“Género es el conjunto de características, roles y atribuciones que cada sociedad y cada cultura le asigna a los seres humanos en función de su sexo”
Pensemos en los dichos más comunes que popularmente se usan para diferenciar a los géneros.
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“Los hombres no lloran”
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“Las mujeres no trabajan”
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“La mujer debe seguir al marido”
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“El que lleva los pantalones es el hombre”
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“La reina del hogar”
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“Tenía que ser una mujer”
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“Andá a lavar los platos….”
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“A las mujeres hay que tenerlas cortitas..”
Estos dichos reflejan creencias muy arraigadas en nuestra sociedad que heredamos de la Sociedad Patriarcal:
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Superioridad del varón. Dependencia de la mujer.
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Roles femeninos y masculinos rígidos.
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La maternidad como rol “esencial” del Género Femenino.
Todo esto está íntimamente relacionado con la importante consecuencia derivada de la sociedad patriarcal: la división sexual del trabajo
Dicha división implica que la mujer ha quedado relegada al ámbito privado, doméstico, para dedicarse a la reproducción y crianza de los hijos, mientras que el hombre debía moverse en el ámbito público, ligado al poder, la política, la producción.
Como consecuencia, lo esencial de la mujer pasa por la maternidad, y la sociedad espera de ella una serie de atributos que definen al ser “femenino”. Ella debe ser dulce, comprensiva, incondicional, sacrificada, sumisa, en fin, una buena madre. Pero no sólo con sus hijos, sino con toda la sociedad.
Por eso, cuando la mujer no tiene todos estos atributos, o cuando defiende sus intereses, expresa sus ambiciones, pide retribución económica por sus servicios, desea tiempo o placer para ella, entra en conflicto con “la sociedad” por el rol se espera de ella.
Aún hoy, después de haber salido al mundo del trabajo fuera del hogar, la mujer en nuestra cultura siente vergüenza y culpa frente al dinero y al goce sexual.
Si comparamos lo que se piensa de un varón ambicioso o con dinero (que es considerado viril, triunfador, realizado) con lo que se cree de una mujer ambiciosa (que en general es vista como masculina, o como si compensara “su fracaso como mujer”, vemos claramente los estereotipos de género en el seno de la sociedad actual.
Más claro aún, si comparamos hombres y mujeres en cuanto a su actividad sexual y la opinión del conjunto de la sociedad. Un varón con mucha actividad sexual es “todo un macho”, mientras que una mujer con esa misma característica, en cambio, es vista como una loca o prostituta.
Otro aspecto del tema género que nos muestra las asimetrías culturales que nos han sido impuestas es el control que ejercen tanto hombres y mujeres con respecto al otro género a través del monopolio de lo que conoce y dispone: la mujer domina el mundo de los afectos, el hombre tiene el poder del dinero.
Es por esta razón que la mujer le teme al ámbito público y reclama protección por parte del hombre, mientras que el hombre, por temor al mundo interno afectivo, queda a expensas de la mujer, que conoce de sentimientos mucho más que él.
Y esto último tampoco es natural, sino que se trata de otra consecuencia más de los siglos de haber sido la “reina del hogar” en el ámbito más íntimo de las personas, junto a los hijos, donde indudablemente se aprende a descifrar y a expresar las emociones.
Para terminar, citaré a Gerda Lerner, que da una definición muy interesante de género (en El Origen del Patriarcado):
Género es…”un conjunto de papeles sociales, un disfraz, una máscara, una camisa de fuerza dentro de la cual hombres y mujeres bailan una danza desigual”.
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