Desde la antigüedad hasta nuestros días, lo concerniente al amor interrogó a la humanidad: filósofos, poetas, artistas y profesionales del alma.
Podemos ilustrar la visión que los Griegos tenían en la época antigua sobre el amor. Platón en su libro "El Banquete", describe las diferentes posiciones filosóficas que los integrantes de una cena poseían frente a este tema. Una de las visiones era la relacionada con Eros, el dios del amor, esa fuerza apasionada, enérgica, otra con el ideal (llamado platónico) inalcanzable. Para Sócrates, el amor es: "El deseo de algo de lo cual se carece", no se trataría de buscar la mitad perdida como otro integrante de la cena aducía, ya que para él estaría situado del lado del egoísmo y completud. El deseo se plasmaría, en trascender, perdurar a través de la especie.
El psicoanálisis, toma el sentido que da Sócrates al amor, donde prevalece su noción de evanescencia, movilidad y a la vez adhesividad de esta energía que llamamos libido.
Amor y Tiempo
…O nunca llega como en el amor imposible, o llega temprano como en el primer amor infantil, o llega justo a tiempo, como cuando más lo necesitamos. o llega sin previo aviso, como en el adolescente, o también puede prevalecer la incertidumbre de esperar que algún día aparezca.
Podemos pensar que se trata de encuentros, reencuentros y desencuentros.
Los primeros signos de amor, nos son brindados por los responsables de nuestros cuidados y crianza. Estas primeras marcas dejan huellas imborrables en el ser humano. Cuestiones que no dejan de tener su importancia en el momento de entablar una relación adulta o de acercarse a un objeto de amor.
La manera de producirse el pasaje de niño a adulto y que lugar posibilitador o no tuvieron los padres, provocará diferentes desenlaces con respecto a su identidad sexual y a su elección de pareja. Se podrá hacer una elección apoyándose en los modelos aprendidos en la infancia, teniendo en cuenta su imposibilidad, o también amar buscando en el otro un ideal, según lo que uno fue de niño, lo que uno es magnificándose, o lo que uno quisiera ser.
Nos podríamos preguntar cuales son las condiciones que propician una u otra elección.
La sexualidad en sí es traumática, ya que se producen irrupciones entrecortadas y sentimientos a destiempo. En la niñez son despertadas las sensaciones de placer causadas por el tocar, acariciar, abrazar del otro , emociones que son necesarias y primordiales para la formación psíquica del ser humano.
En la etapa de latencia , observamos un adormecimiento, ya que la cultura erige los frenos a los deseos sexuales despertados en la etapa infantil, aparecen el asco, la vergüenza y con la entrada en la escolaridad, el desplazamiento de la energía al plano intelectual.
En la adolescencia, se produce el resurgir de los deseos y su posibilidad real de concretarse, esto trae aparejado conjuntamente, la difícil tarea de cambiar los objetos de amor infantiles por uno nuevo, donde se dará o no la posibilidad de que confluyan los sentimientos de ternura y sensuales.
Podemos observar que en los casos donde perdura una ligazón exageradamente fuerte del amor infantil, esto se malogra, no pudiendo volcar ambos sentimientos en una misma persona.
Para el ser humano, es una tarea muy ardua desplazar su libido de un objeto a otro, cualquier cosa que percibamos, nos recuerda aquel amor al que seguimos pegados: Un perfume, una canción, un lugar, etc. y cuanto mas lo queremos olvidar, más seguimos impregnando todo lo que vemos con esa "sustancia adhesiva" que podríamos nombrar amor.
El amor para el hombre y la mujer
Para el hombre, prima su deseo de poseer al objeto de amor, de satisfacer una necesidad, de afirmar su virilidad, constituyéndose la mujer en un misterio y desafío por descifrar. La mujer se presta a ocupar este lugar de enigma y lo toma como un arma de seducción. Los velos que muestran y ocultan a la vez, son signos de femineidad.
En toda relación de pareja, podemos observar un pacto, un lazo que los une inicialmente: ¿Que ocurre cuando este pacto se quiebra?
Hay parejas que solo conviven y no están ya unidas por lazos de amor, pero tampoco están dispuestas a desanudarse: ¿Los ligará el placer de sufrir?. Rencores, heridas, cicatrices se silencian pero se hacen oír a través de otras vías: discusiones, agresiones, somatizaciones, etc.
La posibilidad de analizar estos vínculos , facilitará en algunos la renovación del lazo o nudo, restableciendo nuevamente el pacto que los une y se vuelvan a encontrar bajo cierta complicidad, en otros, el desanudamiento y con ello la posibilidad de que cada uno pueda aceptar la pérdida, dando lugar a una nueva mirada.
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