Fumar o no fumar, esa es la cuestión
Muchos expertos creen que el tabaquismo es una adicción 10% física y 90% psicológica. Si repentinamente decidieras dejar de fumar, tu cuerpo se recuperaría relativamente rápido de la abstinencia producida por la ausencia de nicotina (los peores síntomas, generalmente, se dan durante los tres primeros día o menos), pero la dependencia psicológica que ejercen los cigarrillos puede ser mucho más difícil de enfrentar.
Una forma de combatir este flagelo es haciendo un poco de auto-análisis antes de decidir abandonar.
Haz una lista de dos columnas. La primera bajo el título “¿Por qué empecé a fumar” y la segunda con el enunciado “¿Por qué quiero dejar de fumar?”
En la primera columna, lista todas las razones que recuerdas por las que comenzaste a fumar. ¿Fue por presión de tus amigos? ¿Rebelión? ¿Creías que te haría parecer más listo? ¿Te sentías como un adulto cuando fumabas? Trata de recordar, verdaderamente, aquellos motivos que te impulsaron al cigarrillo y ubícalos en la columna.
Ahora, revisa esta lista. ¿Alguno de estos motivos todavía tiene relevancia en la actualidad? Posiblemente, no.
El auto-conocimiento como método para dejar de fumar
Si eres como la mayoría de las personas, verás que las razones por las que te transformaste en un fumador ya no son válidas. A menudo, incluso, podrías encontrarlas tontas, y sin peso en comparación con los problemas de salud que podría ocasionarte y con el perjuicio ocasionado a tu familia en caso de que algo malo te ocurriera.
Ahora, muévete hacia la columna dos… ¿Por qué deseas dejar de fumar?
Aunque parezca obvio, esta pregunta puede ser un poco tramposa. De hecho, es preciso que te tomes algo de tiempo para pensar a fondo esta cuestión. Y no te limites a las cuestiones obvias de la salud. Has visto informes en la televisión, leído artículos en el periódico y nada ha resultado, de modo que necesitas encontrar aquellas razones que verdaderamente tienen un significado para ti.
La mayoría de los motivos que las personas mencionan no te ayudarán a dejar de fumar…
- No quiero padecer cáncer de pulmón.
- No quiero sufrir un ataque cardíaco o una parálisis.
- Me gustaría vivir lo suficiente como para ver a mis nietos crecer.
Todas éstas son buenas razones para abandonar el tabaco, sin embargo son sólo posibilidades…
Seguro podrías padecer cáncer de pulmón, seguro podrías tener un ataque cardíaco y seguro podrías perderte el crecimiento de tus nietos… o no. No es posible que rompas una fuerte adicción psicológica basándote en lo que podría suceder. Tu mente hará lo posible por convencerte de que nada de eso no sucederá. Entonces, enumera los problemas de salud que ya estás experimentando.
Tu lista debería citar aquellas cosas que te hacen infeliz y que te sientes fuertemente motivado a cambiar. En vistas de destruir tu adicción psicológica, necesitas un arsenal de nuevos pensamientos y deseos que sean más poderosos que tus deseos de fumar.
Estos son algunos ejemplos de lo que podrías poner en la columna número dos…
¿Por qué quiero dejar de fumar?
1. Razones de salud
- Me quedo sin aliento sólo con exigirme un poco. Las tareas de limpieza del hogar son suficientes para jadear y quedar boquiabierto.
- Mis pies están siempre fríos. Esto podría ser por la elevada presión arterial o por la pobre circulación asociada al cigarrillo.
- Tengo resfríos espantosos y siento que mi nariz va a quedarse en el pañuelo. La secreción de mucosa es la reacción del cuerpo ante todas las toxinas y químicos contenidos dentro del humo cigarrillo y podría ser precursora de enfermedades respiratorias serias. Incluso cuando no contrajera cáncer, no quiero ser una de esas personas que tienen que movilizarse con tubos de oxigeno a dondequiera que van.
- Siempre estoy cansado. Podría ser que mi cuerpo estuviera utilizando todas sus energías en eliminar las toxinas y los químicos del cigarrillo.
2. Razones de vanidad
- El tabaquismo ocasiona envejecimiento prematuro. No quiero que mi cuerpo parezca un mapa arrugado antes de tiempo.
- Mis dedos, mis uñas y mis dientes se manchan con tabaco. ¡Qué desagradable! ¡Qué vergüenza!
- Cuando subo al elevador después de haber fumado un cigarrillo, todos se tapan la nariz, contienen la respiración o se alejan de mí porque apesto. Me siento como un leproso medieval. Es difícil siempre ser “el que apesta” en el elevador. Siento que no tengo control sobre mí.
- Mi aliento es desagradable. Besarme debe ser como lamer el suelo de la alcantarilla. Ni las pastillas para el aliento se quieren acercar a mi boca.
3. Razones financieras
- Si ahorrara todo el dinero que utilizo para comprar cigarrillos, tendría lo suficiente para irme de vacaciones a Cancún (o a algún otro sitio tropical) cada invierno.
- Podría usar el dinero para pagar mi tarjeta de crédito.
- Podría donar el dinero a una institución benéfica o a acciones de caridad. El dinero que gasto en tabaco podría hacer de este mundo un lugar mejor.
4. Razones familiares
- Mi familia dejaría de preocuparse por mí.
- Mi esposa tendría que encontrar un nuevo motivo para regañarme.
- Mis hijos estarían orgullosos de mí y, posiblemente, nunca comiencen a fumar, habiendo visto de cerca los efectos destructivos que tiene.
5. Razones de pulcritud
- Las paredes solían ser blancas. Ahora tienen un tinte marrón enfermizo. Tengo que volver a pintar… otra vez.
- Yo apesto, mi auto apesta, mi casa apesta, todo lo que yo tengo tiene olor a cigarrillo. Ni siquiera puedo prestar un libro a un amigo no fumador porque podrían sentir el olor penetrante del cigarrillo a través de las páginas.
¿Te ves a ti mismo en alguno de los puntos citados? Incluso podrías tener más razones propias de tu persona. Encuentra tantas razones para abandonar el cigarrillo como sean posibles.
Si puedes reeducar tu mente y pensar en el tabaquismo como un hábito tonto y autodestructivo, entonces estás por el buen camino. Y si necesitas hacer algo con tus manos, prueba con una pelotita de goma.
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