Varias publicaciones médicas han dado a conocer la noticia. Un equipo de científicos suecos, pertenecientes al prestigioso Instituto Karolinska, ha levantado la polémica al declarar que el cerebro de los homosexuales presenta diferencias respecto de uno heterosexual.
Una de los resultados hallados se relaciona con la simetría de los hemisferios y determinadas conexiones nerviosas que presentan diferencias según se trate de un individuo heterosexual u homosexual.
La investigación ha empezado por comprobar que gays y lesbianas procesan los olores de manera diferente a una persona atraída por el sexo opuesto.
Miembros del equipo han explicado que el cerebro de una mujer hetero presenta el hemisferio derecho más grande que el izquierdo y esta misma característica, paradójicamente se observa en varones homosexuales.
Las lesbianas tienen el cerebro más simétrico, que se asemeja al cerebro de un varón heterosexual. De ahí que concluyan diciendo que el cerebro de una mujer lesbiana está masculinizado y el de un varón gay está feminizado.
Mediante una tomografía, los médicos también han podido descubrir que existen diferencias en una región llamada amígdala, estructura bilateral que se haya una en cada lado del cerebro, y que está implicada en el proceso y almacenamiento de las emociones.
En el caso de los hombres gays este pequeño centro informativo se asemejaba al patrón femenino heterosexual, mientras que la amígdala derecha de las lesbianas presenta similitudes a la de los varones heterosexuales, y es la dominante.
El estudio ha contado con la colaboración de 90 hombres y mujeres. 50 de ellos heterosexuales y 40 homosexuales. Todos de ellos olieron sustancias hormonales tanto femeninas como masculinas.
Las mujeres heterosexuales develaron que las feromonas masculinas y femeninas son agradables de igual manera.
En cambio, los hombres heterosexuales y las lesbianas prefirieron las femeninas.
Aquellos varones atraídos por el sexo opuesto explicaron, al igual que las lesbianas, que las hormonas masculinas eran muy irritantes.
El procesamiento de la feromona masculina se realizó en el área cerebral que se relaciona con el olfato, mientras que la femenina se procesó en el hipotálamo, eje vinculado a lo sexual.
Hay investigadores que aseguran que nada es innato, sino que se van adquiriendo las tendencias dependiendo del ambiente y patrones culturales, entre otras cosas.
“En la amígdala se concentra toda la información de los sentidos y sentimientos, pero no sabe decidir qué cosa es buena o mala salvo que se le enseñe a hacerlo”, explica el profesor argentino de fisiología humana Marcelo Lazarraga.
De esta manera, los agentes culturales y biológicos serían capaces de modificar física y químicamente el cerebro.
Aunque todavía no se sepa a ciencia exacta si la orientación sexual se elige o se nace con ella, la investigación otorga una herramienta más para acercarse a la verdadera respuesta que puede ser incluso más de una.
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