La gran mayoría de esos viajeros van por asuntos de negocios y paran en la zona de la Avenida Paulista y los Jardins, barrios que concentran los grandes edificios y rascacielos de las multinacionales, donde se concentran el metro cuadrado de propiedad más caro, los hoteles cinco estrellas, los mejores restaurantes y tiendas y que además reflejan la diferencia y desigualdad social.
Esta parte de la ciudad no es precisamente un atractivo turístico donde se encuentren playas y morros, sino que es más parecido a Wall Street.
Pero también en este lugar se puede visitar el Museo de Arte de San Pablo (MASP), al 1500 de Paulista, a metros de la estación de subte Trianon (línea verde). Este edificio colorado se inauguró en 1968 y es un ícono de la ciudad. Su colección de arte occidental quizá sea la más importante en América latina, con obras de Renoir y Van Gogh.
Enfrente del Museo se encuentra el parque que le da nombre a la estación de subte, un insólito paseo verde en plena ciudad, que data de fines del siglo XIX.
Cerca de allí se encuentra la calle Rua Augusta, una calle netamente comercial, con locales de todo tipo de rubro, desde libros hasta ropa. Entre lo más curioso que hay sobre esa calle, se encuentra la Galeria Ouro Fino (al 2690): cuatro pisos de casas de diseñadores alternativos, ropa vintage, disquerías para DJ y cosas modernas.
La calle siguiente es la Oscar Freire, la rua comercial más chic, junto con Haddock Lobo. Esta zona generalmente explota entre enero y junio durante las dos ediciones anuales de la Sao Paulo Fashion Week, semanas de la moda muchas veces más importantes que las europeas.
Con respecto a los restaurantes se pueden ubicar en Jardins los más caros de la ciudad. Pero también hay algunos más accesibles como Capim Santo, de comida tradicional bahiana al gusto paulista (más suave) en Ministro Rocha Azevedo 471.
Otra zona recomendable para recorrer es el barrio de Vila Madalena, un lugar con casas bajas, bares y tiendas de artes decorativas, parecido al barrio porteño de Palermo.
El Mercado Municipal
El centro de San Pablo se caracteriza por ser el lugar de la ciudad con más color e historia y además es uno de los sectores más peligrosos al caer el sol. Siempre se recomienda no llevar muchas cosas de valor y pasar lo más inadvertido posible.
La estación de subte de Sao Bento puede ser un buen comienzo para empezar la recorrida. Allí se encuentra el monasterio benedictino del mismo nombre, muy famoso por su coro gregoriano.
También si se sigue camino cruzando el puente Santa Ifigenia se tendrá una vista panorámica del paisaje de hormigón, del parque de Anhangabaú y del movimiento incesante.
Otro imperdible es el Mercado Municipal (de lunes a sábado, Rua da Cantareira 306). Inaugurado en 1933, ofrece puestos de frutas, embutidos y todas las variedades de aceitunas imaginables. Y tanto en el primer piso como en la planta baja se puede comer en el Hocca Bar con un cartel muy pintoresco que dice: “Cuidado, este bar causa dependencia”.
Ibirapuera, el parque que da vida a la ciudad
El gobierno municipal se lo ofrendó a la ciudad en 1954 para celebrar su cuarto centenario. De los más de treinta parques públicos de San Pablo, este es el más grande e interesante.
Dentro del mismo se encuentra la famosa fuente multimedia, con música, luces y un salto que llega hasta los 60 metros.
Con unas 160 hectáreas, este parque es un notable ejemplo de espacio público, tanto por los senderos para hacer ejercicio o pasear al perro como por el pabellón Ciccilio Matarazzo, donde se hace la Bienal de Arte de San Pablo. Allí se instalaron los museos de Arte Contemporáneo, de Arte Moderno, de Folklore y de Aeronáutica, y el Planetario.
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