Es como hacer migas en la cama

Mucha gente se pregunta: ¿qué puedo hacer yo por la ecología? ¿puedo ayudar a salvar a un delfín? Las respuestas a estas preguntas no están ligadas a las grandes acciones sino a las pequeñas, que suelen ser las más importantes.

Cuando
llega el verano los humanos nos sentimos atraídos por el mar. Las multitudes se
congregan en las playas en busca de un contacto con las olas marinas que nos
produzcan placer y descanso.
Pero el paso humano deja su huella fatal en las playas de arena. Millones de
bolsas de nylon y plásticos de todo tipo son abandonados en la costa y el
viento o las mareas se encargan de arrastrarlos al mar.
 

Una
bolsa de nylon puede navegar varias decenas de años sin degradarse. Las
tortugas marinas las confunden con medusas y las comen ahogándose en el intento
por tragarlas.
Miles de delfines caen también en la confusión y mueren ahogados por la
envoltura de un emparedado.
Ellos no pueden reconocer los desperdicios humanos, simplemente se confunden,
después de todo, “lo que flota en el mar se come”.
 

La
tapa plástica de una botella, más dura que una bolsa, puede permanecer
inalterable navegando por los mares por más de un siglo. El Dr. James
Ludwing que se encontraba estudiando al albatros en la Isla de Midway, en el Pacífico,
muy lejos de los centros poblados, hizo un hallazgo espantoso.
Cuando comenzó a recoger el contenido del buche de sólo ocho pichones de
albatros muertos encontró: 42 tapas plásticas de botellas, 18
encendedores descartables, una motocicleta plástica de juguete y dos
puñados de restos flotantes que en su mayoría eran pequeños
pedacitos de plástico.
Estos pichones habían sido alimentados por sus padres que no pudieron reconocer
los desperdicios al momento de elegir su alimento.
 

El
próximo verano, cuando visites tu playa preferida, tal vez encuentres en la
arena basura que otra persona arrojó.
No es tu basura, pero es tu playa y debes hacer algo por ella.
Muchos padres juegan con sus hijos el juego de “A ver… ¿quién
consigue juntar la mayor cantidad de plásticos?”
en medio de una
inolvidable lección de ecología.
Otros, en silencio, toman un plástico abandonado y lo llevan con ellos a sus
casas, lejos del mar. Los verás pasar sonrientes, saben que han salvado a un
delfín.