A lo largo de los años me han llegado muchos divorcios donde el motivo de la ruptura era la infidelidad (muchas veces masculina y otras femenina).
Infidelidad que consistía en tener un/a amante mientras se estaba casado/a y con hijos del matrimonio.
En algún caso la infidelidad (del hombre) llegaba a que además de tener sus hijos matrimoniales, durante la convivencia había tenido y reconocido otro hijo extramatrimonial, hecho que mantenía oculto, hasta que el algún momento se hacía público a través de un escándalo, generalmente propiciado por la amante-madre de la criatura.
Un nuevo caso produjo estupor en mí: un hombre casado, con dos hijos de 4 y 2 años, viene a consultarme por su divorcio inminente.
Me dice que ya están de acuerdo en que seguirán viviendo juntos hasta que salga la sentencia, luego él sacará un crédito hipotecario y le comprará la mitad del departamento a la esposa, que ella se irá a vivir con los padres y los chicos, etc.
Continúo con los demás ítems ineludibles en un divorcio:
– Tenencia a favor de la madre, digo, (indudablemente, son menores de 5 años). Hay que pactar un régimen de visitas y una cuota alimentaria. ¿Qué propone?
Ahí llega la sorpresa: ¡ Nada! ¡ Ni régimen de visitas ni alimentos! Esos chicos no son mis hijos. Mire los estudios genéticos que les hice: ¡no soy el padre…!
Lo sospeché siempre pero lo confirmé hace un año. Ella no sabe que lo sé. Pero ahora puede llamar a su abogada y decírselo.
Ella está reunida en este mismo momento con una profesional, aquí tengo el teléfono y ella sabe que estoy aquí…Además, quiero que les cambien el apellido a los dos…
¡Glup…!!! (respiro hondo para rearmarme).
Hablé con la abogada,"le transmití lo que decía mi cliente" y por supuesto no lo creyó, aunque se comprometió a hablar inmediatamente con su clienta, que acababa de irse.
Imaginé la escena de violencia que se suscitaría en la casa esa noche, cuando ambos regresaran y ella supiera que él sabía y a la vez que los chicos iban a perder definitivamente "un padre" (aunque no fuera biológico).
Nada de eso sucedió. Todo fue armonioso como si nada grave pasara. Ella no pedirá alimentos. El no pedirá régimen de visitas.
Tramitarán el divorcio y luego él iniciará una acción de impugnación de la paternidad a la cual tal vez ella se allane.
Lo peor será cuando se lo diga a mis padres, dijo mi cliente, y se enteren que no son los abuelos.
¿ Y los chicos? ¿ Ud. no los quiere igual?
¡NOOO…!
Ambos están urgidos por iniciar el divorcio lo antes posible. No les darán por el momento ninguna explicación a los niños.
Cambiarán en futuro mediato su filiación, perderán el contacto definitivamente con quien desde su nacimiento cumplió el rol paterno en los hechos y ante la ley…
Mi cliente seguirá su vida. Su futura ex esposa también.
¿ Y esos chicos? ¿ Qué pasará con ellos cuando sepan la verdad? ¿ Qué pasará con el verdadero padre de los niños?
¿ Los reconocerá cuando se haya probado por sentencia judicial que no son de mi cliente? ¿ Sabrá de sus existencias? ¿ Se tratará del mismo, serán dos distintos?
La única certeza que se tiene es que los hijos son paridos por la madre. Nada más.
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