Todos tenemos debilidad por un plato... o por
varios. Y generalmente todo lo sabroso de nuestra comida preferida tiene su
correlato en el número de calorías que posee. Más sabor igual a más kilos no es
una buena ecuación. Para convertir un plato que engorda en uno saludable, sólo
basta recordar algunas breves instrucciones:
1. Identifique todos los elementos ricos en calorías en la receta original.
2. Haga una lista de productos de bajas calorías que puedan ser candidatos a
reemplazarlos. Para hacer esto empiece de a poco. Comience por sustituir una
porción de los productos originales por aquellos bajos en calorías, y vaya
comprobando cuánto afecta al sabor y la consistencia del plato original.
3. A veces conviene dejar una mínima porción de grasas para que el plato no
pierda identidad. Además, recuerde que eliminar por completo las grasas tampoco
es saludable. Si se cocina al horno, especialmente, una pequeña cantidad de
grasa es imprescindible para dar cuerpo al plato.
4. Si su receta lleva huevos, reemplácelos con algún sustituto. Un huevo tiene 4
veces más calorías que sus sustitutos más comunes, como por ejemplo el tofu.
5. En aquellos platos dulces que se hacen al horno (comúnmente tortas),
reemplace los aceites, mantecas o margarinas por puré de frutas o compota de
manzanas.
6. Use leche descremada o baja en calorías en lugar de leche entera.
7. Use mayonesa descremada o crema baja en calorías en vez de la normal. El
yogur (descremado y sin sabor) también es un buen candidato para el reemplazo en
estos casos.
8. Sáquele la piel a las aves de corral, ya sea antes de cocinarlas o después.
El pollo, por ejemplo, se secará si se lo cocina sin piel, así que lo sensato es
asegurarse de que no llegue a la mesa removiéndola después de cocido.
9. El aceite de oliva agrega mucho sabor a sus comidas, cierto, pero también
muchas calorías. Pruebe reemplazarlo con margarina baja en calorías y si no es
suficiente a los efectos deseados, controle la cocción y agregue agua
periódicamente si la comida se pega.
10. Aprenda dónde la grasa puede marcar una diferencia de calidad en el sabor y
dónde se puede prescindir sin mayores problemas de ella. Esto lo da la
experiencia (o sea, la cantidad de horas que pase en la cocina) y también la
experimentación. Recuerde ir probando las sustituciones de productos de a poco,
para poder ver mejor los resultados.
11. Balancee la reducción de ingredientes ricos en grasas con aderezos. Esto
quizás modifique el sabor original del plato, pero rara vez lo convertirá en una
comida insulsa y sin personalidad.
12. Aprenda a encontrarle el gusto a las comidas bajas en calorías. Hasta a la
más insulsa receta light se le puede encontrar un giro gourmet. Pruebe con
ingredientes impensados (cuanto menos calorías tengan, mejor) hasta crear platos
personales y alcanzar sabores que jamás imaginó.
13. Recurra a ingredientes vegetarianos. Los vegetarianos (o los veganos, su
versión más extrema, quienes no comen por cuestión de principios ningún derivado
de la vaca) son expertos en encontrar reemplazantes naturales para cada elemento
con una cuenta de calorías elevada.
14. No se olvide del caldo. Un poco de caldo saborizado puede ser un excelente
sustituto para la manteca o el aceite.
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