Por qué amar significa pedir perdón

Hablemos de la importancia de reconocer los fallos en todas las relaciones humanas. ¿Cuándo fue la última vez que pediste perdón?

El perdón en la pareja 

No nos gusta decirlo y, de hecho, aunque lo digamos, muchas veces no lo hacemos de verdad. Sin embargo, más allá de lo que muchos puedan decir, amar significa decir perdón; significa decir que lo sientes. Desafortunadamente, esta idea parece haber quedado olvidada hace tiempo. 

¿Por qué en la actualidad cuestionamos la necesidad de disculparnos incluso ante nuestras relacionas más cercanas? Si decir perdón nos expone a una confrontación o escrutinio, ¿entonces no deberíamos estar dispuestos a aceptar eso por parte de quienes más amamos? 

Si las personas creen que decir perdón disminuye el respeto que reciben de los demás, o que pone en tela de juicio su inteligencia, ¿quiénes serán capaces de perdonar sin esperar algo a cambio? ¿Podemos esperar que esto ocurra? 

Tal vez, la respuesta se esconda en el interior de la percepción que el individuo tiene acerca de cómo es visto por los demás. ¿Cuáles son las verdaderas razones del perdón? 

Según un artículo reciente, publicado en Psychology Today, las dos razones positivas por las que nos disculpamos incluyen el deseo de restaurar o salvar una relación y/o una empatía profundamente arraigada en la que nuestra disculpa podría aliviar o disminuir un dolor ocasionado.  

Tal vez, la razón menos admirable por la que pedir disculpas es –según el mismo artículo- es el deseo de escapar al castigo o la necesidad de limpiar la culpa o suciedad de consciencia, ya sea que la otra parte haya sido ofendida o no. 

Claramente, las primeras dos razones para pedir perdón tienen como objetivo crear relaciones felices y saludables. Ya sea que hayamos sido educados para admitir nuestra culpa o no, adoptar una visión humilde sobre nosotros mismos, en vistas de beneficiar una relación o un individuo a quienes podríamos haber lastimado, es fundamental para mantener el respeto entre las personas. 

Mientras que algunos individuos pueden no demandar disculpas a los demás, tal vez porque creen que no son necesarias, sigue existiendo la falta de respeto cuando un pedido de disculpas no es expresado.  

El ofendido no ha visto su dolor reconocido por el ofensor. Éste, por su parte, ahora vive con la culpa o podría comenzar a creer que la otra parte no reconocería el gesto de un pedido de disculpas. En cualquier caso, la relación sufre.  

Por otra parte, los ofendedores crónicos pueden estar muy deseosos de disculparse. Su constante muestra de humildad fuerza al ofendido a aceptar una conducta que debería ser cuestionada o desafiada, sin importar la apariencia de arrepentimiento. 

La aceptación mutua, incluyendo los defectos y las falencias, es una gran parte de una relación afectiva gozosa y entretenida. No llevar la cuenta de los errores o juzgar las flaquezas puede ser una salida para algunos, pero el deseo de perdonar por lapsos de responsabilidad o buen juicio fortalecerán, en lugar de debilitar, los vínculos de una relación saludable. 

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