Muchas veces a
la mujer se le exige que sea una buena ama de casa, una excelente madre, una
muy buena trabajadora y una perfecta amante. Obviamente además tendrá que
permanecer espléndida durante las 24 horas del día. Pero ¿puede realizar todo
sin cometer ningún error? ¿Cómo puede sobrellevar esta carga?
Las mujeres de
hoy en día viven exigidas por los hombres, ya sean sus padres, jefes o maridos.
Están obligadas a hacer todo bien, desde dedicarse al cuidado de los chicos y
de la casa hasta desempeñarse bien en el trabajo.
Muchas mujeres
lo asumen como algo que es una condición esencial en toda mujer, estar siempre
bien y realizar todas las tareas posibles sin ningún sobresalto. Pero llega un
momento en que tienen que decir “Basta”. De lo contrario las exigencias no
terminarán nunca.
Los hombres quieren que sus
mujeres se ocupen de mantener limpia la casa y además trabajen afuera, que
estén flacas y lindas, que sean buenas madres pero sin sobreproteger a sus
hijos, y además que sean buenas a la hora del sexo.
Obviamente cualquier mujer lo
puede llegar a realizar, pero eso exigiría un desgaste mental y físico que se
hace más evidente con el paso de los años.
Es mucho el trabajo de ocuparse
sola de la casa y además mantener una cierta responsabilidad en el ámbito
laboral.
Muchas mujeres son criadas para
ser perfectas en todo lo que hagan, para ser queridas y aceptadas por la
sociedad machista.
En realidad la respuesta es
encontrar los propios límites y decir basta. Poder satisfacer sus deseos
personales, sin pensar en el que dirán.
Muchas trabajadoras en relación de
dependencia se ven atadas por los horarios laborales y llegan corriendo a sus
casas para prepararle la cena a su marido y a sus hijos. Esto está mal, si
realmente no desean trabajar bajo determinados horarios lo mejor es poder
emprender un proyecto propio y manejarse los tiempos.
A veces es difícil dejar un
trabajo seguro para iniciar algo desconocido, pero es mejor jugarse por lo que
uno siente a que seguir penando toda la vida por ese trabajo que no deja
espacio para vivir.
Y
como, aún así, probablemente nunca les alcance el tiempo, sería también
necesario delegar algunas actividades en el
hombre, como por ejemplo el cuidado de los chicos o de la casa.
Imagen
corporal
Las mujeres de hoy en día buscan
continuamente la perfección. Y esa perfección para ellas comienza a lograrse a
través del cuerpo. Lograr la figura perfecta es su meta. Pero esto puede tener sus complicaciones,
como trastornos alimentarios y mentales. Muchas mujeres llegan a deprimirse por
el estado de su cuerpo, y esto lleva a que descuiden sus otras actividades.
Ser atractiva es lo que toda mujer
desea, no importa ya su capacidad intelectual, sólo verse bien frente a un
espejo y que la otra persona se lo reconozca.
A veces también la culpa proviene
de la educación que reciban tanto de sus padres como de los valores impuestos
por la sociedad en la que viven.
Una regla es verse flaca y
atractiva. Otra también es estudiar alguna carrera para poder desarrollar
cierta independencia del hombre. Y por último casarse y tener hijos. Las
mujeres de más de 30 años que siguen solteras son mal vistas por toda la
sociedad, y más que el hombre.
A raíz de esto muchas mujeres
sienten la obligación de cumplir estos tres pasos y su único objetivo en la
vida es ese.
En realidad cada mujer debería
preguntarse qué es lo que quiere para su satisfacción personal. Muchas desean
estar solas un tiempo o a lo sumo acompañadas por alguien que las deje ser.
Una enfermedad muy común
si esto no se logra es la
depresión. Esto se da por la necesidad de conseguir ser perfecta y no poder
lograrlo.
Como dicen
algunos psicólogos,
la perfección es tan inalcanzable que da paso a la depresión. Existe una brecha
muy grande entre lo que se es y entre lo que uno piensa que tendría que ser.
Son muy pocas las mujeres que al mirarse al espejo se sienten complacidas con
sus figuras, sus trabajos, sus relaciones.
Aspiraciones muy exigentes que difícilmente se
cumplan
Por naturaleza la mujer es más
proclive a realizar cosas por los demás, para que los demás las aprueben.
Un arma muy importante que ayuda a
profundizar esto es la publicidad. Todos los días en la televisión, en las
revistas y en las calles se ponen como modelos de mujer a los mejores cuerpos
que existen. Y eso repercute en las personas inseguras que buscan “perfeccionarse” para tratar de llegar a ese ideal.
Debido a la publicidad son cada
vez más los productos cosméticos que las mujeres están decididas a comprar.
Desde una crema antiarrugas hasta productos para el pelo (tinturas,
acondicionadores, shampoo, etc.) son indicativos de la perfección que la mujer
busca a diario.
Anteriormente se daba que la mujer
debía ocupar solamente un lugar en la casa. Ser una perfecta ama de casa era lo
mejor que le podía pasar a una mujer. Pero hoy en día esas aspiraciones
cambiaron mucho, y a al cuidado de la casa y de los hijos se les sumaron los
requisitos del trabajo y de la pareja.
Por eso se dice que es una
combinación perversa ser una perfecta empleada y además cuidar muy bien de la
casa y de los hijos. Sin contar con ser una amante perfecta.
El
mundo laboral
Desde comienzos de la década del
60 se consideró al ingreso de la mujer al ámbito laboral como una aspiración personal
y de realización de género por parte del sexo femenino.
Pero desde mediados de los 80
esto fue cambiando. La mujer comenzó a tomar el papel de principal fuente de
ingreso en el hogar incluso superando al hombre en sus ingresos, lo que generó
una situación de competencia entre ambos.
También llevó a un desgaste
físico de la mujer, porque mientras el hombre sólo se preocupa por el trabajo,
la mujer además tiene que seguir siendo una excelente ama de casa, y por lo
tanto realizar una doble jornada laboral.
Según algunas estadísticas las
mujeres trabajan unas 15 horas diarias sumando ambas tareas, o sea el doble de
lo que lo hacen los hombres.
Muchas mujeres se niegan a delegar
tareas como el cuidado de los niños y el mantenimiento de la casa, por ejemplo.
Aunque a veces están obligadas a hacerlo, como por ejemplo llevar a sus chicos
a una guardería antes de la edad prevista, para poder cumplir con sus horarios
laborales.
Las exigencias son tantas que
cuando sienten que no pueden cumplirlas a la perfección lo viven como un
fracaso.
A veces se sienten culpables por
cosas que no pueden manejar. Como por ejemplo cuidar de sus hijos, que una vez
que crecen hacen cosas por las cuales luego las mujeres son señaladas como
culpables.
Pero, en realidad, los maridos también tienen un grado de culpa por no
haberse ocupado de la crianza de sus hijos como debían.
Por eso hay mujeres maduras que
priorizan los espacios de desarrollo personal que antes vivían como incompatibles con sus
tareas maternales. Y ante la mínima complicación no dudan en elegir lo mejor
para ellas, en el caso de tener hijos cuidar de ellos y si no los tienen aún
poder realizar una carrera laboral satisfactoria.
La
solución es compartir
Para muchos profesionales de la
salud o psicólogos la clave está en compartir tareas con los esposos.
Las tareas domésticas como la
crianza de sus hijos debe ser compartida por ambos. Para eso las mujeres y los
hombres deben estar preparados para asumirlo. Ese es el gran problema que
tienen hoy en día. Son muy pocas las parejas que comparten esto. Las mujeres
creen que sólo ellas pueden administrar bien un hogar y criar a sus hijos. El
hombre está como destinado a trabajar y nada más, a traer el dinero a la casa.
Pero en realidad esto puede ser
compartido. Los chicos necesitan tanto de la madre como del padre para su
crianza. Ambos les deben brindar la enseñanza básica en los primeros años de
desarrollo.
Esto no es sólo problema del
machismo de los hombres, existen muchas mujeres que sin saberlo tienen
actitudes machistas. Piensan que son las únicas capaces de hacerse cargo de
todo. Hacer todo y hacerlo bien es el pensamiento de esta clase de mujeres.
Pero
ese es un juego peligroso y
una tiene que saber cuándo salirse de éste.
Dejar los deseos personales atrás
es muy peligroso. Lo mejor es poder decir basta.
Esta es la parte más difícil.
Renunciar a la idea de perfección no es sencillo. Es imprescindible aceptar que
una es falible y se puede equivocar. Ninguna mujer es perfecta,
y todas tienen sus
debilidades.
Los miedos son un factor que
juegan en contra de la mujer. El miedo a la soledad, a no tener hijos, a no
poder conseguir un trabajo mejor, etc.
Todos estos temores paralizan a
las mujeres, por lo que es importante poder vencerlos y de una vez por todas
decidirse a cumplir los deseos.
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