El beso

Es divertido ir viendo la trayectoria del beso a lo largo del tiempo; como comienzo o inicio de un comportamiento social, o como preludio de los placeres del cuerpo….

“El beso se produce por una especie de movimiento de aspiración de los músculos de los labios, acompañado por un sonido más o menos suave. Debe practicarse en contacto con otro ser vivo o en con un objeto, caso contrario parecería que se está llamando a un caballo”

-Chistopher Myrop. (Biólogo francés) 

La bióloga alemana Giselle Dahl deduce, en la revista Nature, que el beso compromete los tres sentidos más directamente emparentados con el deseo sexual: el gusto, el tacto y el olfato. (¿Qué podemos decir nosotros de la comida?) 

La palabra beso proviene del latín Basium –acción de besar-, besar del latín basiare, tocar algunas cosas con los labios contrayéndolos y dilatándolos suavemente, para manifestar amor, amistad, o reverencia, y al llevarse a la practica pone en movimiento doce músculos  faciales, pero la lengua que se pone en acción cuando la peripecia adquiere alto voltaje erótico, moviliza otros diecisiete músculos más; y los latidos del corazón pasan de 70 a 150 por minuto. ¡Todo un ejercicio, mach@!. 

Los antropólogos aceptan que, hace más de dos millones de años, los homínido   ya se besaban, así como hoy y siempre se besaron los chimpancés, y que la costumbre deriva de la instintiva necesidad que sentían las mamás homínidas de masticar la comida hasta convertirla en papilla para alimentar a sus bebés.

La hipótesis de que halagaran de la misma manera al macho dominante de la manada, en un primitivo gesto de adulación y sometimiento, no parece exagerada. 

Generalmente el beso social se aplicaba en las manos, o mejillas; los de afecto maternal o paternal en la frente (los americanos después lo trasladaron a la boca en forma de piquito); los besos de amantes, en un pie, muslo, pecho o en la boca;  el beso de la muerte, de la mafia italiana, en la boca del sentenciado; Los jerarcas soviéticos prodigaron la excepción a esta regla: se besaban en la boca, en pleno Kremlin, a la vista y consentimiento de todo el mundo. Todavía ningún politicólogo se atrevió a discernir sí esa exótica variante de la promiscuidad contribuyó a precipitar la decadencia del comunismo. 

Los besos en el cine nacieron casi con el invento del cinematógrafo: el primero de todos fue filmado en 1895 –En una cinta de celuloide de casi once metros y cuya proyección duraba apenas cincuenta segundos-, la película denominada “El beso” –Realizada por Thomas Alva Edison; mostraba a John Rice apoyando sus labios sobre los de May Edwin-. Debió soportar una andanada de críticas vitriólicas cuando la libró a la exhibición pública. Los diarios neoyorquinos maldijeron el advenimiento del cine si servía de vehículo a escenas tan lascivas y depravadas, de manera que el inventor de la lamparita incandescente se convirtió también en víctima precursora de la censura cinematográfica.

Los industriales de Holywood ignoraron esos escozores, convencidos de que los besos de película incentivarían la voracidad de las taquillas, ya que cumplirían una imprescindible función didáctica.

Así entonces, nadie acusó molestias por el hecho de que en adelante Rodolfo Valentino y Theda Bara, Hohn Barrymore y Greta Garbo, Clark Gable y Vivien Leigh y Cary Grant e Ingrid Bergman se enredaran en una pringosa telaraña de labios ardientes.

Que se recuerde, solo los besos que se propinaron Brigitte Bardot y Jean-Louis Trintingnant, en “Y Dios creo a la mujer” (1956), sobresalieron a la censura y en varios países fueron severamente cercenados. Eran, claro, besos a la francesa, como los que luego copiaron (en versión mejorada) Kim Basinger y Mickey Rourke en “Nueve semanas y media” (1995), sin que nadie mosqueara y sin que ninguna censura diera muestra de patibundez  puritana.

En todo caso, el cine ha sublimado uno de los gestos de ofrenda amorosa más encomiables, a medio camino entre los arrebatos del espíritu y las ganas de abordar la cuestión de fondo.

-Contenido extraído de “Historia del Beso”. Norberto Firpo. Rev. La Nación. Sep.1998- 

Mirando películas de hace años atrás es de destacar lo osadas para su época de “El Decameron” y “Los cuentos de Canterbury”, entre algunas de su tiempo, continuando con la historia del cine osado es de destacar la superproducción de “Caligula”, censurada aun en la actualidad o la revolucionaria “El imperio de los sentidos” de Furukawa. 

Continuando con el pensamiento literario veamos que más nos pueden decir a cerca del beso: 

“El beso santifica el más entrañable de los sentimientos”. –Robert Burns (ingles.sigloXVIII) 

“Sintiendo que el azul nos impedía

algo de Dios, tu boca con la mía

se unieron una tarde luminosa,

bajo el caduco sátiro de yeso.

Y como de una cinta milagrosa

ascendí suspendido de tu beso.”

-“Paradisíaca”.Leopoldo Lugones- 

Para Cyrano de Bergerac (aquel “que lo fue todo y no fue nada”) el beso es:

“…Un juramento hecho de cerca;

un  subrayado de color de rosa

que al verbo amar añaden; un secreto

que confunde el oído con la boca;

una declaración que confirma;

una oferta que el labio corrobora;

un instante que tiene algo de eterno

y pasa como abeja rumorosa;

una comunión sellada encima

del cáliz de una flor; sublime forma

de saborear el alma a flor de labio

y aspirar del amor todo el aroma.

Y es tan noble, en fin, un beso,

que la Reina de Francia, de su boca,

al más dichoso Lord quiso otorgarlo.” 

En una exposición de esculturas europeas realizada en Tokio en 1924, fue colocada, detrás de un biombo, una reproducción de “El beso” de Rodin, para ocultarla del público. –En Japón, el beso era conceptuado como una obscenidad, una indecencia-. 

Según Ivan Bloch, entre los mongoles existe el “beso oliendo”, así: “se aprieta la nariz sobre la mejilla de la persona amada, y se aspira fuertemente el perfume que allí emana.” 

¿Y qué otra cosa que largos, apasionados, húmedos besos sin labios, son esos mirarse hondo, y como dormido, de los amantes que no pueden o no deben acercarse demasiado?

-Schiller- 

Parece que en el beso se deseara transfundir lo mejor, o por lo menos lo más ardientemente vital que se posee a la otra persona, y al mismo tiempo incorporar lo suyo en esa especie de absorción. –“El beso”. José Belbey- 

El aliento de tu boca es aroma de manzanas;

Tu boca es vino generoso,

que se entra suavemente por mi paladar

y suavemente se desliza entre labios y dientes.

-7,7-10. “El cantar de los cantares” 

(…)

Y antes de que la liebre marinada

llene de aromas el aire del almuerzo

como silvestre fuga  de sabores,

a las ostras del Sur, recién abiertas,

en sus estuches de esplendor salado,

va mi beso empapado en las sustancias

de la tierra que amo y que recorro

con todos los caminos de mis sangre.

-“Los frutos de la tierra.”, P. Neruda- 

(…)

Mordí mujer, me hundí desvaneciéndome

desde mi fuerza, atesoré racimos,

y salí a caminar de beso en beso,

atado a las caricias, amarrado

a esta gruta de fría cabellera,

a estas piernas por labios recorridos:

hambriento entre los labios de la tierra,

devorado con labios devorados.

-“La estudiantes”. P. Neruda- 

“Con tu mujer procura estar cariñoso, y si la notas infatúa o arisca, hazle una caricia que le produzca un poco de daño, un abrazo fuerte, un mordisco y luego un beso suave. Que ella no pueda disgustarse, pero que sienta que tú eres el macho, el amo, el que mandas. Así aprendí de tu padre –y como no lo tienes, tengo que ser yo lo que te enseñe estas fortalezas.” –“Bodas de sangre”, G. F. Lorca-
 

“Aquí estoy, Lucía Martínez.

Vengo a consumir tu boca

y a arrancarte el cabello

en madrugada de conchas. 

Porque quiero y porque puedo.

Umbría de seda roja.

-“Lucia Martínez”, G. F. Lorca- 

“Ya no aguanto el horror de estos techos después de haber probado el sabor de su boca. Seré lo que él quiere que sea. Todo el pueblo contra mí, quemándome con sus dedos de lumbre, perseguida por los que dicen que son decentes, y me pondré la corona de espigas que tienen las que son queridas de algún hombre casado.” –“La casa de Bernarda Alba”, F. G. Lorca- 

(…)

¿Nunca se despierta en ti

un recuerdo, como en mi,

de un amante que se fue?…

Sí me contestas que sí,

eso es un beso; Asunción,

que en alas de no sé que

trae la imaginación.

(…) –“El beso”, Ramón de Campoamor- 

(…)”Dame, pues, mil besos, y cien enseguida, después otros mil, y cien más, y todavía mil, y otros cien más aun.

Y cuando nos besemos miles de veces, embrollaremos la cuenta para olvidar su número; así evitaremos que algún envidioso y ruin se revuelva  contra nosotros al enterarse de todos los besos que nos hemos dado.” –Cátulo (87-47 A.J.) a Lesbia- 

(…) “Cuando pases cerca de mi levanta tu vestido; yo estoy tendido en tierra, yo, tu victima, y podrías mojar tu ropa en la sangre que has hecho brotar de mi corazón.

Dios poderoso, ten piedad de mi dadme la fuerza de ir a depositar mis labios en el umbral de la puerta de mi bien amada.

¡Ojalá que tus labios rosados me den un día el dulce alimento del amor!”

-Hatiz,( poeta persa. sigloXIV)- 

XCI

Se aparta él y retira sin aliento

su boca de coral, dulce ambrosía

por lo que el labio de ella está sediento,

pues su sabor conoce en demasía;

Ella ansiosa, y exhausto ya el mancebo,

ligados por un beso, caen denuevo.

-“Venus y Adonis”. W. Shakespeare- 

Como  panal de miel destilan tus labios, oh esposa mía;

miel y leche hay debajo de tu lengua;

y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano.

-Cantares 4:11-

(…) « Y el beso no acaba nunca….Parece que bajo la lengua de Khrisis hay, no  miel y leche, como se dice en la Escritura, sino agua viva movible y encantada. A esta misma lengua, que multiforme, se ahueca y enrolla, se retira y se alarga, más acariciadora que la mano, más expresiva que los ojos, flor que se retuerce en forma de pistilo o se adelgaza como pétalo, carne que se hace rígida para vibrar o se ablanda para lamer, le infunde Khrisis toda su ternura y su apasionada fantasía…Siguen las caricias, que ella prolonga y que se repiten. Le basta con la extremidad de sus dedos para tender una red de construcciones espasmódicas que se propagan por los costados sin desvanecerse del todo. Ha dicho ella que no es feliz sino sacudida por el deseo o enervada por el agotamiento.” (…) –“Afrodita”, Pierre Loüys. 1894- 

Una aclaración de Pierre Loüys –que tardó mucho tiempo en poder publicar su obra “Afrodita”, por la censura de la época-

“Es por una superchería consciente y voluntaria que los educadores, desde el Renacimiento hasta la hora presente, han representado la moral antigua como inspiradora de sus estrechas virtudes. Si esta moral fue grande, si merece, en efecto, tomarse por modelo y ser obedecida, es precisamente porque ninguna ha sabido como ella distinguir lo justo de los injusto de acuerdo con un criterio de belleza, proclamar el derecho que todo el mundo tiene a buscar la felicidad individual dentro de los límites a que le reduce el derecho igual del semejante, y declarar que nada hay más sagrado bajo el sol que el amor físico, ni nada más hermoso que el cuerpo humano”. 

“Ciertas épocas ya no tan antiguas se caracterizaban particularmente por sus excesos y extravíos sexuales. Tal es lo que aconteció en los tiempos de Sodoma y Gomorra, en el período del esplendor babilónico, en el Egipto de los Ptolomeos, en la Esparta de Licurgo, en la Roma de los Césares, en la Grecia inmortal, en el Medioevo, en la época pre y pos-renacentista, en la Italia del Papado de los Borgias, en la Francia de los Capetos y Borbones, en la Rusia de los Zares y Zarinas, en Alemania, Austria, España, Inglaterra…para no mencionar a los países del Cercano y Lejano Oriente, donde tales prácticas han sido vistas como cosas naturales.” – “El goce y la crueldad”, Guy de Massillon- 

Si por una vez los antropólogos coinciden con los poetas, el beso merece ser justamente reivindicado en un mundo cada vez  más seducido por los improperios de la cibernética, por los desmanes del producto bruto interno y por tanta ripiosa ansiedad materialista.

Parte de: “Frutos prohibidos y Ofrendas de Venus”. 
Florilegio del amor, del erotismo, de la voluptuosidad, y de la lujuria.
 

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