Desde que los humanos tomaron conciencia de la duración de su vida procuraron lograr su prolongación, recurriendo a distintos métodos
Tan diversos como los conocimientos que, progresivamente, fueron adquiriendo sobre las modificaciones que sufre el organismo a medida que pasan los años, preocupándose por su sexualidad.
Existe una creencia generalizada de que la misma es patrimonio de la gente joven y de edad mediana. De este concepto quedan excluidos hombres y mujeres que integran el grupo de los llamados adultos mayores.
Nada más inexacto. La capacidad amatoria, espiritual y física, en la mayoría de los casos, termina con el fin de la vida.
La expresión de la sexualidad puede dividirse en tres etapas: deseo, excitación, orgasmo.Si bien los jóvenes pueden realizarse en todas ellas, con excepciones no tan infrecuentes, los adultos mayores están en condiciones de tener una participación total o parcial, dependiendo de diversas circunstancias que abarcan, para su estudio factores psicológicos, neurológicos y orgánicos.
En lo psicológico, cabe consignar que el deseo sexual no se limita por la edad, pues depende de motivaciones diversas, a veces por la pérdida del compañero sexual, o de situaciones de estrés, etc. En general es un efecto transitorio, recuperable con el tiempo.
Las causas neuronales no requieren mayor explicación y son la consecuencia de diversas enfermedades cerebrales.
En cuanto a lo orgánico, enfermedades como vaginismo (dolor vaginal) en la mujer, o déficit circulatorio en el hombre, son procesos que afectan a la tercera etapa del acto sexual, pero son tratables.
La sexualidad nace con el hombre (genéricamente hablando) y muere con él.
Su necesidad puede ser acallada cuando se la sublima, por ejemplo con la religión, el estudio, el arte, el trabajo, el amor al prójimo, etc.
Aunque sea reiterativo, bien vale insistir en que los adultos mayores no tienen un límite para su sexualidad activa.
Siempre que haya una motivación -que a esa edad es más selectiva- renacerá la ilusión, porque se apoya en un auténtico sentido del amor en la pareja.
Dr. J. Muchnik y Fga. C. Arjona
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