Ninguno se anima a cruzar en un navío de ilusiones. Cada uno, desde su orilla, se observa.
Ella mira al cielo y piensa: “¡Qué noche para enamorarse!”.
Él mira hacia las huellas que deja su lento recorrido, queriendo devorar el humo de su cigarrillo y dice bajito: “Ni siquiera se dio cuenta de que la estaba mirando”.
Encuentro causal
Hemos cruzado el puente del tiempo y del espacio. Éramos, entre la multitud de voces, este andar sin duelo.
Perenne el amor hacía su ronda mientras una cristalina ráfaga de luz amanecía nuestra mirada.
Comprendí que “ser” siempre tuvo el sentido de “alguien”.
Alguien manso de corazón. Alguien que crea en la esperanza.
Descubro que hemos invertido nuestro tiempo en un gran capital: lo mejor es posible y existe al intentarlo.
Autora: Cristel Demkow.
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