Experiencias de viajes

Salí para la ciudad de México en un viaje de ida y vuelta el mismo día...


Jueves 22 de Mayo de 2003


Salí para la ciudad de México en un viaje de ida y vuelta el mismo día, arribé a
las 9.40 como estaba previsto y 20 minutos después estaba frente a la taquilla
de los taxis donde me asignaron uno que me llevara al sur de la ciudad a una
entrevista.

El
taxista tomó el viaducto hasta La Av. Revolución y en la conjunción con
patriotismo nos tocó el alto del semáforo; un muchacho parado junto al coche
comenzó a golpear el vidrio con una pistola, metió la mano por la ventanilla,
quitó el seguro de la puerta y se introdujo en el coche, colocándome la pistola
a la altura del abdomen.

 Por instinto la agarré y la separé de mi cuerpo, cuando sentí dos golpes con
algún objeto pesado, uno en el hombro y el otro en la espalda, estos me los
había proporcionado otro muchacho que se había metido al taxi por la otra puerta
sin que yo me percatara, dejé de ofrecer resistencia y ellos sin dejar de gritar
majaderías e insultos, tomaron mis pertenencias, un maletín de viaje con una
computadora, mi reloj de pulsera y con la misma se bajaron y caminando llegaron
a la orilla de la calle y desaparecieron en un puente peatonal, todo esto en un
lapso de unos 30 segundos.

 El
taxista no hizo ningún movimiento o comentario. Como a unos 100 metros de donde
estábamos había una patrulla parada, dos carros atrás de nosotros había otra, yo
me baje del coche buscando ayuda entre los demás conductores y todos hacían como
que no me veían, en eso se puso el semáforo en siga y arrancaron todos lo mas
apresurado posible, únicamente los que estaban atrás del taxi, que no se movió
se quedaron pero tocando el claxon, para que este les diera el paso, en eso se
acercó la patrulla que venia detrás y sonando su corneta se nos emparejo y
preguntó


“¿Qué sucede joven?”

Le
platique todo lo del asalto y como si nada me sugirió que me presente a la
delegación a poner una queja, y me advirtió que tendría que presentar dos
testigos. Insistí en que acababa de suceder y si los agarrábamos con mis
pertenencias era
flagrancia.


No joven no nos corresponde, somos de vialidad- Esos de la otra si son de
seguridad, así que por favor no obstruyan y oríllense y díganle a los otros
compañeros que les ayuden.

 El
taxista arrancó y me habló por primera vez desde que salimos del aeropuerto
donde le di la dirección a la que me dirigía. Mire joven, déjelo así, ya la
brincamos, aquí en esta misma unidad han muerto dos pasajeros en asaltos, que yo
sepa y al anterior operador, también lo mataron, me pareció ver desde lejos que
esos dos
rateros estaban platicando con los de la patrulla, son sus madrinas.


Encima de la patrulla un espectacular del Regente anunciando los logros en
seguridad, MÉXICO LA CIUDAD DE LA ESPERANZA. Chin…y recontra Chin….

 Decliné una invitación a comer, terminé mi reunión y regresé al aeropuerto donde
conseguí cambiar el boleto por otro que me regresara lo mas pronto posible a mi
algo más segura provincia. En el noticiero de la noche oí la clásica diatriba
del procurador Batís donde increpaba a Creel, porque este hizo un comentario
sobre la creciente inseguridad  en el DF. Lo que me sucedió no queda en el
historial de la ciudad, no sucedió porque no se denunció, como sucede en el  99%
de los casos. Y no se denuncia porque sería como que un corderito vaya con el
lobo a quejarse de que su lobito le mordió una pierna. De seguro que ahí se lo
terminaban de comer.

El
involucramiento de las autoridades en el crimen organizado es un acto cada día
mas obvio y descarado. La fuga de peligrosos reos no es nada fortuito, son actos
bien planeados en complicidad con altas autoridades por motivos muy obscuros.

 Dos años atrás, en la ciudad de Chicago, esperábamos mi esposa y yo sentados en
la puerta de un Mall, al transporte que nos llevaría a nuestro hotel, en eso un
muchacho de color, visiblemente alterado por el consumo de alguna droga, se
acerco y cogió una de las bolsas con alguna mercancía recién comprada.

Se
lo reporté a un guardia de seguridad del Mall, me pidió la media filiación del
individuo y la dirección de nuestro hotel. Como a las ocho de la mañana del día
siguiente sonó el teléfono de la habitación y me avisaron que un detective de la
ciudad subiría a hablar con nosotros. En la mano llevaba una bolsa y dentro la
deteriorada bolsa con la mercancía que nos habían robado, me hizo firmar un
recibo y me la entrego, después sacó unas fotos y me preguntó si eran del que
nos había robado, una era muy parecido y así se lo hicimos saber.


Nos agradeció la cooperación, nos informó que ya había sido detenido y había
confesado, nos dejó su tarjeta y nos ofreció sus servicios para cualquier
aclaración. Pero nos dijo que ya no se nos molestaría mas. Eso es Eficiencia.


Existen otros testimonios de conocidos que han tenido similares problemas al
aquí narrado y se han llevado la sorpresa de que hasta un año después, estando
ya en su país, los departamentos de policía de la ciudad donde ocurrió el
problema se han comunicado con ellos para avisarles que se resolvió el problema
y lo recuperado se los enviaron.

 ¿Algún día, sucederá algo similar con nuestras policías? Por lo menos aquí en
Cancún no lo creo y mucho menos en este trienio local y sexenio Estatal.

La
calidad moral de nuestros cuerpos de seguridad esta acorde a los mandos máximos.
Moral es una palabra totalmente divorciada de las reglas urbanas de algunos
personajes públicos, con singular cinismo desprecian la opinión publica, se ríen
de las criticas a sus testimonios exhibidos con total menosprecio al interés y
pudor publico.


Entonces como pueden exigir lo contrario a sus subalternos, como pueden pedirles
cuentas de sus actos, sí quienes tienen que dar el buen ejemplo son los que peor
se comportan. No hay dicho que no contenga algo de verdad o mucha de ella.

 POR ESO DICEN QUE: CUANDO EL RÍO SUENA AGUA TRAE