Mi mujer, la jefa…

Los nuevos tiempos han mostrado un avance femenino en el espacio público, que podría llegar a repercutir en su relación de pareja, si su esposo es muy tradicionalista o conservador…


Durante muchos años, la
típica pareja occidental estuvo conformada por el hombre situado en el espacio
público, es decir el ámbito laboral, y la mujer en el privado, es decir el hogar
y los hijos.


Sin embargo, los tiempos
han cambiado, y hoy en día no resulta nada extraño encontrar parejas en donde
son ambos, o incluso solamente ella, quienes desarrollan sus actividades fuera
de la casa. Y en muchas oportunidades, la mujer es responsable de logros y
éxitos que sin dudas echan por tierra con los roles tradicionales en la pareja.


¿Cuál es, entonces, la
actitud de los hombres frente a la inversión de los tradicionales papeles en la
pareja?


Según afirman los
especialistas, la edad juega un rol clave en la aceptación del convivir con una
mujer exitosa. Mientras que los más jóvenes parecen poder aceptar de forma casi
natural la posibilidad de que los roles se intercambien constantemente, y en
algunos casos deban ser ellos los “amos de casa”, los más adultos muestran
ciertas dificultades para adaptarse a estos cambios.


En efecto, en los casos
de las parejas más adultas, se ha podido observar que muchos hombres parecen
experimentar una disminución de sus capacidades, fortalezas, e incluso vigor
sexual, cuando la mujer los supera en el ámbito laboral, muy posiblemente porque han sido criados desde muy chicos con la concepción de que la identidad
masculina tenía justamente relación con superar y cuidar de la mujer.


Pero lo cierto es que, ya
desde hace varios años, el género femenino ha estado conquistando -por meritos
propios- espacios que en el pasado eran exclusivamente reservados para los
hombres, y, consecuentemente, comenzó a disputar al hombre los mismos espacios
de poder.


Así, a muchos hombres adultos se les presenta la dificultad de tener que enfrentar una nueva realidad
con un esquema mental formado con otros valores y tipos de identidad.


Según los expertos, en la
mayoría de los casos estas dificultades pueden ser solucionadas con el diálogo.
De hecho, si bien una mujer puede tener brillo y peso propio en el ámbito
público, podría sin embargo tener falencias en otros espacios, en los cuales el
hombre regresaría al rol de “cuidador” de su pareja. Mediante el diálogo,
todos estos puntos pueden ser puestos a la vista de ambos, lo que haría que se den cuenta de lo necesarios que siguen siendo
el uno para el otro.

Muchas veces, en los
casos donde no hay diálogo y el hombre vive con envidia o celos el lugar que ha
logrado conquistar -a fuerza de mucho trabajo- su mujer, ésta podría sentir
culpa de sus éxitos, y no disfrutar de los mismos, o incluso echarlos por la
borda. Esta situación repercutiría indudablemente en la relación de la pareja,
y, tarde o temprano, perjudicaría el vínculo.


Por eso, afirman los
especialistas, es clave que en los casos de parejas con mujeres exitosas se
viva la relación como una organización cooperativa, donde tanto el hombre como
la mujer tengan muy en claro que el éxito de ella tiene mucha relación con la
motivación y estimulación que él le dispensa.



El verdadero hombre seguro


Con todo, los hombres más
seguros de sí mismos y de su masculinidad, son aquellos que pueden aceptar sin
problemas el éxito y superación de su mujer, puesto que saben que el mismo no
tiene relación con el amor, afecto y cuidado que puedan dispensarse entre sí.


Incluso, en muchos casos,
estos hombres sienten un gran orgullo por el éxito personal de su pareja, puesto
que los hace sentir muy bien el hecho de saber que conviven con una mujer
importante y protagonista, y son conscientes que gran parte de su éxito tiene
relación con ellos.


Además, aquellos hombres
que pueden asumir con motivación y sin mayores dificultades el éxito de sus
parejas, saben que el mismo podrá ser muy beneficioso para ellos y su
familia, desde el momento en que sus hijos aprenderán a aceptar este intercambio
de roles desde muy chicos, y, en el caso de las niñas, las estimulará a seguir
los pasos de sus madres.


A ellos, por su parte,
les quitará la responsabilidad de ser el único o principal sustento del hogar, y
les dará un mayor espacio para dedicarse a sus hijos.

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