Recuerdo para siempre de nuestra dependencia materna
durante la gestación, el ombligo es el resultado de la cicatriz que se forma al
cortar el cordón umbilical tras el parto. Sin embargo la humanidad ha dado al
ombligo una increíble trascendencia simbólica, del nacimiento, del centro del
mundo, de la seducción. Este inocente orificio es una pieza anatómica capaz de
levantar pasiones. A la vez que una cuerda salvavidas para niños con leucemia.
Resulta difícil comprender por
qué la humanidad ha dado tanta importancia a una marca de nacimiento. Pero su
modesto origen no le ha restado magnificencia. Aparece como símbolo del centro
del orbe en la cultura griega o, más prosaicamente, como ondulante centro de
atención del peligroso contoneo de la danza del vientre, en el mundo islámico.
El baile en que el ombligo de la bailarina se mueve sensualmente al compás de
una banda de flauta, violín y pandereta, ha estado perseguido por los
fundamentalistas.
Hoy, el
ombligo se mueve de forma sensual en las pasarelas de París, Nueva York , Milán
y Madrid. Top model de la talla de Naomi Cambell y Christy Turlintong ,
desfilan luciendo sus insinuantes ombligos adornados con anillos y piedras
preciosas, para deleite de los asistentes.
LA CICATRIZ
Desde el punto de vista
fisiológico, el ombligo es una cicatriz inútil para el adulto. Sin embargo
durante la vida uterina resulta esencial para la supervivencia del feto, ya que
de él parte el cordón umbilical que la permite respirar y nutrirse. Con una
longitud de 50 a 60 centímetros, el cordón umbilical es un conducto gelatinoso
que se extiende desde el abdomen del feto hasta la placenta, órgano que sirve
de intermediario entre la madre y el futuro bebé.
Desde el punto de vista
fisiológico, el ombligo es una cicatriz inútil para el adulto. Sin embargo
durante la vida uterina resulta esencial para la supervivencia del feto, ya que
de él parte el cordón umbilical que la permite respirar y nutrirse. Con una
longitud de 50 a 60 centímetros, el cordón umbilical es un conducto gelatinoso
que se extiende desde el abdomen del feto hasta la placenta, órgano que sirve
de intermediario entre la madre y el futuro bebé.
Por el interior del cordón
umbilical discurren tres vasos: dos arterias y una vena. Al contrario de lo que
sucede con los adultos, la vena del bebé transporta la sangre oxigenada y rica
en nutrientes, mientras que por sus arterias, que son ramas de las arterias
alíacas fetales, fluye la sangre venosa.
Los obstetras, después del
alumbramiento, pinzan el cordón umbilical en dos puntos y lo cortan por el
medio para que ninguno de los extremos sangre. No obstante, los vasos sufren de
forma natural una retracción y una trombosis, que hacen que se cierren
espontáneamente y se corte la hemorragia.
Siempre dejan un colgajo de
cordón de unos cinco centímetros que se oclusiona con una pinza. En la primera
semana de vida, este fragmento se momifica; después se seca y se cae. La herida
cicatriza, los tejidos circundantes se retraen y se crea el famoso ombligo.
Pero más interesante que la
función fisiológica del ombligo resulta ciertamente su significado simbólico.
Este boquete en la piel tiene, según algunos autores, categoría de eco genital.
Hay quienes no están de acuerdo con esta hipótesis.
Jamás se dio una verdadera
explicación a este tabú. Salvo la débil excusa de que la exhibición del ombligo
podía inducir a los niños a preguntar para qué servía y obligar a los padres a
explicaciones enojosas, comenta el etólogo Desmond Morris en su libro
“Comportamiento intimo”. Y matiza lo siguiente: “ En un contexto adulto, esto
no tiene sentido, y salta a la vista que la verdadera razón fue que el ombligo
recuerda vivamente a un orificio secreto”.
Pero de esta depresión en la
barriga que, por cierto, compartimos con el resto de los mamíferos, existen
visiones más espirituales.
El mismo cordón umbilical es
venerado por algunas culturas. Por ejemplo, en Pekayon, un pueblo javanés
cercano a Yacarta, las madres guardan el cordón umbilical del bebe en una
bolsita que cuelga de su cuna. De este modo, dice la tradición, se ahuyentan
los malos espíritus y las enfermedades.
Un rito parecido siguen las
mamas ovimbundu de Angola. Después de nacer el niño, las madres que han
asistido el parto envuelven el cordón en restos de tela, lo colocan sobre un
trozo de madera marrón y lo cortan con un cuchillo.
En Somalia, la comadrona lo
cierra a ambos lados con un pelo de cola de camello y éste se regala al
neonato. Y los maoríes de Nueva Zelanda ponían un tubo fetal en conchas que
abandonaban en la corriente de un río, para que su dueño tuviera una larga y
feliz vida.
Europa también ha seguido
rituales parecidos. Hasta finales del siglo XIX entre los habitantes de la
Región Renania-Palatinado, en Alemania, era costumbre envolver en lencería los
restos de cordón umbilical. Pasados unos años, se cortaban en pedazos, si
pertenecían a un varón, y literalmente se trituraban, si provenían de una niña.
Así, el joven se convertía en un gran hombre de negocios y la mujer en una
buena costurera.
EL SIMBOLISMO
El simbolismo de la cicatriz
dejada por el cordón es aún más poderoso. Para los antiguos griegos, omphalos,
palabra que significa ombligo, constituía el símbolo del centro del mundo. “
Situado entre la cabeza y los genitales, el ombligo era considerado el centro
de nuestro microcosmos corporal y, como tal, tenia que valer para el
macrocosmos, según el antropólogo José Dueso.
El ombligo del mundo más célebre
es el del templo de Apolo, en Delfos, que puede contemplarse en el museo de
esta ciudad. Se trata de una pieza tallada en forma de colmena y con vestigios
de una malla que la recubría que, según los expertos, estuvo dedicado en
principio a la diosa de la Tierra, Gaia, y posteriormente, a Apolo. Representa,
según Dueso, el centro ideal del mundo, el nexo entre el averno subterráneo, la
tierra y el cielo supraterráqueo. También ejercía como oráculo.
Según la mitología, Zeus soltó
dos águilas desde puntos contrapuestos para localizar el centro de la Tierra,
que estaría situado justo en el punto donde se cruzaran. Las aves lo hicieron
en Delfos.
Según la leyenda turca, después
de que Alá diese vida al primer ser humano, el diablo se puso tan furioso que
escupió sobre la barriga del cuerpo recién creado. Para remediar la agresión
diabólica, Alá cortó la piel contaminada, dejando en su lugar un pequeño
agujero. Desde entonces el ombligo es fuente de inspiración de mitos, fantasías
, tabúes y veneraciones.
LAS CULTURAS
No obstante, existen tantos
ombligos en el mundo como culturas. En el Foro de Roma, pongamos por caso,
existía uno tallado y de características similares al heleno, que fue conocido
como umbilicus urbis Romae, mientras que para el profeta Ezequiel, el lugar de
la creación del mundo y centro del orbe estaba en Jerusalén.
Shetiya, una roca en el Sancta
Sanctorum del templo jerosolimitano era considerada la piedra angular de la
creación. Y tanto en Gordion, capital de los frigios, como en la antigua Bagdad
contaban también con semejantes objetos sagrados. Sin embargo, para los
hinduistas, del ombligo del dios Visnú surgió un loto del que nació Brahma,
creador del universo.
Incluso el cielo posee su propio
ombligo. Para los primitivos pueblos nórdicos, la estrella polar representaba
el centro del firmamento, alrededor del cual giraban las restantes estrellas.
Su contrapunto terrenal, lo constituirían diversas montañas sagradas, como el
monte Meru, en la India.
Por último, en las culturas
precolombinas, la pequeña depresión en la barriga era símbolo de fertilidad.
Hoy por hoy, el simbolismo espiritual y místico del ombligo prácticamente ha
desaparecido. Eso sí, en nuestra sociedad actual quizás nos miramos el ombligo
con demasiada frecuencia.
Como contrapunto, la medicina ha
hallado en el ombligo una aplicación solidaria: las parturientas pueden donar
el cordón umbilical del bebé para tratar con su sangre a niños con leucemia. El
ombligo también está siendo usado como vía para realizar operaciones
endoscópicas. A través de él, los cirujanos pueden intervenir en el útero, el
hígado o sobre cualquier órganos abdominal.
En la actualidad, los niños que
nacen con ciertas enfermedades genéticas , que merman la población de células
sanguíneas, y leucemias- cáncer de sangre- en un 70 por ciento de los casos
sobreviven gracias al trasplante de sangre de cordón umbilical, según un
informe hecho público por la Sociedad Americana de Hematología.