Los roles de hombre y mujer están cambiando lentamente, pero de manera notoria. Hay una tendencia a crear cambios más flexibles y menos asexuados.
La ancestral idea de “él trabaja y ella cuida la casa” se ha sustituido por “uno trabaja y otro cuida la casa” o, en la mayoría de los casos, “los dos trabajan, los dos cuidan la casa”.
“La educación cultural es muy fuerte y se cree que el hombre es un discapacitado doméstico. Ni siquiera se le da la oportunidad de hacer los quehaceres como algo natural.
Las madres no enseñan a sus hijos varones desde pequeños a realizar las actividades de la casa o no comparten con ellos esos momentos: como cocinar, tender la ropa, hacer las camas y hablar sobre la importancia de la ayuda en el hogar.
Es muy fácil luego quejarse y reprochar, pero es que nadie nace sabiendo. Los individuos aprehendemos de lo que se ve y si hay conductas que no se ven no pueden exigirse luego resultados”, comenta el psicólogo argentino Norberto Vadillo.
En Argentina existe una Liga para hombres que se dedican a las tareas del hogar. Sus miembros realizan cursos y están en contacto para ayudar al compañero en alguna emergencia domestica:
“Hay una gran apertura en las generaciones jóvenes: la mujer estudia tanto como el hombre y reclama trabajar fuera del hogar, lo que hace que compartan roles en una actitud de igualdad, no de competencia”, explica Hernán Torre Repiso, presidente de la Liga de Amos de Casa de Argentina, Buenos Aires.
La visión de que el hombre es totalmente dependiente de la mujer para tener las tareas domésticas al día es ya anticuada. “No debería haber hombre que dependa de una mujer para poder comer, o tener su camisa limpia o planchada o su casa limpia.
Cada vez hay más individuos que viven solos o debido a la crisis o falta de empleos, cada vez hay más hombres que se quedan en el hogar mientras la mujer sale a trabajar y este intercambio de papeles no tiene por qué ser mal visto”, comenta Vadillo.
“En el 2001 la empresa donde trabajaba, quebró. Busqué trabajo durante muchos meses, pero no surgió nada. Mi mujer trabaja muchas horas al día y no podíamos permitirnos una persona que nos ayudara con los quehaceres domésticos y que atendiera a nuestros hijos pequeños, así que no tuve ningún problema en quedarme en casa y ser útil desde ese lado.
No me criaron para limpiar, cocinar o atender las 24hs a los hijos, pero he aprendido los oficios sin inconvenientes. Lo veo como algo natural dentro de las necesidades que hay que cubrir y no nos va mal así”, sostiene Pedro García Méndez, comerciante argentino.
Cómo ser un amo de casa
– Involucrar a los niños varones en las tareas del hogar, enseñarles su importancia, el valor de la ayuda mutua y crearles amor por los trabajos domésticos para que a medida que crezcan los puedan hacer como parte natural del desarrollo.
– En una pareja es una buena alternativa la de dividir las tareas y no hacer las que tiene estipuladas el otro si éste no las lleva a cabo. El compromiso debe ser de ambos.
– El hombre no debe tomar la realización de las tareas de la casa como una humillación o un fracaso profesional.
Tanto en su tiempo libre como si no tiene trabajo la utilidad y el beneficio que pueden brindar colaborando con esta tarea es muy importante y vital para el buen funcionamiento conyugal y familiar.
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