Si bien
en los últimos tiempos, a menudo oímos mencionar a las familias ensambladas,
poco es lo que se sabe acerca de las diferencias entre este tipo de familias y
las familias tradicionales.
Las
familias ensambladas, se definen como aquella forma de organización familiar en
la que uno o ambos miembros de la pareja tienen hijos de una unión anterior.
Desde el
punto de vista psicológico, la unión entre ambos cónyuges puede ser
indistintamente legal o “de hecho” debido a que enfrentan las mismas tensiones y
los mismos desafíos. No así desde lo legal, que requiere la celebración del
matrimonio de la pareja fundadora de la familia ensamblada.
Las primeras
investigaciones sobre familias ensambladas, allá por década del 70 en USA,
fueron estudios comparativos con la familia tradicional.
Las
conclusiones a que arribaron, señalaban falencias y a los niños criados en esas
familias, como a niños en riesgo. Pero, a medida que su número aumentaba y los
métodos de investigación se tornaban más precisos, los investigadores
abandonaron el punto de vista que las consideraban patógenas y pusieron el
énfasis en sus diferencias estructurales.
Entonces,
hallaron que quienes lograban la integración y la estabilidad familiar, lo
hacían mediante pautas de convivencia propias y diferentes a las de la familia
tradicional.
De igual forma, que nadie
puede jugar al ajedrez con las reglas del juego de damas, las familias
ensambladas no pueden funcionar adecuadamente cuando utilizan las reglas de
funcionamiento de la familia tradicional.
De este modo,
en la década de los 80, se incluyó al divorcio y al recasamiento como etapas
adicionales del Ciclo de Vida Familiar normal.
A pesar del
tiempo transcurrido, la mayoría de las personas que se vuelven a casar
desconocen esas
diferencias e intentan emular a la familia tradicional en su funcionamiento.
El número de divorcios de
los segundos matrimonios supera a los del primero y debido en gran parte,
precisamente, a este desconocimiento.
Lo mismo puede decirse con
respecto a muchos desajustes familiares detonantes de la aparición de síntomas,
especialmente en los niños y adolescentes de esas familias.
Sus principales diferencias son:
–
Las familias ensambladas se conforman sobre la base de
pérdidas importantes: un divorcio o la muerte de un progenitor, y de otras
pérdidas y cambios comparativamente menores, aunque también relevantes, como
son: la pérdida de la relación cotidiana con los hijos, la casa, el barrio,
amigos, parientes.
Peor aún, hay otras pérdidas más sutiles no siempre
reconocidas, como por ej., la pérdida de la estructura de la familia nuclear
(padres e hijos conformando un mismo grupo familiar); la total coincidencia
entre los vínculos conyugal (el que une a los esposos) y parental (el que une a
los padres entre sí); los sueños de un matrimonio para toda la vida; o para la
persona soltera que se une a otra divorciada con hijos, la pérdida de la ilusión
de iniciar la vida matrimonial sin hijos ajenos; o por su parte, los chicos
pierden la esperanza de que sus padres vuelvan a estar juntos, etc.
De modo, que las relaciones ensambladas, tienen siempre como antecedente fuertes
sentimientos de dolor, de tristeza o de ira, que no en todos los casos se han
podido superar.
Estas pérdidas y los sentimientos que las acompañan, suelen
reactivarse al momento del recasamiento confundiendo a la pareja, o a quienes
los interpretan como que “algo no debe andar bien”
–
Los hijos preceden a la formación de la pareja
–
Hay otro progenitor en otro hogar o en la memoria
–
Hay más de dos adultos en función parental
–
Los chicos por lo general circulan entre dos hogares
–
Hay más vínculos y personas involucradas
–
Las emociones que desencadenan las transiciones entre
las diferentes etapas del Ciclo Vital son más intensas.
–
Los sentimientos de pertenencia e identidad familiar
tardan en aparecer.
–
Hay menos control y cohesión familiar.
En la
familias ensambladas las relaciones no se dan espontáneamente, sino que se
construyen lentamente y son el resultado de ciertas tareas que demandan
esfuerzo, paciencia y honestidad.
Precisamente, las que alcanzan la estabilidad son las que han manejado las
necesidades de sus miembros, de modo tal, que la mayoría de ellos están
satisfechos con su nueva familia.
A estas
últimas se las denomina “familias ensambladas exitosas”.
Se caracterizan por :
–
Quienes han tenido un matrimonio anterior han
completado el divorcio emocional.
–
No se apresuran en lograr la integración de sus
miembros. Aquí quiero señalar que todo el proceso lleva de 4 a 7 años.
–
Tienen expectativas realistas acerca de lo que será su
nueva familia ensamblada
> En 1° lugar saben que son una familia diferente y no tratan
de emular a la familia tradicional.
> Los padres biológicos no esperan que sus hijos acepten o
amen inmediatamente a su nuevo cónyuge. Tampoco esperan que éste ame
inmediatamente a sus hijos. No caen en el mito: “si me ama a mí, amará a mis
hijos”, pero en cambio, esperan respeto mutuo.
La aceptación de los nuevos integrantes de la familia es un proceso largo que
depende de la edad de los chicos, del tiempo que pasan en el hogar ensamblado,
de la presencia o ausencia de hermanos, hermanastros y de los requerimientos de
lealtad del otro progenitor.
Es más difícil para los chicos que han vivido mucho tiempo solos con el
progenitor; en cuanto a los adolescentes pueden no integrarse nunca, lo cual no
es un impedimento para que mantengan buenas relaciones familiares.
– A
los niños se les permite expresar abiertamente su enojo o tristeza y se los
escucha.
–
Constituyen parejas sólidas. Si bien, esto es
fundamental en todo matrimonio, lo es más aún, en la familias ensambladas
debido a que están sujetas a mayores tensiones que las familia tradicional.
La pareja, además de las tensiones internas resultantes de organizar la familia
y conciliar los distintos estilos de vida, deben soportar tensiones externas
provenientes de familiares y amigos que no terminan de aceptar el nuevo
matrimonio.
Hay parejas que están tan ocupadas en organizar a su familia que se olvidan de
ellas mismas. Suele decirse que la diferencia entre el matrimonio y el
rematrimonio consiste en que, en este último, los recién casados pasan la luna
de miel preguntándose “¿qué harán los chicos?”.
–
Otras parejas pasan por momentos en los que se
preguntan: “¿qué es primero mi pareja o mis hijos?”.
Esta es una falsa disyuntiva: la estabilidad familiar – que todos los chicos
necesitan para crecer – se logra afianzando la relación de pareja y por otra
parte, una buena relación de pareja les sirve de modelo para cuando en el futuro
ellos formen su propia familia.
Nosotros acostumbramos a sugerir lo que llamamos “relaciones de dos”:
cada progenitor pasa tiempo a solas con cada uno de sus hijos y cada padrastro /tra
con cada uno de sus hijastros.
De a dos, es la forma en que las personas llegan a conocerse mejor, a intimar y
por ende a desarrollar vínculos más sólidos.
–
Cómo a esto hay que agregarle tiempo a solas para
nutrir la pareja, tiempo para desarrollar relaciones de a dos y tiempo para
compartir con toda la familia es perentorio que aprendan a planificar.
Podríamos decir que hay “3 reglas fundamentales” para que las fe, pasen buenos
momentos, incluido vacaciones y fiestas familiares o de fin de año, y esas
reglas son: “planificar, planificar y panificar”.
–
Con respecto al manejo de la disciplina, los
padrastros y madrastras no asumen el rol disciplinario de entrada, sino que dan
tiempo a que se desarrolle el vínculo entre ellos y los chicos. Hasta ese
momento su función es de apoyo al padre biológico.
Esto no significa la exclusión del nuevo miembro, la pareja discute y acuerda
las nuevas reglas pero, es el padre biológico quien las hace cumplir. Es
frecuente que los hombres re-casados digan: “No puedo ocuparme, porque no
estoy en todo el día en casa”.
Cuando se da esta situación, en que los chicos pasa la mayor parte del día con
la madrastra, el padre le hace saber a sus hijos que deben obedecerle a ella en
su ausencia, como si se tratara de él mismo, porque es él quién desea que las
cosas se hagan de esa manera.
–
Después de la disciplina, el manejo del dinero es una
de las tareas más difíciles que enfrentan las familias ensambladas.
Antes de alcanzar la estabilidad, las parejas pasan por distintas etapas, que
van desde creer que no tendrán problemas financieros o que se las arreglarán
pase lo que pase: “después de todo quien quiere hablar de ingresos, cuota
alimentaria, arreglos económicos, cuando la mesa esta tendida con velas y flores”,
hasta que se impone la realidad de la vida cotidiana y para muchos el
resentimiento y la culpa tiñen sus pensamientos: “si yo sabía que el tenía
obligaciones para con sus hijos ¿qué derecho tengo ahora a quejarme?”, pero
no se habla por miedo a dañar la relación, entonces se hace necesario poner las
“cosas en claro” y hacer en el modo de hacer presupuestos, manejar y distribuir
el dinero para afrontar conjuntamente los problemas financieros, sobre bases
realistas.
Estos arreglos económicos son diferentes en cada familia, a veces se manejan con
un pozo común, en otras cada uno reserva dinero propio para sus hijos, etc.
–
Otro de los desafíos que enfrentan las familias
ensambladas, es mantener una “relación civilizada” con el otro hogar de los
chicos, de modo que puedan moverse libremente y sin tensiones entre las dos
casas.
Para ello se requiere, como señalara anteriormente haber completado el divorcio
emocional y cumplir con los compromisos previos.
–
Dado el alto nivel de stress a que están sometidas las
familias ensambladas y la cantidad de tareas que deben realizar para lograr su
buen funcionamiento, deben adquirir ciertas habilidades que les faciliten las
tareas y disminuyan la tensión, tales como aprender a comunicarse a negociar y a
manejar el stress.
Cuando
estas consideraciones son puestas en práctica, las
familias ensambladas son tan viables y satisfactorias como las familias
tradicionales.
Y
si quieres superar tus temores y mejorar tu calidad de vida, te sugerimos
inscribirte ahora en nuestro curso gratis de
Superación Personal, haciendo clic
aquí.