Es curioso como
se producen los cambios en la moda, como se va modificando la forma en que se
produce y se vende la ropa. Si pensamos un poco, nos daremos cuenta que hace
unas cuantas décadas (o unas décadas y un siglo, si se prefiere) el concepto de
talle ni siquiera existía.
Al no hacerse
ropa en serie, sino especialmente para cada persona, era innecesario tener un
una norma general que pudiese aplicarse a todas las personas que necesitasen del
producto, ya que se cortaba y cosía especialmente y por lo tanto era siempre del
tamaño correcto, con mayor o menor precisión dependiendo de la habilidad que
tuviese el sastre o la tejedora para hacer su trabajo.
Eran esos los
tiempos en que no se podía comprar la ropa en un negocio que se dedicase a la
venta de la forma en que lo hacen en estos días, sino que había que ir a una
persona especializada, un sastre, quien se encargaba de tomar todas las medidas,
de hacer el modelo, de elegir la tela (todo con nuestra colaboración y elección,
por supuesto) y confeccionar la prenda. Por supuesto, también existía la otra
muy popular opción de comprar la tela y hacer la ropa uno mismo.
En cambio, en
los tiempos que corren la forma de comprar la ropa ha cambiado muchísimo. No es
que no existan ya sastres o que no se pueda conseguir ropa confeccionada
especialmente para nosotros (esto todavía existe y es muy utilizado, en especial
para ocasiones especiales o por aquella gente que desarrolla sus actividades en
el campo de los medios y de la exposición constante), pero la verdad es que por
costos y simpleza, a la mayor parte de las personas nos resulta más sencillo y
cómodo ir a una casa de ropa y comprar ropa que ha sido confeccionada en serie,
cientos de prendas exactamente iguales, y a la que no necesitamos hacerle tantas
pruebas y ajustes para poder usarla.
Por supuesto,
esto generó la necesidad de que hubiese alguna forma de
estándar
que permitiese la producción de las ropas en grandes cantidades, un sistema de
medición que simplificase a los compradores la selección de los productos a
comprar y también hiciese a los productores mucho más sencillo la ardua tarea de
decidir que tamaños de ropa deben producir en mayor y menor cantidad.
Además,
si no hubiese una medida general, la verdad es que sería necesario hacer una
prueba de todos los talles cada vez que vamos a comprar, ya que serian todos
distintos y entonces todo el proceso llevaría mucho más tiempo.
La tendencia
siempre es a simplificar el proceso de compra y producción en todo lo posible,
ya que es la forma en que podemos sacar mayores ganancias con menos gastos, al
poder planificar con anticipación que es lo que se necesita hacer y cuanto es lo
que se podrá vender, para no tener que producir de más.
A la larga,
igual, esto produce que ciertos talles, los cuales se venden mucho menos,
tiendan a desaparecer de las bateas de venta y se los produzca menos.
Lo que es
curioso es como en estos tiempos, y debido en gran parte probablemente a los
constantes cambios que se producen en los hábitos de consumo de la gente
alrededor de todo el mundo (cambios muchas veces producidos por los diferentes
modelos de costumbre que van apareciendo, desde los medios y las tapas de las
revistas), estos talles se han vuelto menos y menos confiables y podemos
preguntarnos cuan útiles realmente nos pueden ser en estos tiempos.
En este
articulo haremos un pequeño comentario sobre ellos, con algunos consejos que
pueden resultarnos muy provechosos a la hora de comprarnos ropa nueva.
Un poco de
historia
Hagamos un pequeño
comentario de historia, ampliando lo que decíamos anteriormente.
– Los primeros negocios de
ropa ya hecha, fácilmente adquirible, que prosperaron gracias a lo rápido del
sistema y al precio, mucho más bajo que el de un sastre, aparecieron a
principios del mil ochocientos.
– Estos primeros negocios
eran de ropa para hombre, ofreciendo ropa bien hecha, resistente y
comparativamente más barata. Además, necesitaban de mucho menos tiempo de
preparación antes de que la prenda pudiese ser utilizada finalmente.
– Curiosamente, los primeros
negocios para mujeres con esas mismas características fracasaron. Esto se debió
principalmente a que las mujeres necesitaban una mayor variedad de talles. Los
hombres, aparentemente, tendían mucho más a arreglarse con un puñado de tamaños,
mientras que las mujeres necesitaban de algo mucho más especifico, especialmente
si utilizaban corsets para modificar el tamaño de su cintura.
– La necesidad de estas
modificaciones hacían que los precios subiesen. La popularidad de esta idea
descendió velozmente.
– Durante el siguiente
siglo, solo unos cuantos productos podían producirse en masa para las mujeres,
siendo en general aquellos que se usaban como complementos y que no necesitaban
adaptarse tanto al cuerpo en particular de cada mujer.
– Un siglo después, en la
década del veinte, las nuevas tendencias en la ropa, el estilo derecho, que
generaba una silueta bastante parecida a la de un chico, permite que la ropa en
serie que ya se producía para hombre pueda empezar a producirse para mujeres
también.
– A partir de allí, con
estilos un poco más pegados al cuerpo y que mostraban más las formas femeninas,
los productores de ropa empiezan a pensar formas de poder producir en serie y
aun así respetar los gustos de las personas.
– En los treinta y los
cuarenta adoptan un sistema de medida que parece adaptarse a la mayor parte de
las mujeres.
– Aun así, aquellas personas
que se encontraban fuera de lo “medio”, aquellas muy altas, bajas, flacas o
gordas; necesitaban comprar ropa y hacerla modificar. Los costos para producir
estos talles más extremos en grandes cantidades eran demasiado altos.
– Durante los setenta,
curiosamente, este sistema de talles empieza a perderse un poco y dependiendo
del productor y del lugar de origen de la prenda podemos encontrarnos con que un
talle no tiene nada que ver con otro. Se pierde prácticamente toda uniformidad
que existiese hasta ese momento.
– Hoy en día, la situación
es bastante cercana a la que acabamos de describir. Algunos productores tratan
de seguir los modelos históricos y las medidas que se consideran estándar,
mientras que otros modifican los talles bastante a su antojo, pensando en sus
propios intereses al hacerlo y no en una lógica que permita hacer las cosas más
sencillas a los compradores.
– Algo que algunos
fabricantes hacen es jugar con la vanidad de sus compradores, agrandando el
tamaño de sus talles, con lo que consiguen que quien va a comprar considere que
está usando un talle menor, cuando en realidad solo esta usando uno con un talle
numerado de forma menor que el de otra marca.
– Esto tiene que ser tenido
en cuenta a la hora de hacer una compra, en estos días.
Por supuesto, este pequeño
repaso de historia nos permite ver como se ha modificado la utilización de los
talles a lo largo del tiempo y por lo tanto nos permite ver que probablemente (bah,
seguramente) no es una buena idea obsesionarnos en demasía con los mismos.
Algunos
consejos para encontrar el talle más adecuado
El primero, referido a lo
que veníamos diciendo es que no podemos permitir que un talle afecte nuestra
autoestima. Es tan solo una medida, más o menos arbitraria, que no es de ninguna
forma la verdad absoluta sobre el mundo y que no indica nada sobre nosotros.
Inclusive, como podemos ver,
no siempre los talles y las mujeres se han llevado muy bien, así que si podemos
siempre utilizar ropa sin modificaciones tenemos que estar agradecidas, pero no
tenemos que desesperarnos de ninguna forma si esto no sucede ya que es algo
mucho más común de lo que podemos pensar en un primer momento.
Pero estos consejos se
referirán especialmente a aquellas personas que pueden tener problemas en caso
de que tengamos algunos problemas para encontrar la ropa que mejor nos sienta; y
nos ayudarán a eliminar una buena parte de la frustración que esto pueda
generar.
– Nunca podemos
obsesionarnos con un solo talle. De nada. Siempre tenemos que llevarnos al
probador más de un talle (al menos dos, de ser posible tres), para encontrar el
que mejor nos queda.
– No existe ropa para
absolutamente todas las personas. Ninguna marca se adapta a todo el mundo, sino
que hay algunas, con sus talles específicos, que son mejores para algunas
personas y algunas que son mejores para otras.
Si podemos encontrar cual es
la marca que mejor nos sienta, entonces tenemos que quedarnos con ella y dejar
de lado todas aquellas otras que no nos sirven, aun si son las marcas de moda o
las que más querríamos usar. Nuestro cuerpo nos marcará cuales son las
correctas.
– Si estamos cerca de
encontrar una prenda que nos sirva correctamente, si tan solo le falta un
poquito para ser perfecta, entonces hagamos que la modifiquen. No es fácil de
encontrar algo que nos vaya tan bien y esto hace que sea muy valioso.
Si necesitamos la ropa para
algo especialmente importante, como una entrevista de trabajo o una cita,
entonces el hacerla modificar logrará que se nos vea perfecta y estemos mucho
más elegantes.
– Si estamos habituadas a
gastar mucho dinero en modificaciones para nuestra ropa, entonces tal vez no
tenga demasiado sentido insistir en la compra de ropa producida en serie, sino
que puede ser una buena idea directamente comprar ropa hecha especialmente, ya
que a la larga puede resultarnos no solo más barata, sino también se nos verá
mejor y seguramente nos resultará más barata. Además, esto nos permitirá elegir
todo lo que compone a la prenda, y será completamente de nuestro gusto.
– Nunca hay que ignorar la
importancia de una buena caída de la ropa, de vestirla con elegancia. En el
mundo de los negocios la imagen es vital y si la ropa nos queda bien entonces
nuestra imagen será mucho más impactante. Nunca es un desperdicio el gastar un
poquito más para lograr tener esta apariencia de persona efectiva, trabajadora y
seria.
No deberíamos olvidarnos de
que hay otras formas de comprar ropa, no solo las tiendas de ropa ya hecha en
serie. Si tenemos problemas para encontrar talles que nos sienten bien, entonces
podemos pensar en alguna de las alternativas que existen y con eso seguramente
podremos encontrar ropa que nos vaya muy bien y probablemente los costos tampoco
sean mucho mayores.
Los sastres pueden ser
nuestros mejores amigos, como lo han sido de muchas mujeres a lo largo de toda
la historia. Y con ropa especialmente hecha podemos gastar un poco más, pero
ahorrar mucho tiempo y lograr una imagen realmente perfecta.
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