Relaciones difíciles

A todos puede tocarnos... pero es mejor aprender a evitarlas

Hay
mujeres que siempre forman pareja a lo largo de su vida con hombres complicados,
inestables, depresivos y/o “vagos”.

Otra veces, se trata de hombres
casados y mujeres solteras. Estas -a veces sabiendo que su pareja tiene otra
familia-, viven con la esperanza de que algún día la deje y se dedique
exclusivamente a ellas.

Pero ¿qué las lleva a repetir constantemente ese error? ¿Por qué atraen a
esa clase de hombres? ¿Será porque sienten que su “misión” es curar a
esas personas y cambiarlas?

Muchas de ellas sienten que se equivocan al elegir otra vez como pareja a un
hombre complicado, pero igualmente lo siguen haciendo.

¿Qué es lo que las lleva a eso?

Un hombre complicado es aquel que tiene una situación personal o característica
de personalidad que se convierte en un punto de conflicto de la relación. Puede
ser su estado de ánimo, su trabajo, su familia, sus antiguas relaciones, y
miles de motivos más.

El problema comienza cuando una mujer siente que no puede estar sola, y que
necesita la compañía de alguien a cualquier precio.
Por eso se enganchan fácilmente con el primero que se les cruce, sin saber
siquiera cómo es esa persona. Y lo peor viene empiezan una relación nueva y al
poco tiempo se dan cuenta de que es igual a la anterior.

En el fondo, la culpa no la tiene el hombre que tiene esa complicación, sino
que el problema está en la mujer, que no debería involucrarse con alguien con
esas características.

Algunas mujeres desean ayudar a esos hombres a “revelar” todas las
cualidades que a ellas les gustaría que tengan, cuando en realidad muchas veces
pasa que esos hombres simplemente no las tienen. 
Lo que se busca, entonces, es convertir al otro en algo que
definitivamente no es.

A ese tipo de mujeres se las denomina altruistas: piensan que serán felices
porque el hombre dirá “gracias a ella pude salir adelante”. Existe una
fantasía de ser las salvadoras. Consideran que si logran que él esté bien,
ellas también estarán bien.
 

¿Qué
hacer?

Lo importante es reconocer a su pareja tal como es realmente. Determinar que su
pareja es así y es casi imposible cambiarlo, sobre todo si él no quiere
cambiar. Y, si no le gusta vivir con alguien tan complicado, es mejor dejarlo.

Es necesario comprender que una pareja se forma con dos personas que se aman,
que dan y reciben al mismo tiempo, y que entregan lo mejor de sí sin ningún
tipo de especulaciones.

Hay
que preguntarse si en realidad ese es el hombre ideal y no hacer todo por él
para que luego la quiera toda la vida.

Lo principal es no apresurarse, aprender de la experiencia y a partir de ahí
cuestionarse sobre lo que se hizo y lo que se hará.

Y
no vale como excusa el “todos los hombres con los que me encuentro son
iguales”. Eso no es cierto: todos los hombres con los que se encuentra no son
iguales.

Son
iguales todos los hombres con los que se involucra, que es algo muy diferente.
En el primer caso, es culpa del “destino” y no podemos hacer más que
compadecernos de nosotras mismas; en el segundo caso, somos nosotras las que
elegimos, consciente o inconscientemente, y por lo tanto está en nosotras hacer
que los hombres dejen de ser “todos iguales”.

Y,
si alguna vez vuelves a tropezar con la misma piedra, recuerda que pueden
“engañarte” para hacerte entrar en una relación, pero sólo tú puedes
“engañarte” para seguir en ella.

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