El dar en exceso puede resultar en determinados casos un arma de doble filo.
“La actitud de escuchar, sostener, respaldar y sobre todo acompañar cuando
solamente se da de un solo lado es una tarea ingrata ya que se asume un rol del
cual es difícil alejarse una vez queda establecida la relación.
El problema está en que si se es así con todo el mundo se corre el riesgo de
dar una sensación errónea”, comenta la psicóloga argentina Florencia
Cardozo.
Recomendaciones para evitar que te tomen por tonto
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“Lo primero que hay que hacer si se quiere salir de ese rol de buena o tonta es
establecer límites. Éstos no deben sobrepasarse y deben ser respetados”,
aconseja la profesional.
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Saber decir que no. “Aunque cueste y no se esté acostumbrada a enfrentar con
determinación las situaciones incómodas, hay que poder enfrentarlas con firmeza.
Es posible organizar una lista de situaciones puntuales de las que se prefiere
mantenerse al margen para que cuando se presenten en la realidad sea más fácil
poder enfrentarlas satisfactoriamente”, sugiere Cardozo.
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Exigir de una amistad o un familiar lo mismo que se da. “Es muy cómodo para
la otra parte ser escuchado y reconfortado, pero hay que ver hasta qué punto la
relación es simétrica y reporta una satisfacción verdadera.
Si no hay un equilibrio y la otra parte nunca está en condiciones de escuchar de
la misma manera que uno lo hace, no valdrá la pena seguir teniendo una actitud
sumisa”, sostiene la psicóloga.
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Saber pedir consejo y abrirse al otro. “En muchas circunstancias, los roles
se establecen y se asumen, sin prestarles la debida atención. No todos tienen la
capacidad de pedir ayuda.
Hay que hacer el ejercicio para poder lograrlo. Si no damos a conocer nuestras
necesidades, la otra persona sumida en sus propias preocupaciones no las
advertirá”, explica la especialista.
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Es conveniente saber diferenciar entre una persona amiga que necesita un consejo
y aquella que está constantemente abusando y manipulando.
“Distinguir las conductas de cada uno es apropiado para poder establecer los
límites antes mencionados. Dejarse a uno mismo para como última opción o recurso
no es lo adecuado. Hay que encontrar el equilibrio justo entre uno mismo y el
entorno”, explica Cardozo.
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Elevar la autoestima. “Uno de los factores que colaboran para que se puedan
delimitar correctamente los roles es el grado de autoestima que se tenga.
El quererse a uno mismo, respetarse y valorarse son virtudes necesarias para
saber hasta dónde es conveniente llegar sin que nadie arrebate la propia esencia”,
opina la psicóloga.
Perfil de los que se dejan manipular
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Son influenciables
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Se dejan manipular con facilidad
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Les cuesta decir que no
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Relegar la propia vida y necesidades en beneficio de otros
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