¿Quién entiende a las mujeres… y a los hombres?

Muchas veces las mujeres nos preguntamos: ¿quién entiende a los hombres? Y los hombres se preguntan: ¿quién entiende a las mujeres? ¿Por qué a hombres y mujeres nos cuesta tanto entendernos?

Ellos dicen: ¿quién entiende a las mujeres?

Somos distintos. Hay diferencias en la biología, en la anatomía, en lo energético, en la emocionalidad, en actitudes relacionadas con lo cultural, diferencias de pensamiento, de cuerpo, de aproximación a la vida.

Además, desde pequeños, la sociedad nos enseña a actuar de manera distinta. En principio, lo femenino anatómicamente es receptivo (tiene un espacio donde recibir). Lo masculino ofrece, tiene algo “hacia fuera”. Esto hace una gran diferencia.

Cuando uno va a comprar un juguete, a la niña le compran algo que la pone en contacto con el rol ama de casa o con la coquetería. A los varones les compran juegos que tienen cierto grado de violencia, o cierta medida de acción.

Hay ciertos roles que tradicionalmente se asignan a lo femenino y a lo masculino. Aunque esto, además de lo cultural, tiene también sus raíces en arquetipos colectivos profundamente arraigados.

¿Qué se asigna a lo femenino? Lo pasivo, lo receptivo, lo cuidadoso (como la idea del útero, que protege).

A lo masculino se le asigna el tomar la iniciativa, el empuje, tomar las riendas de una situación; a la mujer se le atribuye el rol de cuidar la estética, al hombre no tanto.

Ellas dicen:¿quién entiende a los hombres?

Sin embargo, aunque estos roles están bastante instaurados y bien diferenciados, en la actualidad se está produciendo un intercambio, porque hay mujeres que están aprendiendo roles masculinos; y hay varones que también se están poniendo en contacto con su lado femenino.

En realidad, tanto hombres y mujeres tenemos internamente ambas energías. Las mujeres tenemos tanto energía femenina como masculina aunque en general la que más se nota es la femenina; en los hombres pasa lo contrario. Lo interesante es poder hacer uso de cada una de estas energías en función de las necesidades del momento.

Por otro lado, hablamos lenguajes diferentes. Los varones suelen hablar de cuestiones relacionadas con la acción, con el hacer, con resolver, con alcanzar objetivos.

Las mujeres, en general, tendemos más a conversar de los sentimientos, de lo que nos pasa, tendemos a la comunicación y la reflexión. Es muy difícil entonces encontrar un lenguaje común porque es como si estuviéramos hablando idiomas distintos. La clave, nuevamente, parece estar en la empatía.

Las mujeres necesitamos hablar las cosas… si a una mujer le pasa algo, le dirá a su pareja: “necesito que lo conversemos”. El varón, en cambio, necesita entrar retirarse, tener un espacio para reflexionar qué le está pasando y volver a su eje.

Cuando hombres y mujeres nos encontramos y la mujer quiere conversar y el hombre dice “déjame tranquilo” ella especula.. “le pasa algo conmigo”, y él piensa “¿por qué no me deja en paz?”.

Cuando tenemos un problema, las mujeres necesitamos conversarlo. Los hombres suelen dar recetas y soluciones para resolverlo.

Ellas y ellos dicen: ¿por qué nos cuesta tanto entendernos? 

Qué significa la palabra entender

Necesitamos alguna clave para descubrir dónde pueden estar los posibles obstáculos en la comunicación.

Uno de los posibles significados de la palabra entender es reconocer los signos. Por ejemplo, entiendo una frase en un idioma extranjero, o los símbolos de la escritura, los números, puedo leer algo que está escrito porque reconozco esos signos.

En principio, entonces, tiene que haber un lenguaje común, algún signo que los dos conozcamos, una convención.

Hay otro significado de entender que tiene que ver con la percepción. Se puede comprender una frase pronunciada de manera clara y precisa. Tienen que estar muy claros y abiertos todos los canales de percepción.

Si hay algo que está impidiendo la clara percepción de esa señal que el otro está dando (por ejemplo, dos personas discuten y una está molesta, esa molestia es un ruido) va a impedir percibir claramente lo que el otro dice.

Entender
también puede implicar la satisfacción de una necesidad. Por ejemplo, la mamá del bebé entiende lo que el bebé está tratando de decir con cada uno de sus llantos.

Cuando las personas decimos “no me entiendes” o “no nos entendemos”, lo que se suele estar queriendo decir es: nuestras necesidades no están siendo satisfechas, el otro no satisface mis necesidades ni viceversa.

Pero claro, cuando decimos por el contrario “nos entendemos” quiere decir que esta satisfacción recíproca de necesidades se da de modo natural, a veces sin necesitar palabras, simplemente con una mirada.

En la relación entre las personas por lo general, se suele asignar la responsabilidad al otro.

Justamente ahí está la clave de lo que estoy queriendo decir: cuando es posible darse cuenta de qué cosas estoy haciendo, que puedo mejorar o que puedo hacer distinta para que cambie el vínculo, se trata de la posibilidad de hacerse cargo.

Cuando uno se hace cargo de las cosas que le pasan puede cambiar algo y mejorarlo. Solemos asignarle la culpa al otro y el problema es que nadie puede cambiar a otra persona.

El último significado de entender se relaciona con la proximidad, es decir, mientras más cerca estemos, nos entenderemos sin necesidad de largas explicaciones, mientras más intimidad haya en una pareja, mientras más código compartido, lenguaje y vivencias comunes, es más fácil tener saber qué está queriendo decir el otro, sin necesidad de explicarlo.

Hay dos ideas que configuran nuestros roles, las mujeres en general necesitamos que nos abracen y nos contengan, el aspecto emocional y sentimental es muy importante para nosotras. Al hombre en general, le disgusta que lo critiquen o que le den consejos.

Entonces, ¿cómo se puede hacer para que la persona con la que estoy pueda satisfacer mejor mis necesidades si está haciendo algo que a mí no me gusta en lugar de decirle “lo que haces está mal”?: puedo pedirle lo que necesito, y al hacerlo, el otro quizá podrá escuchar mi necesidad y satisfacerla a partir de la forma en que puede hacerlo.

Para cambiar los resultados, tenemos que cambiar los pensamientos y las acciones.

Por Verónica Kenigstein
http://www.senderosdelplacer.com.ar

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