Se
denomina juego sexual al momento de acercamiento íntimo previo al coito, en el
que varones y mujeres llevan a cabo diferentes conductas sexuales.
Algunas parejas suelen acortar su duración a escasos minutos, pasando con
rapidez a lo supuestamente importante: la penetración y el orgasmo concomitante.
Si
preguntamos a la mujer de esa pareja imaginaria acerca de su satisfacción
sexual, probablemente responda que es baja o nula, o que no pudo alcanzar el
orgasmo, o que sintió dolor al ser penetrada.
Si
le preguntamos al varón de esa pareja, es probable que centre su satisfacción en
que pudo llegar a su orgasmo.
Otras parejas se disponen a encontrarse sexualmente. Se dan tiempo para
intercambiar besos, caricias, mimos, masajes…
De esta manera, la excitación
sexual va aumentando paulatinamente hasta que llega la necesidad de alcanzar el
clímax. Probablemente, si les hacemos la misma pregunta, estos varones y mujeres
puedan contestarnos que todo el encuentro fue satisfactorio, y que el orgasmo
fue "la cereza del postre".
Para las mujeres es fundamental ya que -fisiológicamente- la excitación femenina
es más lenta que la masculina. Si la mujer no alcanza altos
niveles de
excitación, tendrá dificultades para alcanzar su orgasmo.
La
excitación fisiológica de los varones es rápida, pero su mayor calidad e
intensidad se logra sosteniendo temporalmente las sensaciones de placer. El
orgasmo así alcanzado tiene una vivencia de mayor satisfacción.
¿Porqué será que a algunas parejas no se les ocurre prolongar el juego sexual,
limitando sus encuentros a una mera "descarga higiénica"?
Algunosapueden pensar que el juego sexual es una pérdida de tiempo; que no es
necesario ya que lo único verdaderamente importante es
el coito y el orgasmo.
Otras, no se lo permiten porque diversas emociones (miedos, culpa, angustia), o
ideas (prejuicios o creencias aprendidos generalmente en la infancia) inhiben su
expresión sexual, reduciéndola al mínimo posible.
Otras mantienen relaciones sexuales con una persona a la que no quieren o no
desean, pudiendo hacerlo, incluso, por obligación. En este caso, las personas
suelen pensar que cuanto más rápido se termine con la situación, mejor.
Otras, cansadas de las obligaciones diarias, se encuentran a la noche en la
misma cama y apuran el momento porque el agotamiento puede más.
El
juego sexual, como juego adulto, tiene sus raíces en los intercambios
amorosos de la adolescencia. La "franela", término utilizado en otros tiempos, o
la "transa", término actual, forma parte del aprendizaje indispensable para
mantener una adecuada salud sexual.
Los adolescentes aprenden así a conocer su propio cuerpo y sus sensaciones. Asimismo, estos encuentros les permiten prolongar el inicio de la vida sexual coital hasta que puedan llevarla a cabo con el cuidado, el respeto y la
responsabilidad que merece.
Aunque ya no es tan habitual, los adolescentes varones que se inician con el
sexo pago aprenden a apurarse y a valorizar sólo el placer genital así como sus
propias necesidades sin tener en cuenta las necesidades de su compañera.
Los adolescentes tenderán a incluir estos aprendizajes en su adultez. Si
pudieron valorizar las conductas previas, sus encuentros sexuales futuros podrán
ser saludablemente placenteros.
Lo
que no se aprendió en la adolescencia siempre hay tiempo para aprenderlo; sólo
depende de la predisposición. Los adultos también pueden aprender a mantener una
sexualidad sana donde la intimidad y la comunicación -corporal y verbal-
predomine sobre los instintos. Por algo la naturaleza nos hizo seres humanos.
Fuente:
Sexuar
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