“He
aprendido que no puedo hacer que alguien me ame, sólo convertirme en alguien
que se pueda amar; el resto ya depende de los demás”
Muchas
veces hemos comentado en otros artículos como el cine nacional sirve para
detectar o advertir a los equipos de salud, lo que esta pasando en la cultura de
un pueblo.
Incluso los valores que entran en juego en una dolencia, la atención primaria y
secundaria que convendría hacer en relación con el sufrimiento que deviene de
una enfermedad pueden ser a veces mejor detectados por un
artista que por un preventor de salud.
En el filme argentino seleccionado para el Oscar, se ve claramente un “Rafa”
que posterior a un episodio cardiopático experimenta la necesidad de un nuevo
posicionamiento frente a su forma de vivir el amor con sus vínculos (padre,
pareja , hija, amigos) con su
trabajo y con la sociedad en general, representada en este caso con la institución
Iglesia.
Para algunos observadores de la cultura el paradigma biomédico actual en
materia de prevención tiene dos grandes vacíos uno el social considerando la
pobreza como un elemento extrínseco a la dolencia sin advertir como enferma el
capitalismo salvaje y lo inútil de intentar realinear a un paciente en una
estructura social tan enferma que permite semejantes iniquidades y otra el
espiritual al no tener debidamente en cuenta como también hay un cuerpo
cultural en cada paciente hecho de valores y desvalores muchas veces que sanan o
provocan esa misma dolencia.
Para
este paradigma no son obviamente importante la revoluciones sociales y mucho
menos resulta interesante después de una crisis cardiopática testear a quien
amaba o como ama o quien ama hora un paciente.
Envueltos en un paradigma biomédico que hoy
evidencia su agotamiento surge en la sociedad argentina esta película
que a mi modo de ver patentiza la
gran crisis axiológica que generalmente expresan los síntomas cardiológico en
al vida de un paciente y su familia y
la necesidad de saber acompañar en pro de una nueva homeostasis espiritual
Se
trata de la historia de un hombre joven que tiene a su madre con una enfermedad
irreversible que el se niega a aceptar. Su padre, un hombre mayor, que tuvo que
tomar la determinación de internarla en un geriátrico, tiene una conversación
con su hijo “Rafa”, y este le dice que hizo lo correcto y que ahora
le ha llegado el momento de disfrutar. Que
ya su madre no se da cuenta de nada, que él siempre le dio todo
y que siempre la tuvo como a una reina.
A
todo esto el padre le responde que hubo algo que el no le dio, y que era el sueño
que ella tenía y al que renuncio por amor, ese sueño era el de casarse de
blanco ante Dios, y que él cree
que fue muy injusto de su parte al no
acceder a su deseo, pero
cree que ha llegado la hora de hacerlo.
Al hijo, esta conversación le provoca un conflicto
con el mismo, esto sumado a una discusión con su ex esposa que le reclama
tiempo para que le dedique a la hija de ambos y problemas en su negocio,
lo llevan a una descompensación cardiaca donde
termina inconsciente en la terapia intensiva de un hospital.
Sale
de ese estado cuando escucha la voz de su madre que lo llama y que le
dice que se levante, cuando abre los ojos encuentra a su novia a su lado.
Al
salir del hospital decide hablar con su padre por que quiere vender el
restaurante, y se da partir de esto un rico intercambio que desde mi experiencia
como bioeticista y acompañante espiritual
debería ser recabado en toda historia clínica de un paciente cardiopático
acerca de donde uno pone el éxito antes de las crisis y después de las crisis
a lo largo de su propia historia .
El anciano padre recuerda que la esposa decía que el éxito
que tenían era por la comida que elaboraba su esposo y él decía que el
éxito solo se debía al ángel que servía las mesas, que era ella, que convencía
a todos que ese era el mejor lugar.
La
charla termina con el consentimiento del padre
para que el hijo resuelva conforme a su parecer.
Después
de una cena y una pequeña discusión que tiene con su novia y su amigo, el Rafa
comprende que si es un deseo de sus padres casarse por la Iglesia, él debe
ayudarlos.
Es así que llama a su padre para decirle que
cuente con él para concretar su
deseo. Al día siguiente se encuentran y
van a la Iglesia, allí los ponen al tanto de los honorarios en concepto de
servicios extras que ésta brinda, y les informan que solo hay casamientos por
las noches. El padre le hace notar que es imposible que su esposa salga de
noche, y entonces el cura se entera de la enfermedad de la novia, que sufre el
Mal de Alzheimer.
Se les informa que tienen que esperar un tiempo para poder hablar con sus
superiores y ver lo que dice el Derecho Canónico al respecto, ya que estos
pacientes que padecen de esta terrible enfermedad carecen de discernimiento, y
es solo con el consentimiento de las personas que se otorga el sacramento del
matrimonio.
Pasado el tiempo estipulado, el hijo va a la iglesia y allí le informan que las
autoridades eclesiásticas no dieron el consentimiento. Hay un enfrentamiento
del “Rafa” ante esa resolución, se pregunta porque, si ellos se aman desde
hace 44 años y ya están casados por civil necesitan del discernimiento de su
madre?
¿Por qué no le pidieron eso a él cuando se casó para haber evitado el
fracaso posterior?
Por
qué no le pidieron el discernimiento o el permiso a su madre cuando la
bautizaron?
¿Por
qué tanta burocracia, qué mayor prueba
de amor y discernimiento necesitan, si
la mayor prueba la dan los 44 años de unión?.
La
desesperación del hijo lo lleva a recordar que su amigo es actor, entonces lo
convence para que haga de cura, improvisan
una capilla y un altar en el geriátrico, invitan a los amigos más íntimos y
los casan. Después de la ceremonia van a festejar a un lugar que compró justo
frente al restaurante que tenían y le dice al padre que es tiempo de volver a
empezar.
El
guión para quienes trabajamos en el acompañamiento espiritual de estas
dolencias ,resulta por demás sugerente. ¿Los síntomas del “Rafa”, que lo
llevan a ese cambio de vida era porque estaba muy enfermo o muy sano?. Qué
habla en él de salud espiritual, su capacidad de darse cuenta? Su beligerancia
con instituciones burocráticas? Es un paranoico con adicciones al pasado o es
un hombre común que simplemente busca no alinearse con patrones culturales por
lo menos para él claramente destructivos.
Como señala Sergio Sinai, las
cuatro “P” de la masculinidad han entrado en crisis junto con el país:
producir, proveer, proteger y ser potente. En la cultura Argentina ¿puede uno
sentirse hombre si no se revisan éstos mandatos?.
Otro
aspecto importante es cuál es el valor del amigo en una dolencia, en qué
medida el “otro” no es un espejo que me ayuda a ver el conflicto lo mas
bueno mío y lo mas oscuro. ¿Es cierto aquello que somos nuestra pareja? ¿somos
nuestro gobernantes? ¿somos nuestro pastor? Es cierto que en esta dolencia se
puntualiza emblemáticamente donde estaba el corazón si habíamos sido educados
para ser amigos y no siempre amigables o se nos había inculcado lo importante
de estar enamorados y no de cómo ser el amor .
¿Es cierto que los pacientes cardiopáticos
son convocados a trabajar de una forma especial el rostro maternal de
Dios en sus femeninos: pareja, madre, hija, Iglesia, en una sociedad
hipervirilizada que excluye si no se tiene “éxito”?.
El
primer vacío que tienen los programas de atención primaria y secundaria de las
enfermedades del corazón es la forma de mirar la crisis social y de sentir la
pobreza
Se
escucha decir comúnmente a los epidemiólogos que no
es suficiente mirar al agente de enfermedad. Hay que mirar a lo que hace a
una población vulnerable. La salud publica falla al no mirar a la
historia humana, a otras especies, a la ecología, a la evolución y finalmente,
a las ciencias sociales.
Hay un gran volumen de literatura que soporta la noción de que los pobres son
mas vulnerables a casi todos los riesgos para la salud. Bioeticistas americanos
advierten por ejemplo, que en los países
del norte todavía no se reconocen las diferencias de clase, los investigadores
discuten diferencias de ingreso, de educación o de status socioeconómico.
Muchos epidemiólogos en EEUU nunca mencionan la palabra clase social, aun
cuando es el mejor factor predictivo de expectativa de vida, invalidez o
enfermedad cardiaca.
Se
sabe que como detector de enfermedad coronaria, es mejor medir la posición
social que el nivel de colesterol.
La
medicina actual puede ser sesgada si mira el
sentido de urgencia sin ver los factores históricos. Hay una inevitable
visión túnel, en la urgencia de llevar a cabo el
trabajo epidemiológico y técnico que urge.
La
tradición occidental suele aliarse con reduccionismo, que dice que la manera de
entender algo es reducirlo a sus mas simples elementos y cambiar una cosa por
vez para comprender efectos. Es una estrategia muy efectiva para entender de qué
esta hecho algo y por eso hemos llegado a una sofisticación casi irracional
acerca de pequeños eventos. Esta es la razón de que seamos tan efectivos dando
tratamiento de urgencia a un individuo en la guardia y tan inefectivos frenando
la malaria o tratando de mejorar la salud de una población entendida como un
todo. Somos maravillosos para optimizar la producción de soja pero un desastre
a la hora de aliviar el hambre entre los tucumanos.
La sabiduría convencional dice que la presión arterial aumenta con la edad y
que eso es parte del proceso de envejecimiento. Pero ocurre que entre los “bushmen”
del Kalahari, la presión asciende hasta la pubertad y después se nivela por el
resto de la vida. Nuestra presión arterial, es en parte un reflejo de la
sociedad en que vivimos.
Esto
es evidente en los patrones de respuesta de las hormonas de stress, que varían
de acuerdo a la escala social. Estudios de Harvard indican que los niveles de
cortisol en estudiantes secundarios (todos ellos con buen nivel académico) son
diferentes de acuerdo al grupo social. Los chicos de clase trabajadora tiene un
aumento sostenido en respuesta al stress, mientras que chicos de clase alta
muestran un pico de corta duración.
La fisiología de los jóvenes fue afectada por su condición social sea que
ellos reconocieran su pertenencia a esa clase o no. El cuerpo de uno conoce su
clase social no importa cuan bien se le haya enseñado a negarla. Este
conocimiento ha conducido al concepto de salud del ecosistema, uniendo
ecologistas y gente de salud pública.
El
riesgo de un trabajador que limpia frentes con arena es muy distinto del riesgo
de uno que trabaja en una oficina. El movimiento de justicia ambiental, busca ecualizar
los riesgos de una sociedad industrial.
Wirchow
y Engels destacaron en el siglo diecinueve, que el capitalismo en si mismo,
afecta la salud. Richard Wilkinson en Gran Bretaña, estudió la expectativa de
vida en diferentes rangos de trabajadores gubernamentales, hallando que la mera jerarquía
social incidía en la salud, no solo entre aquellos expuestos a pobreza extrema.
Esto puede ser explicado en dos formas opuestas:
Una es asumir que la mera inequidad social hace a una persona enferma, no el
nivel de pobreza.
Otra es afirmar literalmente, que está todo en nuestra mente. En soporte de
esta teoría, hay estudios en babuinos que muestran que aquellos con mayor rango
en su tribu tienen mejor salud. Sus arterias están limpias, responden al stress
como gente rica, sus niveles de cortisol, caen rápidamente
luego de un estado de alarma.
Pero si uno interviene en la comunidad y cambia los rangos sociales, en pocos
meses la fisiología del babuino se habrá adaptado a su nueva condición
social.
Esto
ha llevado a decir que lo que afecta a la gente es cómo percibe su situación
en la comunidad, y que por lo tanto
debemos aprender mecanismos de adaptación dado que nosotros creamos nuestra
realidad. No es tan importante que nos paguen mal, sino que nos sentimos mal
respecto a eso.
De allí la complicidad de cierto estilo medico que desarrolla píldoras para
levantar el animo medicalizando la angustia
. Lo que realmente necesita esa persona es una revolución social y su depresión
se potencia si se intenta tapar la situación angustiosa impidiendo que esa
persona pueda unirse a otras en igual condición. Hay un gran consenso entre
terapeutas que la unión de los que padecen males comunes siempre es catártica
y terapéutica, sobre todo si se reúnen para salir del pozo dignamente.
Muchas personas implicadas en el trabajo social suelen decir que cuando cierta
clase política piensa acerca de la pobreza,
piensan solo en el sentido de tener un poco menos de todo, no en la
estructura básica del empobrecimiento. Recuerdo en mi ciudad de la Plata cuando
hubo algunos saqueos que muchos periodistas decían “no nos engañemos los que
robaron radios su problema no era el hambre”.
Me di cuenta que muchos periodistas formados en nuestras universidades del
estado estaban imposibilitados de entender el sufrimiento de inequidad y el
dolor de no poder adquirir lo que tienen todos. Recuerdo una vez estando de párroco
en la iglesia del parque Pereyra Iraola que un señor me pidió que le bendijera
su camioncito recién adquirido me dijo estaba
bueno de chapa y de motor, solamente
un poco”flojito” de papeles y nada mas. Yo se lo bendije pero lo
exhorte a que no anduviera de noche porque sin luz con ese vehículo bendecido
se iba a matar igual.
Decir que en estas culturas no hay estrés y que se conforman con poco es querer
narcotizar y no ayudar realmente. Los niños que viven en departamentos húmedos
y llenos de hongos tienen peor salud que aquellos que viven en habitaciones
secas y bien ventiladas. Pero incluso hay otras formas en que la deprivación crónica
representa una amenaza para la salud psíquica y espiritual. La mayoría de los
chicos de un barrio pobre no son baleados, pero saben que eso es factible cada
vez que salen a la calle.
También hay estímulos de baja intensidad y alta frecuencia., como las diarias
molestias que tienen los individuos con comercios sometidos a robos y presiones económicas.
Allí, el individuo esta constantemente
forzado a tomar decisiones estratégicas
–
“Si trabajo sin seguridad privada me van a robar o si tengo seguridad creerán
que tengo dinero me van a robar igual.-“
Desde
el estudio de los neurotrasmisores estamos aprendiendo que el cerebro no es el
único locus de la experiencia social y mucho menos espiritual . En cierto modo,
pensamos y sentimos con todo el cuerpo y el cuerpo entero es el campo de la
experiencia social.
Hay muchas dimensiones en la experiencia de deprivación, como dice el tango
naranjo en flor a veces solo existe en una persona enferma el” dolor de vieja
arboleda” pero que puede ser todo par quien padeció un desarraigo.
Estas pérdidas pueden ser minimizadas en
manos de estadísticos que pueden ver la pobreza y la perdida del empleo
como una diferencia de ingreso. En algunas comunidades cristianas negadores del
malestar social todavía hay gente que afirma :
–
« Que la pobreza no es buena ni mala, ni todos los comerciantes se infartan ni
todos los chicos se malogran. En alguna charla de prevención de la depresión y
el comportamiento adictivo en una iglesia escuche decir –“Yo salí bien, ¿por
qué Uds. no podrían? Algunos creyentes de nuestras comunidades cristianas
vienen del mismo vecindario o están en la problemática comercial y les va
distinto.”
Lo que pierden es la noción de incremento de la vulnerabilidad: una diferencia
trivial en experiencia puede tener un vasto efecto en la salud si uno vive en un
país marcado por la crisis social.
La
elección también implica la falta de alternativas. Las elecciones se hacen
entre un conjunto de alternativas como en un supermercado. Elegimos comida, pero
solo entre los productos que una compañía nos ha hecho disponibles. Lo mismo
ocurre con las precondiciones para ejercer el derecho de elegir.
Por ejemplo, todos conocemos los riesgos asociados al embarazo adolescente, pero
ocurre que el riesgo para un niño nacido de una adolescente indígena es menor
que para una adulta indígena, porque el ambiente de la discriminación ha
erosionado hasta tal punto la salud de esta población que tiene sentido
decidir, si vas a tener hijos, tenerlos temprano en la vida .
Otra dimensión de la elección es la forma en que percibimos el tiempo, cuando
hacemos una decisión respecto de nuestra salud asumimos que algo que hacemos
hoy, tendrá consecuencias en el futuro. Puede parecer obvio pero no lo es.
La
salud es parte de las ganancias de una sociedad, de su fuerza de trabajo y por
lo tanto, un elemento regular de contención de la lucha de clases. Pero la
salud es también un bien de consumo y de lucro. De allí que sea bastante común
que sectores pudientes, puedan
comprar beneficios para si. En vez de mejorar la calidad del agua, compran agua
mineral, en vez de mejorar la calidad del aire, usan tanques de oxigeno en el
living.
Si la buena salud depende de la
capacidad individual para llevar a cabo actividades que son necesarias y
apropiadas en cada etapa de la vida, entonces importa cómo se determinan estas
etapas. Los que pueden decidir por si mismos, que es una actividad deseable y
necesaria, son muy distintos de aquellos que aceptan esa decisión hecha por
otros.
Las
decisiones médicas no siempre son hechas por razones médicas. Hay numerosos
incentivos a la hora de elegir una determinada técnica. Se implantan más
marcapasos en los países del norte que en Europa y se hacen más cesáreas e
histerectomías. Un hospital compra un equipo caro para atraer pacientes y médicos.
Pero una vez que lo tiene, debe usarlo. No se puede tener un equipo nuevo de
resonancia magnética vacío en un hospital. Por lo tanto, los médicos son
incentivados a usarlo, aunque sea para amortizar la inversión de la institución.
Otra
razón es mantener la habilidad de los cirujanos. Ellos necesitan realizar un número
de intervenciones al año (varios cientos) para mantener su entrenamiento en
niveles óptimos. Un hospital que hace un trasplante cardiaco cada 3 o 4 meses,
no es un lugar seguro para ir.
El paciente inteligente va a buscar un hospital con prestigio en su patología y
en la última tecnología. Para ganar ese prestigio, la habilidad debe ser
mantenida y hay un incentivo para tener a los cirujanos y máquinas trabajando. Dado
que el servicio es algo caro de mantener, debe ser usado aunque más no sea para
recolectar las tarifas quirúrgicas.
Cuando algunos bioeticistas españoles observaron el centro gestado por la fundación
Favaloro en la Argentina juzgaron tamaña inversión como un gasto improcedente
que tenia que ver mas con un sueño personal que con un programa nacional de atención
al paciente cardiopático.
Hemos creado una sociedad enferma, aun cuando gastamos más y más para reparar
el daño. Estamos expuestos a mas polución y stress, estamos, mas expuestos a
desarrollar nuestras habilidades en cirugía cardiaca. Hacemos a mas gente
miserable, de modo que gastamos mas en psiquiatras y drogas psicotrópics.
Esto
se hizo evidente en la situación de la salud publica en Rusia, donde el colapso
de la cobertura médica universal dejÓ a la población expuesta a las
enfermedades del incipiente capitalismo. Ellos han tenido epidemias de difteria,
tos convulsa y la situación completamente nueva en el mundo moderno de una
declinación en la expectativa de vida. La nuestra es una sociedad enferma que
requiere más gasto para reparar el daño a la salud que ella misma se ha
inflingido.
El
segundo vacío que a mi entender debe afrontar la prevención primaria y
secundaria es el abordaje de lo espiritual imposible de no afrontar en cualquier
dolencia sobre todo en aquello tan emblemático como los cuidados del “corazon”.
Si examinamos la biología humana como una biología socializada veremos que hay
rasgos que aparecen como constantes en la biología humana y no son reales. El
estrés y la depresión no dependen
tanto de la posición sino de la predisposición, el estrés y la depresión
muestran el hiato entre el talento, las capacidades reales y las
expectativas.
Si estas preguntas no se advierten en los equipos de salud que trabajan en
prevención y rehabilitación de pacientes cardiopáticos las personas terminan
culpándose por los síntomas que tienen. Hay trastornos de ansiedad, por
ejemplo, la timidez excesiva, el miedo a relacionarse con otras personas, las
preocupaciones exageradas, las evocaciones constantes de hechos traumáticos
pasados, con la repetición de la misma sensación física y el miedo a comenzar
algo nuevo, todos aspectos de una situación espiritual que evidencian la
necesidad de tratamiento.
Pareciera
que la civilización moderna ha cristalizado dos formas inadecuadas, distintas,
pero no excluyentes para estar
ausentes en el presente.
Según los valores que se introyectaron en la primera infancia nos aproximamos más
a una u otra forma.
Personalidad de tipo A: Adicta al futuro, incapaz de liberarse del poder y la
ambición. A corto plazo pueden tener el éxito económico asegurado o un
infarto.
Existe
un consenso entre muchos psicólogos en que las personalidades del tipo A están
muy expuestas a enfermedades cardio y cerebro-vasculares. Atadas al pasado e
incapaces de liberarse de la necesidad de aprobación y del mal habito de
postergar.
Personalidad
de tipo B: son principalmente bloqueadoras de emociones, inhibidas, in asertivas
y muy orientadas a satisfacer las necesidades de los demás en desmedro de las
propias, el estilo evitativo para resolver y afrontar problemas debilita el
sistema inmunológico y hace a estas personas más susceptibles de contraer cáncer
y enfermedades infecciosas.
El
condicionamiento cultural determina si
uno es de tipo A o si es del tipo
B.
Fueron
los profesores de danza, y los que estaban en contacto con la música primitiva,
los que descubrieron la importancia de la internalización del ritmo, la
creatividad que surge del dejarnos “danzar”, y los mecanismos que tenían
las culturas de inmenso valor terapéutico para los cardiacos para
eliminar los elementos bloqueantes y que corregían sin saberlo las
instancias premórbidas de estas enfermedades.
Las
neurosis, que en los años ´80 se pasó a llamarlas trastornos de ansiedad y se
trataba solo con con remedios, hoy pueden ser resueltas con terapia. La vuelta
al diván, el acompañamiento espiritual, asociado
a antidepresivos en lugar de calmantes es lo que propone la psiquiatría
moderna y la música y la danza pueden ser aconsejadas como terapias
complementarias.
Pareciera que el cuerpo registra lo
rígido de un modo dinámico en el que uno se da cuenta de los bloqueos sólo
cuando entra en una fuerte confrontación con lo rítmico y con el movimiento.
La rigidez tiene una forma de expresarse que se observa en el modo de
vincularnos, en la forma de dormir, en el desorden de la alimentación. La
rigidez genera un corte con la conexión con el propio deseo, generando siempre
mecanismos de sobre adaptación.
Aprender a registrar el dolor, la ansiedad y la rigidez desde el ritmo y la
percusión elemental, nos conecta en el aquí y en el ahora con lo que
verdaderamente nos pasa, nos hace reflexionar activamente, nos expone menos a la
sobreactuación y al vivir alienados. Es importante reconocer que tenemos un
cuerpo por donde corren, en el sentido de circular, diferentes sustancias,
algunas visibles y otras no, pero no por eso menos importantes. Las emociones,
las sensaciones, los distintos estados de ánimo, no son ajenas a la materia,
muy por el contrario, fluyen en una intimidad sin límites muy precisos.
Sin embargo la conciencia puede emerger cuando hay un quiebre en lo habitual, en
el comportamiento, en este caso, del cuerpo.
De
allí que en este arte de acompañarnos la peor derrota
es el suicidio y la mayor derrota cotidiana es perder el entusiasmo.
Resulta curioso que para la mas antigua hermenéutica cristiana, demonio es sinónimo
del desalentador.
Estrategias
para la prevención secundaria.
El
desaliento también puede trabajarse y no se justifica un terapeuta que
permanezca impávido frente a su
paciente esperando que concrete el duelo de querer seguir viviendo
1º)
Existe un consenso entre logoterapeutas que se necesitan como mínimo dos cosas,
en las personas en general: una capacidad para apreciar las cosas positivas que
dan sentido a la vida y un compromiso con la acción.
2º)
Cada día es importante hacerse y responder esta pregunta: qué tiene de bueno
mi vida y qué es necesario que haga. La primera pregunta hace que nos
concentremos en las cosas positivas, mientras que la segunda nos mantiene
activos y nos recuerda que somos responsables por nuestra propia felicidad y
bienestar.
3º)
Otro aspecto importante que nutre el alma es estar focalizado en la siguiente
auto indagación, qué es lo que más disfruto en la vida, qué es lo que más
me estimula. Conocemos a un hombre cuando sabemos qué le entusiasma, qué lo
conmueve, conocemos a un pueblo, cuando sabemos qué celebra y cómo lo celebra.
4º)
Si nos sentimos infelices y frustrados, la pregunta más urgente es, qué
necesito hacer, o bien qué me está faltando en la vida y que puedo hacer al
respecto. El pecado más grave en la tradición católica era la acidia, que es
no realizar el don o el talento recibido.
5º)
Si permanecemos orientados hacia las preguntas básicas, surge más fácilmente
la quietud y la acción como dos amigos, se para el activismo y se modela la
inactividad y el reposo.
6º)
Puede ser que hallan elecciones si se recuerdan las dos preguntas básicas,
pueden sucederse eventos que de por sí no resulten interesantes, pero
recordando las premisas, surge mayor self, para que esta experiencia sea lo más
feliz y satisfactoria que pueda.
7º)
Necesitamos poder planear el futuro
sin sacrificar el presente y
disfrutar el presente sin olvidar el futuro, para esto sirve la meditación. No
podemos controlar todos los aspectos de la vida, pero si asumir la
responsabilidad para la clase de vida que creamos para nosotros mismos.
8º)
El problema más duro de los que buscan contención psicoemocional dicen muchos
psiquiatras no es dar con un terapeuta junguiano, gestáltico o reichiano, sino
es encontrar un espacio donde se le pueda a uno escuchar con serenidad sin que
inmediatamente se dé un Prozac.
Se
sabe que los pacientes con cáncer suelen tener un patrón común distinto del
cardiopático. Presentan
mayor dificultad para descargar sus emociones y una tendencia a
reaccionar de una manera más inhibida y reprimida. Son más temerosos e
hipercontrolados, y con una permanente actitud defensiva, utilizando la represión
y negación como mecanismo de defensa. Esto no suele pasar con los pacientes
cardiopáticos se expresan fácilmente hace falta solo escucharlos
9º)
Si reubicamos el lugar de la escucha en las emergencias psicoemocionales tanto
para las personalidades de tipo A o B , y ésta no es sólo el complemento del fármaco
sino la acción mas pertinente para la cura, se verá que más allá de los
condicionamientos sociobiológicos, somos actores y no víctimas desde el
sufrimiento que nos acontece.
10º) Si se siente angustia, la tentación más rápida puede ser automedicarse
o buscar un profesional cómplice de lo que a veces puede ser una simple fuga.
Estamos declarándonos impotentes frente a la angustia. La actitud frente a la
enfermedad, la voluntad de vivir de la persona y sus creencias, respecto de cómo
va a evolucionar dicha enfermedad, pueden ser determinantes.
No permitir que las personas soporten su propio sufrimiento y evitárselo, puede
resultar una suerte de súper proteccionismo y una falta de respeto a la
integridad del otro. Los problemas de la personalidad, pueden ser protestas en
voz alta por el quebramiento de la naturaleza interna del individuo, a veces
esto no se expresa, no se protesta, y el individuo sólo se deprime. Muchos
individuos jamás tienen conciencia de haber perdido la felicidad verdadera, o
jamás han participado de la maravilla de crear o de encontrar la vida
apasionante.
Enfermar no es tener síntomas,
puede tener un rostro muy saludable un torturador de Auschwitz. Una persona
profundamente humana, ¿no sentiría conflicto, sufrimiento, depresión, cólera,
trabajando en lo que fue la ESMA?
Para los que trabajamos en prevención primaria y secundaria el cuidado del
corazón implica recuperar para
nosotros y los demás el poder del alma, para no convertirnos en víctimas. La
psicoterapia actual ya no busca
evitar las emociones fuertes porque se descubrió que trabajan para nosotros.
Todos sabemos lo que se siente al contener la cólera en el corazón, cuando se
consolida y se transforma en una rabia, y en un sentimiento corrosivo.
“Hay que sacarlo todo afuera para que adentro nazcan cosas nuevas”. Si la
violencia es la fuerza vital reprimida que se manifiesta en forma de síntoma,
entonces la cura de la violencia consiste en cuidar el poder del alma. Es una
imprudencia, negar los signos de este poder, la individualidad, la
excentricidad, la auto expresión, la pasión, porque no se lo puede reprimir
verdaderamente.
Vemos que este es el mensaje del Rafa para un sufrimiento crónico nacional que
exige a todos conversión y cambio de vida
La
religión nunca fue neutral con nuestras historias
de amor, justifica e inflama las emociones de una guerra santa, y fomenta
una profunda culpa o da sacralidad a la familia al sexo. Por experiencia
personal se que la palabra sacerdote evoca algo sagrado
y tabú. No es fácil en nosotros hablar y dar a conocer lo que en
nuestra vida hay de sagrado.
Lo complicado y necesario es visitar nuestros tabúes lo que no hablamos lo que
nos intimida, y mirar directamente la imagen que nos da más terror. Allí donde
el trabajo es más intenso está la fuente del alma y a veces incluso la sanación
del corazón.
En alguna medida quien hace de sacerdote en la boda, es el mejor acompañante
terapéutico del Rafa, pues lo conecta con lo mas sano de su alma y su parte
oscura. Le refleja sus zonas erróneas y lo religa sin saberlo, por
ser simplemente amigo, con
la historia de amor de sus padres ,de sus hijos. Desde aquella
microclima familiar se vuelve a relacionar con su sociedad y postulo un
nuevo microemprendimiento.
Aquella clase media empobrecida económicamente no siempre lo esta
espiritualmente, y puede mantener su ordo amoris intacto y emerger de la
crisis como el ave fénix mas joven
y fortificada .
Señala Néstor Vita, presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología:
–
“El desempleo pega mucho más que el corralito, perder el trabajo produce una
baja en la autoestima y una angustia que puede terminar en el infarto. Los tres
gatillos del infarto son, las emociones violentas, el ejercicio físico excesivo
y el frío. Al hospital llegan los pacientes con necesidad de que se los
escuche, pero en éste país, nadie escucha.”- Revista Viva, Clarín, 28/7/02
Posibilitar estos milagros también puede depender de nosotros de nuestros
equipos y de nuestros programas de salud y de lo que pongamos en esta tarea de
cuidar el corazón y el poder del alma. Como señala un chisto muy conocido
Si
puedes comenzar el día sin cafeína ni tranquilizantes, Si puedes permanecer
sonriente mientras ignoras dolores y achaques, Si puedes resistir las quejas sin
molestar a los demás con tus propios problemas ,Si puedes comer, día tras día
la misma comida sin quejarte.
Si puedes entender cuando a tu alrededor hay tensión y evitas el peligro. Si
eres capaz de ser indiferente ante la subida del dólar o la bajada de la bolsa.
Si eres capaz de entender cuándo los demás están muy ocupados para atenderte.
Si puedes aceptar sin molestarte cuando los demás te quitan cualquier cosa. Si
puedes aceptar la crítica sin resentimientos.
Si puedes enfrentar el mundo sin mentiras ni engaños Si puedes calmar tu tensión
sin requerir auxilio médico. Si puedes dormir tranquilamente a cualquier hora,
en cualquier sitio. Si puedes relajarte al final del día sin requerir licor. Si
aprendes que tu silencio o ausencia promueve la búsqueda y el afecto hacia ti.
Si disfrutas como nadie la caricia de una mano querida en tu cabellera.
Entonces, queda claro que ¡vos
sos un perro! y no que cuidas tu
corazón y la potencia de tu alma.
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