Tradicionalmente la enfermedad ha sido considerada por el modelo médico como el
resultado de la acción de un agente externo sobre el organismo, desconsiderando
la intervención de otros factores en su producción y desarrollo.
Esta explicación reduccionista ve en la enfermedad algo puramente negativo de lo
cual es necesario deshacerse, sin tomar en cuenta aquello que ésta expresa, lo
que manifiesta.
Trascendiendo esta visión puramente materialista, podemos
ver la enfermedad como algo mucho más amplio y complejo.
Si pensamos la salud
como el adecuado desarrollo de la persona en los planos biológico, psicológico,
social y espiritual, podemos decir que la enfermedad representa una falta o
distorsión en alguno de estos aspectos que involucran al desarrollo de la
totalidad del hombre.
Dado que estos planos se hallan totalmente relacionados
entre sí, una falta en alguno de ellos puede manifestarse como enfermedad en
cualquiera de los otros.
Desde este punto de vista la enfermedad se convierte en
beneficiosa. Los síntomas son señales que nos indican la necesidad de un cambio
que de otro modo nos habría pasado desapercibida y no podrán erradicarse hasta
que se produzca la transformación necesaria.
La salud se convierte así en un
estado ideal de armonía o delicado equilibrio entre estos distintos niveles y la
enfermedad en un apartamiento respecto de la totalidad del conjunto y del flujo
que integra los distintos niveles entre sí.
Pensar la salud desde esta nueva óptica implica no solo un cambio en nuestro
modo de entender la salud y la enfermedad, sus causas, sino también en nuestra
manera de tratarla. El modelo médico se ha basado tradicionalmente en la
supresión del síntoma, su acento está puesto en atacar la enfermedad y no en
desarrollar el potencial de salud que posee todo ser humano.
Creer en la salud como desarrollo del potencial humano es dar por sentado que en
el hombre existe una esencia de valores humanos y que en todos existe la
necesidad de desarrollar esos valores. La enfermedad como distorsión de esos
valores marcaría el camino a seguir en sentido contrario para alcanzar la salud.
El camino para alcanzar la salud es un proceso de evolución que va desde la
falta a la completud, del error a la verdad, de la ignorancia al conocimiento y
del defecto a la virtud. A decir de Maslow “el hombre autorrealizado” en la
plenitud de sus potencialidades.