¿Recuerda la última vez
que se olvido algo? Seguramente, se haya resignado a pensar que ese desliz era
parte de la edad, y que no había nada que hacer, más que esperar sentado hasta
que en el algún momento el nombre de ese político, futbolista, o marca de auto,
vuelva a su mente.
Sin embargo, así como
recuerda perfectamente ese momento, también podría recordar más sencillamente
esos datos, eliminando las verdaderas causas que afectan su memoria. Sucede que,
a diferencia de lo que se suele creer, investigaciones médicas afirman que la
disminución en la memoria no tiene una relación directa con la edad, sino con
otro tipo de cuestiones. Y de hecho, al margen del rigor científico, alcanza
con ver la cantidad de personajes relevantes que concibieron sus grandes obras
ya de muy adultos.
El problema de las creencias
Pero esta arraigada (y
falsa) creencia de que la memoria disminuye inevitablemente con el paso del
tiempo, provoca que muchas personas que tienen problemas para recordar ciertas
cosas, incluso por razones que en realidad no tienen que ver con la
misma memoria, desistan de concurrir a un médico para solucionar su
problema, o lo hagan demasiado tarde, cuando las verdaderas causas del trastorno
hayan ya avanzado.
En rigor, la memoria
consiste en un amplio sistema de interconexiones de neuronas, que conforman una
red de circuitos nerviosos. Pero los problemas propios de la memoria, que surgen
a raíz de fallas con estas interconexiones, o con las mismas neuronas, y sí
tienen relación con el avance de la edad, se da sólo en un 20 por ciento de las
oportunidades.
El restante 80 por ciento
de personas que sufren problemas de memoria experimenta este trastorno por
causas relacionadas, en mayor medida, con el consumo excesivo de alcohol,
tranquilizantes, fármacos, déficit de vitaminas, o desordenes hormonales, y, en
menor medida, con estados de ansiedad o depresión, es decir, complicaciones que
no tienen relación directa con la edad.
Sugerencias para no olvidar
Por eso, es importante
que ante los primeros síntomas de pérdida recurrente de la memoria, se consulte
a un profesional especializado. En el caso de que el problema no tenga relación
con la memoria misma (como vimos, el 80 por ciento de los casos), el médico le
recetará una nueva dieta que incluya, por ejemplo, la prohibición de tomar
alcohol o fármacos en exceso, podrá suministrarle una terapia de reemplazo de
hormonas, o bien lo derivará a un profesional de la salud mental para que lo
asista en un tratamiento para vencer la ansiedad o depresión.
En el caso de que el
problema sí tenga que ver con la memoria en sí misma, también se podrán
recomendar ejercicios de mente que ayuden a reforzar las interconexiones, o
crear nuevas ramificaciones, entre las neuronas. Los mismos pueden ser el
ajedrez, los crucigramas, el bridge, aprender un idioma nuevo o manejar la
computadora.