el desarrollo de muchas enfermedades
compulsivamente
Desde
hace mucho tiempo se sabe que el
stress es un factor que incide en el desarrollo
de muchas enfermedades, pero en los últimos años la ciencia le ha comenzado a
dar más importancia a este fenómeno, considerándolo como factor que incide
tanto en el desarrollo, como en el tratamiento y pronóstico de muchas
dolencias.
La
primer definición de esta palabra se remonta al año 1936, cuando el médico
austríaco Hans Seyle la usó para definir el síndrome de adaptación general,
designando la respuesta inespecífica de un organismo, en este caso el cuerpo,
frente a una demanda o estímulo a que se enfrente; es decir, que frente a
determinadas circunstancias el cuerpo reacciona y desarrolla una respuesta, que
involucra cambios tanto internos como externos. Como podemos ver, estas
reacciones son un mecanismo protector que nos permite adaptarnos a nuevas
situaciones o hacerles frente para conservar nuestra integridad.
El stress no es
propio del hombre, sino que pertenece al reino animal; por ejemplo, cuando un
gato se ve atacado o agredido es normal que reaccione erizando sus pelos,
atacando y gruñendo, para defenderse y conservar su integridad.
En
la actualidad todos nos quejamos del stress a que vivimos sometidos, o de las
presiones que debemos soportar día tras día, y frente a las cuales no podemos
reaccionar como quisiéramos o como sentimos; es entonces cuando nos encontramos
gastando toda nuestra energía en enfrentar estas situaciones que consideramos
“externas” a nosotros mismos, sin encontrar soluciones a las mismas; pero
como bien explicó el Dr. Friedman, “El
stress es una acción conjunta del cuerpo y la mente, que involucra la evaluación
de una amenaza y una regulación instantánea de la reacción a la misma
para conservar la integridad.
El mecanismo que acciona todo el circuito del
stress es la percepción de la amenaza por el individuo, no el hecho en sí”;
cuantas veces hemos visto que frente a una misma situación dos personas
reaccionan en forma totalmente distinta; y si bien, una de ellas se sumerge en
el agotamiento y la frustración que resulta de su propia percepción de esa
situación como amenazante; la otra, puede enfrentar la situación de una forma
que no afecte su calidad de vida.
Como decía un profesor de la Universidad de
Buenos Aires al referirse a los estas situaciones: “Por los problemas no debemos PREOCUPARNOS sino OCUPARNOS”.
Lo que se quiere decir, es
que podemos modificar la forma habitual de reaccionar a estímulos externos que
nos “amenazan”, y lograr que el stress no sea una respuesta perjudicial sino
una respuesta positiva para el organismo, que nos ayude a adaptarnos a la nueva
situación.
Ahora
bien, la percepción dependerá de muchos factores, del temperamento, de las
vivencias previas, de la experiencia y de la habilidad de la persona para
adaptarse; ahora cabe preguntarse: ¿entonces es malo el stress?
No, en su
correcta medida, el stress apropiado ayuda al organismo a adaptarse a las nuevas
situaciones, mantiene su integridad, nos pone en estado de alerta; es el stress
inapropiado el que no sólo “paraliza” a la persona sino que además le
genera cambios internos que conducirán al desarrollo de una enfermedad.
Por
lo tanto, es la percepción (subjetiva) de
la situación que tiene el
individuo y no el hecho externo en sí mismo (objetivo) lo que produce el stress inadecuado.
Con
el avance de la ciencia y el desarrollo de mecanismos más específicos y
sensibles para determinar cambios bioquímicos y hormonales, se van descubriendo
los lazos que unen los aspectos psicológicos con los orgánicos, es decir “la
conexión psico-orgánica” o “neuropsicoinmunoendocrinológica”,
y de esta manera se entiende cómo el stress inapropiado altera nuestra fisiología
normal a tal punto de desarrollar una enfermedad o empeorar una existente.
El
psicólogo Abraham Maslow, dedicó un tiempo al estudio de personas
“autorrealizadas”, es decir, personas que enfrentadas a los problemas
comunes de una sociedad determinada en la que se desenvuelven diariamente,
desarrollan una mejor calidad de vida con respecto al resto de la gente de su
mismo entorno, y encontró que ésta gente al momento de enfrentarse con
problemas externos, siempre buscaban la solución dentro suyo, y la mayoría de
ellas confiaban en sí mismas como creadoras de su propio destino.
En todos
ellos encontró un factor común, los cambios provenían del interior de
ellas mismas y frente a situaciones de amenaza buscaban, dentro de sus
posibilidades, la respuesta mas favorable, aplicándola y de esa forma
eliminando el stress.
Por
medio de esta nota, me gustaría
dejarles el mensaje que el papel del stress apropiado no es perjudicial
en si mismo para nuestro desarrollo, sino que es un mecanismo con el cual nos
dotó la naturaleza para defendernos de situaciones externas que amenazan
nuestro equilibrio o nuestra existencia.
Que es el stress inapropiado el
que nos conduce a desequilibrios que resultan en enfermedades o situaciones
desagradables. Y que estos patrones individuales de respuesta inapropiada pueden
ser modificados por nosotros mismos, el primer gran paso hacia un buen manejo
del stress es saber que en parte somos capaces de modificarlos.
En
otros artículos iremos desarrollando el tema del stress y las respuestas fisiológicas
que produce en nuestro cuerpo.