Sin
lugar a dudas, la interacción del cuerpo con la mente es la base del deterioro
motriz, pero también es la salida a las depresiones. Es fácil ver a través de
la imagen de un individuo, como ha vivido, cuales son sus inquietudes, como le
gusta relacionarse, y de que manera disfruta.
El
esquema corporal
es la tarjeta de presentación de una persona al mundo, a un
mundo que necesariamente exige una forma, una actitud. Habla de su propia visión
y de las ganas que tiene de seguir siendo independiente.
El
no poder alcanzar una taza en el estante superior, hace que la persona sea
necesariamente dependiente. Muchas veces de manera inconsciente y otras no
tanto, marca su propio estado emocional, en la relación que tiene consigo mismo
pero sobre todo con los otros, y a través de su cuerpo, la conexión que los
acerca de acuerdo a las necesidades de esa persona.
Poder
tomar decisiones propias aleja a un individuo de las condiciones ajenas y lo
libera de manera extraordinaria de las imposiciones. Lo deja sostenerse moral y
posicionalmente ante los demás y lo deja crecer como ser creativo y autónomo.
En
general existe un rol familiar que va cambiando con el
deterioro del cuerpo. Ese
rol se modifica constantemente según las necesidades físicas de la persona
mayor, pero también puede corregirse con un buen rompimiento -modificando su
situación corporal- haciendo que los demás, se replanteen a si mismos, la visión
que tienen de usted.
La
decepción por si mismo, está relacionada con la supuesta desilusión del otro,
y la imagen que se muestre al mundo estará conectada directamente con la
exigencia de autoposicionarse en un sitio respetable (a la mirada de los demás)
para poder valorarse uno mismo.
La
identidad está en proceso de fragmentación y vulnerabilidad. El psicoanálisis
hace su aparición en medio de un sistema de exclusión arbitrario en el que el
que menos tiene queda fuera. Es el caso de la privatización de la problemática,
en la que se individualiza el conflicto y se omite la importancia de las
estructuras estadísticas.
En
conclusión, las limitaciones que acompañan a la vejez dependen en mayor medida
de la decisión que tengan para tomar las riendas y superarlas. La ejercitación
física es una buena forma de alcanzar una mayor libertad, manteniendo una
posición social más allá de las imposiciones superficiales y haciéndose
fuerte uno mismo.