¿Se justifica morir de amor?

Duelo amoroso e infarto

Casi
siempre se considera como víctima a la persona que ha dejado de ser amada. Sin
embargo, la realidad es que dejar de amar suele también ser una gran tortura,
sobre todo cuando hay un matrimonio de por medio. La voz insistente que nos dice
que ya no amamos a la persona a la que se suponía que íbamos a amar hasta el
fin de nuestros días, puede llegar a convertirse en un verdugo inmisericorde,
muy difícil de resistir.


Por
lo general las mujeres son las que se divorcian. Pocos hombres se lanzan espontáneamente
al aterrador vacío de la vida solitaria y cuando lo hacen es porque ya han
afianzado una relación alternativa, que se convierte en algo así como la
llanta de repuesto que llevan en el baúl de su vehículo. Sin embargo, el duelo
generalmente lo vive la mujer, quien es la que toma la decisión, pero también
quien carga con el desamor, la culpa y la tristeza.



Una
vez que decide terminar la relación por el desamor o la infidelidad, comienza
una nueva etapa en su vida, donde deberá asumir actitudes impredecibles y a
elaborar el “duelo” producido por el vacío que queda, a pesar de la
agresividad contenida.



El
duelo surge por la pérdida, pero por muy doloroso que sea el shock sentimental
que se sufre cuando se pierde a la persona que se ama, es un fenómeno normal
que tiene una evolución y unas fases.

Hay que adaptarse de nuevo a la vida y
ser feliz sin la pareja.
Generalmente la primera crisis es la más grave porque
aún no existen ni las condiciones apropiadas, ni el tiempo necesario para hacer
frente a la situación.

En una primera etapa se entra en una profunda tristeza y
se generan culpas al pensar: “si yo hubiera hecho …·, “si yo hubiera
dicho…tal vez esto no habría pasado”.
Es una etapa terriblemente masoquista
donde no se vislumbra ninguna luz.

Como no hay claridad, viene una segunda fase
donde aparecen todos los rencores posibles contra “el otro”, quien se
convierte entonces en el único culpable de la situación y quien está viviendo
el duelo se llena de agresividad.



Sólo
el paso del tiempo es el que permite que las emociones se tranquilicen y que se
vea con más objetividad la situación. Es el momento de recuperar viejas
amistades, de renovar afectos perdidos, de buscar opciones diferentes para no
quedarse encerrado en un dolor estéril.



Sin
embargo, hay muchas mujeres que prefieren detener el paso de la vida por pánico
a enfrentarse con ellas mismas. Hay quienes hacen de su dolor una forma de vida
y terminan enfermando, porque nuestro estado mental y emocional tiene una fuerte
influencia en la salud. Tan es así, que los resultados de una encuesta
realizada por la Asociación Americana de Psicología mostraron que el 84% de
la población de los Estados Unidos piensa que la salud emocional y mental es
imprescindible para la salud física.




No
sólo la mente influye en nuestra salud; nuestras emociones también lo hacen.
La depresión, la ansiedad, el enojo, el miedo o el pánico y la preocupación
constante que produce el desamor, son muchas de las emociones negativas que
pueden tocar y afectar nuestra salud, especialmente nuestro corazón.



Hay
toda una variedad de publicaciones que describen la depresión como un factor de
riesgo en la incidencia de un primer ataque al corazón, y también como un
factor que contribuye a empeorar la condición del paciente después del ataque.
Algunos tienen una constitución psicológica que los hace más propensos que
otros a una enfermedad cardiaca y si, además, hay problemas de afecto de por
medio, el riesgo es aún mayor.



Los
estudios y las investigaciones continúan y aunque todavía falta mucho por
aprender, hoy sabemos con certeza que hay ciertas moléculas que transmiten señales
entre el sistema nervioso y el sistema inmunológico. También se ha demostrado
que cuando el cerebro percibe estrés, las células del sistema inmunológico se
alteran, el azúcar en la sangre se acelera, los músculos se tensan, los lati
dos
del corazón se hacen más rápidos y la presión arterial se eleva.



Según
las últimas estadísticas, las mujeres tienen 6 veces más posibilidades de
tener problemas de corazón que de contraer cáncer de mama. Y si, además, no
sabemos cómo manejar nuestras emociones, es probable que el infarto llegue y
termine lesionando no sólo nuestras relaciones interpersonales, sino también
la vida misma.



Cada
día se separan cientos de parejas; pero también cientos más logran sobrevivir
porque eligen salir adelante y crecer hacia adentro, desarrollando la
autoestima, que es el sistema inmunológico de la mente.
Debemos pensar que hay muchas opciones para avanzar, o para hundirnos en
lo más profundo de nosotras mismas. No se justifica perder la alegría de la
vida y dejar de elegir lo que nos genera paz. Aprendamos a reír

. La risa no sólo es beneficiosa para el cuerpo (ya que aumenta el flujo del oxígeno
en la sangre, relajando músculos y ayudando al sistema respiratorio) sino que
también es benéfica para la mente ya que nos aparta de nuestros problemas
diarios. La risa nos obliga a deshacernos de emociones negativas, reduce los
niveles de estrés, ansiedad y depresión en el individuo. Así, el corazón
estará listo para una segunda oportunidad.


Fuente:
El Éxito.com

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