La POLICÍA FEDERAL
ARGENTINA quiere poner en conocimiento de la población, que la División
ANTISECUESTROS, luego de analizar e investigar una serie de denuncias ha podido
determinar la existencia de una nueva modalidad delictiva, que básicamente
consiste en un engaño, al que podríamos denominar como SECUESTRO VIRTUAL.
Si bien dicha
maniobra tiene tantas variantes como autores, básicamente existen dos
modalidades bien diferenciadas, las que sintéticamente se pretende exponer,
para evitar ser sorprendidos.
La primer
variante, la más sencilla, puede y suele ser cometida por un solo individuo, y
consiste en llamar –por lo general al azar- a un número telefónico, y
manifestarle al interlocutor que TIENEN SECUESTRADO A UN MIEMBRO CERCANO DE SU
FAMILIA, que por el momento no le pueden decir quien es, pero que si hace todo
lo que le indican, muy pronto será dejado en libertad sin lastimarlo.
Luego le
dicen que tiene –generalmente- 10 minutos para ir a comprar tarjetas
telefónicas, por un valor que oscila entre los 200 y los 500 pesos, y que se
apure, ya que lo volverán a llamar luego de ese lapso de tiempo, para darle más
indicaciones.
Efectivamente lo vuelven a llamar, y le manifiestan que raspe
las tarjetas y les pasen el código, la clave y la empresa de las mismas, para
posteriormente decirle que dejaran en libertad a su familiar.
Esta maniobra se
ha detectado que también es realizada por presos desde el teléfono instalado en
el interior de las cárceles, motivo por el cual algunas llamadas ingresaran por
el sistema de pago revertido, aunque esa no es una condición necesaria.
Aquí
resulta importante resaltar que la mayoría de la información sobre el
parentesco y el nombre del supuesto damnificado siempre termina siendo aportado
por comentarios que realiza quien está siendo extorsionado, en su temor por la
suerte que pueda estar corriendo precisamente esa persona que por no estar
presente, calculan que es la posible víctima.
El truco consiste
en que no se ha secuestrado a ningún familiar, y se juega con la desesperación
del que recibe la llamada al no estar con él sus familiares más cercanos, sea
por que están trabajando, o vivan en otro domicilio o han salido a algún lugar
de divertimento.
La segunda
variante ya es cometida por uno o más personas, y en este caso ya si se cuenta
con alguna información del damnificado (es decir quien recibe la llamada),
persona esta a la que lo llaman a más de un número telefónico, o por el nombre, o le indican quien es el
familiar secuestrado.
Aquí también se solicitan claves de tarjetas telefónicas
y/o entrega de dinero, pero también en cantidades que puedan ser conseguidos en
poco tiempo (y cuyo monto depende del nivel adquisitivo que tenga el
damnificado, que como ya se dijo, es una información que los delincuentes ya
poseen) y le indican donde dejarlo o donde deba esperar para que una persona
pase a retirarlo. Aquí tampoco se ha secuestrado a persona alguna.
El número de este
tipo de llamadas se incrementan los viernes por la noche y muy especialmente
los sábados, días en que muchos hijos concurren a lugares de divertimento,
difícil de ser ubicados para establecer su real condición.
Ante un hecho como
este, se recomienda no perder la calma, evitando aportar información que es
recogida por los delincuentes.
Es más, si quien recibe el llamado no resulta shockeado por la noticia, dar un nombre de una persona y/o parentesco
inexistente, para confirmar de este modo la mentira; comenzar a rastrear a sus
familiares más directos en forma telefónica, y hacerse ayudar por otro familiar
para dividirse a las personas a llamar, para sí en muy poco tiempo tener
ubicados a las posibles víctimas y saber su real estado.
Avisar siempre a la
POLICÍA FEDERAL, sea por intermedio del 101, o concurriendo a la Seccional más
próxima, o a los teléfonos n° correspondientes a la División ANTISECUESTROS.
Además se
recomienda no tirar las tarjetas telefónicas, ya que de ese modo se puede
rastrear al autor y/o cómplices del delito.
Demás está aclarar
que nunca y bajo ningún concepto aceptar un código y claves telefónicas que no
sea por medio de una tarjeta en perfecto estado, ya que las informadas de
cualquier otra manera seguramente provienen de un delito de los mencionados
anteriormente, circunstancia esta que no solo permite completar el delito, sino
que lo puede convertir en un participe necesario, con las consecuencias penales
que ello conlleva.
Estamos
convencidos que la publicación de estas maniobras, y llevar a cabo estas pocas
medidas de seguridad, especialmente la de guardar las tarjetas telefónicas y
posteriormente realizar la denuncia, hará disminuir considerablemente esta
maniobra, ya que los delincuentes no solo sabrán que indefectiblemente podrán
ser detectados, sino que además se les reducirán considerablemente los clientes
que bajo ningún punto de vista podrán argumentar que han sido compradores de
buena fe.
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