Los celos en general y en la pareja en particular
No se trata de celos de hijos cuyos padres hagan notorias diferencias de trato entre hermanos ni de un miembro de la pareja que descubre actitudes engañosas en su partenaire, y eventualmente una infidelidad.
Los “Celos que carcomen" son los absolutamente imaginarios, los que se sufren con la aparición de un tercero que interacciona (aunque sea casualmente) con la otra parte del vínculo que tememos perder. Es el celo-alucinación, el celo alarma, el celo terror a la pérdida y al ataque, el celo inseguridad.
Celos, envidia, voracidad, trilogía de emociones "negativas" que alimentaron la creación de diez mandamientos y miles de leyes en todo el mundo que ningún poder judicial logra que se cumplan finalmente.
Sentimientos que habitan en el origen de la vida, y en la concepción mítica del mundo que los propios hombres escribieron en los relatos religiosos y en los artísticos.
Aún dentro de su oculta simbología en nuestro pasado lejano hay un Caín que mata a un Abel, o un Yago que induce a 0telo al homicidio a través de una calumnia porque desea su puesto, o una madrastra que inútilmente pregunta "espejito, espejito….¿quién es la más linda del reino"? y ante la respuesta que certifica la falta, se instala ella la idea de regalar a su rival una manzana envenenada.
Los celos son afectos constitutivos de nuestras más pequeñas células narcisísticas, y no hay ser viviente que en alguno de los ámbitos de su existencia no los haya sentido alguna vez.
También se nos revelan los celos como ingrediente del amor de pareja y se evidencian de las más diversas maneras (instinto de posesión, temor a la pérdida, fascinación del rival, pulsión de muerte, actos de violencia, o como espuela para el erotismo en un vínculo).
Pero fundamentalmente los celos "imaginarios" o "alucinatorios" son los generadores de conflictos en las parejas, en las familias, en los espacios laborales, y hasta en las contiendas políticas.
Hasta se podría decir que dos gerentes de programación de emisoras competidoras hoy mueven el tablero de la grilla de ciclos televisivos para ganar el amor del público, de manera irrespetuosa hacia esos espectadoras, más allá del negocio que los aumentos de ratings puedan ocasionar.
Porque…. en teoría buscamos una definición y un origen de los celos, saciamos nuestra ignorancia hasta conocer la fibra más íntima del monstruo verde de las siete cabezas, pero…¿y luego qué?
¿Qué hacemos con ese saber si no podemos lograr una apropiación instrumental que nos ayude a producir un cambio en el aquí y ahora?
Definiendo el término
Celos, del griego zélus del latín zélosus, es definido por el diccionario como la "sospecha, inquietud, y recelo, de que el ser amado haya puesto o ponga su cariño en otro". Los celos tienen mala prensa, pese a ser uno de los sentimientos que nos acompañan desde que iniciamos nuestros primeros pasos en la Tierra.
La primera vez que manifestamos celos frente a nuestra pareja causamos gracia. Esa mujer o ese hombre comprenden que estamos enamorados y toman esta reacción como un signo inapelable de nuestro amor, a lo mejor hasta ese momento no declarado.
Claro está que el sentido del humor frente a nuestra explosión por celos no le durará toda la vida. El celoso acosa, persigue, quiere controlar obsesivamente su posesión.
Si pensamos en el contexto social nos preguntamos: ¿los celos son hoy los mismos que los de ayer? ¿los de la década del 30, del 50, los de los últimos quince años?
¿O los celos están "fuera del tiempo?
Los celos y el arte
Los celos han motivado distintas obras de arte. Una de ellas es la referencia que a ellos hace el teatro a través del inmortal Shakespeare y su "torturado" moro de Venecia.
Los celos tienen etapas, así como la uva se convierte en vino y la oruga en mariposa.
Otelo plantea en su dramática distintas fases para los celos.
Primero simplemente surgen en 0telo como fantasía, ante el temor de perder lo que más ama, luego se convierten en una pulsión destructiva cuando Yago le miente diciéndole que ha visto el pañuelo de ésta en manos de Casio, más tarde asesina a Desdémona y finalmente, cuando se entera de la verdad, se suicida.
Otelo en ningún momento duda de Yago, ni imagina que éste pudiera estar movido por oscuros intereses para contarle lo que vio.
Es como si en el fondo de su ser pensara que la infidelidad de Desdémona es absolutamente posible, y de alguna manera esperada e inevitable, pues 0telo ya ha tenido una defraudación anterior, la que provino de su madre.
Yago no hace más que reavivarle esa sospecha que detrás de toda mujer pura existe la ramera lasciva, la cuál se corporiza ante sus ojos por el sólo producto mágico de sus celos.
El celoso pues requiere que su fantasía paranoica se concrete. Que su profecía terrible se cumpla. Pero ¿cómo asesinar al ser que se ama?
A mitigar en grupo el sufrimiento del que cela y del que es celado
El operar sobre los celos es una tarea de aprendizaje, o de cómo diría Enrique Pichón Riviere, de enseñaje.
La respuesta obvia es que el problema no está solamente en enterarnos qué nos pasa y porqué, sino en ver qué podemos hacer con eso.
Y cómo podemos enfrentarlo a diario con técnicas renovadoras, creativas, sorprender al otro y a nosotros mismos con recursos que nos permitan movilizar esas ansiedades profundas que nos provocan navegar aguas turbulentas donde los vínculos corren riesgos de atorarse en piedras o acantilados.
Llegar pues, a través de técnicas lúdicas, trabajo corporal o psicodrama, allí donde la palabra no puede ser agente de cambio. Porque el cuerpo muchas veces se niega a mentir.
Y comprender finalmente que seguimos siendo únicos e irrepetibles, justamente como componentes de la gran riqueza grupal en acción, y no dentro de la ilusión del Todo pasivo y omnipotente que alguna vez creímos ser, como parte de una fantasía inevitable, pero de corta duración.
Añorar ser el UNICO es por empezar, no poder entender finalmente cuál es nuestra propia situación dentro de la corriente vital de la que formamos parte.
Y es conectarnos con la impotencia de pretender detener y encapsular lo incontrolable, el Otro, ahogándonos en ese mar imaginario y frustrante.
Lo grupal, por último, nos provee la ilusión de lograr vencer ese UNO formado por el paciente y el analista, ese dúo unificado en un animal simbólico de ocho patas, madre e hijo indiferenciados, trabajando los celos y su herida desde la circulación de la energía grupal, la desdramatización de situaciones dilemáticas y desde la insistencia de la risa.
Y la idea final de que nuestras miserias más íntimas, transformadas, resignificadas, puedan ser también un motor pulsional para mejorar el mundo que nos rodea, entendiendo que nosotros somos los demás de los demás, y que estereotipos como "rival, modelo, yo auxiliar, objeto de deseo" también pueden desactivarse, cuando solo sirven para detener nuestra posible evolución.
En caso de una co-coordinación pueden existir depositaciones de celos en la dupla que anima el grupo, pero entendemos que tarde o temprano se evidencian rápidamente en las escenas psicodramáticas o lúdicas que se proponen y pueden desactivarse esos mecanismos.
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