Cómo decir que no a tus hijos (sin sentirte culpable)    

Pareciera que los niños nunca se cansan de pedir a sus padres que les compren algo. ¿Cómo manejar la situación?

Cómo decir que no a tus hijos (sin sentirte culpable)


 

  


Frase repetida por los niños varias veces al día al ser objeto de la variedad publicitaria de múltiples productos que oferta el mercado en la actualidad: desde productos alimenticios de diversos efectos llamativos, nuevos sabores, juguetes y accesorios de los últimos personajes y superhéroes, con los que el niño se identifica, etc.

Observamos que lo útil, necesario y significativo es sustituido por lo superfluo y efímero. Productos en su mayoría listos para “usar y tirar”, en los cuales el tiempo de uso es muy reducido, creando la necesidad de ser sustituidos por otros.

Ante el pedido insistente, los adultos nos vemos en un gran dilema en nuestro actuar. Debemos tener en cuenta, que lo que pide el niño, en el “comprame, comprame,”en ocasiones en forma caprichosa, es una satisfacción inmediata a su requerimiento, sin postergación y sin renuncias.

Es de suma importancia el poder “decir que no”, aunque a veces esté dentro de nuestras posibilidades el poder satisfacerlo.

El “no” frustra, pero a su vez organiza y traza límites, ayudando a incorporar ciertas normas y orden.

Medios y Fines

Hay que considerar el mensaje que se transmite en el grupo familiar, Por ejemplo: no es lo mismo una familia en la cual se transmite el esforzarse para lograr algo teniendo en cuenta los caminos a seguir, que otra donde se prioriza el consumo como único fin, sin importar los medios.

Se debe tener en cuenta, no manejarse mediante premios y castigos, en relación a las cosas, ya que se pierde el valor de los logros o enseñanzas, a favor del tener o no tener.

Escuchamos repetidas veces a los padres:”si te sacás buenas notas te compro el…, si te portás bien, te doy la…”, quedando enlazados los actos a la posibilidad de conseguir algo a cambio.

En la actualidad damos prioridad al tener, en detrimento del ser, dejando de lado los valores intrínsecos del ser humano. Los objetos debieran ser un medio y no un fin en sí mismos.

La seguridad en los niños debe estar incorporada en ellos y no en lo que poseen.

Qué hacer con el tiempo

En esta época donde pareciera relacionarse el tener con el tiempo, hay una tendencia a no dejar que la falta aparezca en escena, el niño es sobrecargado de juguetes a su alcance con el fin de “estimularlo”, ¿me pregunto qué estamos estimulando, qué privilegiamos?

Debemos tener en cuenta, que contrariamente a lo que se piensa, con respecto al aburrimiento en los niños, calificado usualmente en forma negativa, donde aparentemente no hay nada para hacer, son los momentos donde el niño puede utilizar su creatividad, su imaginación, para poder salir de ese estado.

Es de suma importancia no sobrecargar al niño con actividades pautadas a lo largo del día, dejando tiempo para que lo pueda usar con libertad.

Un tiempo donde el propio niño es su dueño, propiciando de esta manera mediante el juego ya sea dramatizando o con la creación de algún juguete con materiales que él elija, la elaboración de sus padeceres. Donde la pausa tome su verdadero valor referido a los intereses particulares del niño.

Qué se pide

Concluyendo podemos decir que el pedido, la demanda, entra en juego desde el nacimiento a partir del llanto del bebe, siendo la madre u otra figura significativa, quien le otorga un significado a este mensaje: “tiene hambre, frío, sueño, le duele algo…”.

Esta demanda es esencialmente una demanda de ser escuchado, una demanda de amor.

Entre lo que se pide y lo que el otro da, va a quedar algo por decir, por desear, siempre queda un resto.

Por Dalia Sneider

   

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