentemente porque si no se
me gangrenaban.
Esos 3 días y 3 noches fueron un infierno difícil de explicar…
realmente terrible.
Era una detrás de otra y decíamos si Dios nos quiere matar que nos mate de una
vez por todas pero que no nos haga padecer más, pero yo creo que esa avalancha
fue importante porque unió muchísimo al grupo.
Ahí quedamos desnudos en la
nieve, perdimos todo lo que con tanto esfuerzo habíamos logrado hacer y provocó
una reacción en nosotros muy fuerte. Pasamos a ser máquinas de sobrevivir, no
había nada peor que nos pudiera suceder
Ramón, hoy en día hay muchas personas que están viviendo momentos adversos: a
nivel profesional, personal, por distintos motivos. ¿Qué claves de motivación
les darías?
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Siempre tenemos nuestras propias cordilleras y lo importante es darle para
adelante, no entregarse cuando estén caídos en el piso, sepan que tienen
recursos dentro de ellos increíbles y accionar.
La acción es lo que cambia la realidad de las
cosas permanentemente, cuando estamos mal y estamos en crisis y
tenemos problemas profesionales o familiares, de nada sirve quedarnos
quejándonos. La queja no soluciona
nuestros problemas . Lo importante es levantarse y seguir adelante.
El éxito de las personas yo creo que es ante los fracasos y ante las crisis que
tiene la vida poder seguir adelante, ese es el
éxito y ahí es donde
crecemos. Las cosas que nos suceden dolorosas son las que nos
hacen crecer como personas porque nos damos cuenta cuando las superamos, que
tenemos recursos increíbles.
Y un ejemplo somos nosotros: cómo personas ordinarias y comunes como nosotros,
logramos hacer una cosa extraordinaria, prácticamente difícil de entender.
Hoy
día van grandes alpinistas a la montaña y nadie se explica cómo logramos
sobrevivir en esas condiciones… cómo no nos congelamos, cómo pudimos soportar
todo lo que soportamos durante dos meses y medio.
Cuéntame Ramón sobre la anécdota de la pelota de rugby, nos decías antes que fue
muy importante ¿por qué?
Fue un recurso, te cuento. El avión estaba inclinado en una pendiente muy
grande, nosotros teníamos un espacio muy pequeño, estábamos unos contra otros,
si no lográbamos pegarnos unos contra otros no lográbamos entrar en el avión y
quedaba gente durmiendo en la nieve.
Entonces, cuando a alguien se le ocurría ir
al baño de noche se levantaba a hacer sus necesidades fuera y cuando volvía su
espacio no existía más porque la gravedad hacía que se corriese todo el grupo,
ahí teníamos que despertar a todo el mundo, imagínate los insultos que
recibíamos en la noche, levantándose todo el mundo y ahí inventamos la famosa
pelota de rugby como recurso.
Le sacamos la parte de cuero, cortamos la parte
de arriba de la cámara (la parte de goma) y ahí orinábamos todos. Así, por la
noche, no necesitábamos levantarnos y perder nuestro espacio.
La pelota era el
producto más codiciado que había porque fue lo único calentito que tuvimos en
los 73 días. Era la única fuente de calor que tuvimos en todo ese tiempo, parece
difícil de entender pero fue muy importante para nosotros.
Actualmente eres empresario y compartes tus negocios con la faceta de
Conferenciante. Llevas unos 3-4 años impartiendo Conferencias y a mí me gustaría
saber qué te impulsó a hacerlo. ¿Por qué decidiste compartir tu vivencia a
través de las conferencias?
Mira, yo al principio me oponía a dar conferencias, es más, me parecía inmoral
explotar un tema muy doloroso para lucrar. A los amigos míos que daban
conferencias les decía que eran unos inmorales, que no era ético, hasta que un
día dando una conferencia en Mendoza se me acercó una señora, me abrazó y me
dijo : “yo tenía programado quitarme la vida
la semana que viene, y después de saber todo lo que Uds. hicieron por vivir y
todo lo que lucharon por vivir no tengo derecho a quitarme la vida”.
Ahí estaba un director de la universidad y me dijo, Moncho, yo la verdad es que
no entiendo como Uds. no comentan más estos temas por un tema moral, porque la
verdad es que ayuda a muchísima gente.
Y eso fue lo que me llevó a motivarme a
dar conferencias sabiendo que ayuda muchísimo no solamente a las empresas desde
el punto de vista empresarial sino también desde el punto de vista personal.
Ayudamos a la gente a buscar recursos en momentos de crisis, a aprovechar la
potencia del equipo, todas las personas pensando juntas, todas las cabezas
creando juntas… eso es muy importante, pues la empresa realmente la hacen las
personas que la componen.
Muchas gracias Ramón, Moncho, por tu tiempo y por compartir con nosotros esta
tarde. Ojalá muy pronto te veamos de nuevo aquí en España en una de tus
interesantes Conferencias.
Gracias a ti Ana, y un placer compartir con España que siempre nos acoge con los
brazos abiertos.
Por Ana Molina
Para información sobre sus Conferencias pueden contactar en
[email protected]
www.anamolina.es
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