Muchas veces las
personas que enviudan cuando ya son mayores se encuentran en una doble soledad:
ya no tienen al compañero de su vida, y las personas que los rodean les son
extrañas.
A pesar de recibir las visitas de los hijos y los nietos, los mayores, si no
son incentivados, pueden caer en la rutina de la soledad. Sentarse en
diferentes lugares de la casa sin siquiera mirar nada de lo que hay en ella,
apurarse a encender el televisor para no perderse un minuto de la telenovela de
la tarde y esperar que suene el teléfono que pocas veces suena. Aunque es una
vida cómoda, no es algo que deseemos para nadie.
A la edad que sea,
la soledad es una prisión, una maldición. Y para los mayores, un agravante. La
falta de vida social puede ser peligroso para la salud. Las personas sin vida
social son más propensas a caer en depresiones, condición que hace a un sistema
vulnerable a muchas enfermedades, incluidas enfermedades cardíacas,
alcoholismo, diabetes e, incluso, cáncer.
Pero así como la
soledad puede agravar la salud de una persona, la vida social puede mejorarla.
Un estudio realizado a lo largo de trece años y 3.000 pacientes mayores, llevó
a los científicos a reconocer que las actividades sociales son tan importantes
como los ejercicios físicos, si de salud se habla. Los mayores pueden cosechar
mucho más de los eventos sociales que pasar un buen rato. Mantener un espíritu
social reduce el estrés, ayuda a las personas sentirse necesitadas y estimula
la mente. Los estudios más recientes demuestran que los contactos sociales
firmes ayudan a crear una protección contra las involuciones mentales que
generalmente acarrea la vejez, además puede prolongar hasta dos años el tiempo
de vida.
Sólo se requiere
algo de esfuerzo y un poco de paciencia para cosechar los primeros frutos de la
vida social. Basta con unirse a un grupo comunitario, o participar de las
actividades del club o asistir a la iglesia o cualquier institución religiosa y
pronto se verá rodeado de personas que quieren invitarlo a tomar el té o a un
juego de cartas.
Cuando las
personas mayores disfrutan su tiempo con amigos, olvidan el dolor de espalda o
pueden caminar muchas más cuadras que cuando están solos. Cualquier situación
parece menos desesperada cuando se está acompañado.