Violencia doméstica:

Consejos para romper el círculo de violencia y alejarse del golpeador

El 25 de noviembre fue el Día Internacional contra la Violencia de Género. 

La violencia doméstica sigue creciendo en el mundo.
 
La Organización Mundial de la Salud publicó un reciente informe donde sostiene que cada 18 segundos una mujer es abusada en el mundo.
 

La violencia doméstica se refleja tanto contra la mujer, como contra los menores de edad también.  

España es el país más violento, según la ONU, y los juzgados no dan abasto a recoger las denuncias de violencia.   
  
La investigación de la OMS encontró una clara relación entre las experiencias de violencia doméstica y los riesgos de sufrir enfermedades y trastornos emocionales, como intentos de suicidio.

En cuanto a las futuras mamás, los responsables del organismo señalaron que hasta un 28% de las mujeres admitieron haber sido golpeadas durante el embarazo, más del 90% de las veces por el padre del bebé. Los técnicos de la OMS destacaron el "sorprendente grado con que las mujeres justifican el abuso del que son víctimas" y advirtieron que entre el 50 % y el 90% de las entrevistadas justificaron que un hombre golpee a su esposa "bajo ciertas circunstancias".

Esta cultura de violencia doméstica, un flagelo social que destruye el cuerpo y la mente de mujeres y niños, no es patrimonio de ninguna clase social en especial ni de un país. En un fenómeno mundial, que sólo se combatirá mediante políticas educativas y preventivas – fundamentalmente – y la vigencia de leyes civiles y penales que sancionen al golpeador y protejan a la mujer golpeada y a sus hijos. 
 

En Argentina hubo un punto de inflexión en cuanto al aumento de las denuncias por violencia familiar, a partir de la muerte de la mujer del boxeador Carlos Monzón a raíz de la caída de un balcón producida por un golpe, en la ciudad de Mar del Plata. 

A partir de ese momento, fueron muchas las mujeres que pensaron que podrían terminar como ella y comenzaron a denunciar. Pero sabemos que aún queda mucho por andar, se necesita un especializado trabajo terapéutico para que una mujer tome conciencia de que es víctima de violencia familiar y se anime a denunciar y a separarse. 

Si la mujer no está preparada psicológicamente para romper el vínculo con el golpeador, sus denuncias quedarán sin efecto rápidamente. Su juicio de divorcio quedará interrumpido por una reconciliación poco duradera, que la llevará ineludiblemente a volver a iniciarlo en el futuro. O tal vez nunca. 

Recuerdo el primer caso de violencia familiar en el que intervine. Yo era estudiante de Derecho, trabajaba en un Estudio Jurídico en Palermo Chico. Una clienta vino a consultar a la abogada titular del bufete con los ojos amoratados de los golpes que le había dado el marido. Era una chica joven y hermosa, pero ese día era un monstruo. Le tomamos fotografías en el acto. No existía la ley de violencia familiar. Iniciamos un divorcio contradictorio y un incidente de exclusión del hogar conyugal. 

En mi afán de aprender le pedí a la abogada si podía presenciar la audiencia que el Juez había fijado antes de decretar la exclusión del hogar y me dijo que sí. Me pidió que mientras esperábamos en el pasillo nosotras nos ubicáramos en una punta, rodeando a nuestra clienta, lejos del hombre golpeador, imaginando que el contacto entre ellos en Tribunales podria desatar nuevamente la violencia. 

Mientras aguardábamos que nos llamaran para la audiencia “llegó él”, con un ramo de rosas, le dijo textualmente “Gracielita, te amo” y se fueron los dos del brazo.  

Cuando el Juez llamó para la audiencia estaban sólo los abogados y yo (joven estudiante), que “no entendía nada”. Cómo podía ser que esa mujer que una semana antes había venido a vernos en tal estado ahora se fuera con el marido como si nada hubiera pasado? 

Me sentía ridícula ante el Juez, después de “semejante demanda”, teniendo que decirle que nuestra cliente y nuestro demandado se acababan de ir del brazo felices de la vida (?). 

Me preguntaba si esa no sería la razón por la que muchas veces la Justicia no es lo rápida y efectiva que esperamos. Cómo pretender que los Jueces tomen medidas urgentes y fuertes si quienes las está pidiendo "perdona" en un segundo los golpes recibidos y ni siquiera se queda a esperar que comience a audiencia que tan urgentemente pedíamos? 

La abogada con la que trabajaba – vieja experimentada en estas lides – me dijo: “En unos meses vuelve a vernos, con un hijo más y despatrimoniada”. Exactamente eso sucedió. El armó esa reconciliación para ganar tiempo y hacer movidas con los bienes, embarazarla por tercera vez, y dejarla en la ruina.

Ruina que ya no sólo era física y psicológica, sino también económica. 

Cuando una mujer me consulta por violencia familiar a veces pasan meses o hasta años hasta que regresa a iniciar el juicio, generalmente cuando sucedió un hecho gravísimo, que puso en peligro hasta la vida de un hijo.  

Por eso siempre aconsejo hacer terapia a estas mujeres de ser posible, paralelamente a su terapia individual, asistir a un grupo de ayuda mutua para personas con la misma problemática que los hay gratuitos, dependientes del G.C.B.A, entre otros. 

Recién después que pueda hacer el “clic” sobre cómo es el vínculo con su marido golpeador y cómo es el círculo de violencia, estará en condiciones de afrontar una acción judicial y sostenerla en el tiempo. 

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