Los miedos en los niños: ¿qué deben hacer los padres?
Los temores de los niños seguramente
cambiarán a medida que los chicos crezcan, pudiendo los mismos aumentar o
disminuir, dependiendo de su ambiente, las actitudes de los padres y su propia
vida emocional, pero todos los experimentarán en algún momento.
Ciertas veces, un niño podrá derribar todos sus miedos cuando aprenda más acerca
de los ruidos y objetos que lo rodean. En general, a medida que crezcan,
aprenderán que ciertamente no existe razón de temer a ciertas cuestiones, aunque
muy posiblemente también reemplacen estos miedos por otros más realistas, que
realmente podrían lastimarlos: el temor básico de la mayoría de los niños, tiene
que ver con que su madre pueda dejar de amarlo y protegerlo.
Sucede que incluso a medida que las personas maduran, las mismas no dejan de
tener miedos, los cuales, no obstante, a veces son muy útiles, ya que nos ayudan
a protegernos de peligro, y a cuidarnos y planificar todas nuestras acciones.
Cuando niños, estos temores son de diferente tipo, y quizás, como adultos,
podríamos pensar que los mismos son innecesarios, y no se debería prestarle
mayor atención, pero se debe saber que para los niños más chicos estos temores
pueden ser muy verdaderos, al igual que el miedo de perder el trabajo o sufrir
una grave enfermedad, por parte de un adulto.
Muy posiblemente los ruidos fuertes, los movimientos repentinos, o los extraños
en la habitación, etc., aterrarán a los recién nacidos, así como otro tipo de
sonidos no familiares y ruidos extraños que sienta alrededor suyo.
A medida que crezcan, posiblemente podrían sentir también un temor cuando son
dejados sólo. Generalmente, a la edad de cinco años los chicos pueden ser muy
temerosos. A veces, ellos tendrán sueños o pesadillas que los trastornarán,
sobre todo en relación con perder a un padre o algún ítem material muy
apreciado. De la misma forma, podrán sentir temor de ciertos edificios, coches,
autobuses, ascensores, etc.
Si bien es cierto que los padres podrían no lograr prevenir totalmente los
miedos de sus hijos, no menos real es que sí podrían disminuir la intensidad de
ciertos temores, y ayudarlos a enfrentarlos de una mejor manera.
Lo principal, será asegurarles que su hogar es la mejor guarida contra temores
infundados. En general, los niños se sienten con más miedo cuando se quedan
solos, o cuando sus padres no suelen estar con ellos durante una gran parte del
día, por lo que sería importante que realice un acompañamiento efectivo de su
hijo, sobre todo cuando el mismo es menor de cinco años.
A veces, sucede que son los padres quienes son muy temerosos de varias cosas que
puedan sucederle a su hijo, con lo cual transmiten todo este miedo a sus chicos.
Por eso, es fundamental que, como
padres responsables, se tenga mucho cuidado de no permitir que los hijos se
enteren de sus propios temores (por supuesto, no estamos hablando de aquellos
que verdaderamente atañen a la seguridad del chico, sino de aquellos menores y
algo infundados), tanto en relación a ellos como a la vida en general.
Pero incluso, los padres pueden sin problemas enseñar medidas de seguridad a sus
hijos sin por ello inducirles temores. La clave para esto, será infundirles una
confianza responsable, y no un temor paralizante, que les permita lograr
objetivos y metas, siempre de una manera cuidadosa y cauta.
Así, se les podría enseñar como manejar fuego con seguridad sin por ello
hablarles de quemadura o muerte. También podría mostrárseles como cruzar calles
detenidamente y con precaución, sin hablarles de accidentes o muertes.
Claro que no hacer referencia a cierto tema tampoco significa que se deba
engañar. De hecho, los padres jamás deberían mentirles a sus hijos.
Por ejemplo al hablar sobre las causas de golpearse haciendo deportes, es
necesario ser francos y afirmarles que es posible que se corran ciertos riesgos
en su práctica, aunque sin por ello hacer constante referencia a esto.
Si un padre le dice a su hijo que no
habrá posibilidades de sufrir algún dolor o lastimadura, y por el contrario el
chico sí experimenta algún tipo dolencia, habrá una pérdida de la confianza en
su progenitor, con lo que posiblemente, en el futuro, poco servirán las palabras
de este para darle confianza.
Por eso, si se quiere que los hijos respeten a sus padres, y confíen en sus
consejos y sentimientos, será fundamental ser francos con ellos. Por otra parte,
estar al tanto de los verdaderos peligros de cualquier práctica, los hará ser
más responsables y abiertos para hablar, lo cual podría ayudar a concurrir al
médico cuanto antes y hacer más leve la traumática experiencia.
A veces, un chico puede tener una experiencia dolorosa y traumática, como por
ejemplo la muerte de un abuelo, y por lo tanto existirá un legítimo temor de
perder otros parientes.
Estas situaciones especiales necesitan ser manejados muy cuidadosa y detenidamente, con mucha comprensión, amor y confidencia. Y para el caso de que no se logren remover los temores a la muerte, también podrá ser útil realizar una psicoterapia con la asistencia de algún profesional.