La emigración es un
fenómeno que ha existido a lo largo de todos los tiempos, y es, de hecho, fácilmente
rastreable en un gran número de obras literarias o letras de canciones.
Pero
en los tiempos de la globalización, la misma se ha acentuado de una manera dramática,
y esto adquiere una mayor proporción en los países que están atravesando
grandes crisis económicas.
Efectivamente,
la inmigración de hoy en día tiene características especiales, en la cual
mucha gente intenta encontrar otros destinos que le permitan recuperar su
identidad y dignidad, luego de meses o años de buscar y no poder conseguir
trabajo, un bien que, en los tiempos del capitalismo, está directamente ligado
con el bienestar y la socialización.
Por
cierto, aunque casi la totalidad de la emigración está motivada por razones
económicas, de falta de futuro, o de poca seguridad, todos los especialistas
coinciden también en señalar que “siempre hay algo más”, cuestiones que
responden únicamente a la esfera
personal.
Según
señalan los expertos, uno de los aspectos más importantes a la hora de decidir
la inmigración, es ser consciente que sigue siendo una elección y nunca una
obligación, por lo que es bueno que, si se ha tomado la decisión, se intente
hacerlo con más optimismo por el futuro que enojo o rencor por el pasado.
Claro
que al hablar de optimismo, no se hace referencia a tener expectativas de
cualquier tipo, irreales, como si el destino elegido fuese el paraíso que
siempre estuvo esperando, sino simplemente a no dejarse llevar por el
resentimiento y la bronca que se pudo experimentar en el país de origen,
intentando de esta manera comenzar una nueva vida, que no obstante requerirá de
mucho esfuerzo y trabajo, el cual será mucho más sencillo de realizar si las
expectativas fueron, desde un principio, realistas.
En
este sentido, los expertos sugieren que pueden ser muy útiles los servicios de
terapias grupales de autoayuda que se prestan en muchas instituciones públicas
y privadas, los cuales pueden ser de mucha utilidad para comprender las
verdaderas razones que motivan al potencial emigrante a llevar adelante sus
acciones, reflexionando sobre si la opción de la emigración puede ser la
verdadera solución, o tal vez existan otras alternativas mejores, dentro del
propio país.
En
estas terapias, se trabaja en identificar el conflicto, es decir las
motivaciones. En algunos casos, muchos se darán cuenta que no tienen un real
deseo de irse, e incluso podrán ver oportunidades, en su propio país, que
antes no veían. Los otros, podrán entender mejor cómo llevar adelante su
emigración, una vez que confirmen sus deseos.
De
todas formas, con el objetivo de ir comenzado a evaluar las cuestiones de la
emigración, se podría empezar por preguntarse a si mismo cuales se creen que
serán las verdaderas pérdidas y ganancias de la emigración, para luego poner
ambas cuestiones sobre la balanza. De la misma forma, habrá que interrogarse
para saber qué le ofrece real y concretamente el país al que uno se dirige, y
para qué se está yendo.
Causa común
Con
todo, existen otros elementos comunes, al margen de los personales, presentes en
casi todos los casos, y que son buenos indicios como para ir señalando ciertos
puntos generales que sería importante tener en cuenta.
Como
la emigración ya casi no se trata de armar una completa mochila hippie para
irse a explorar el mundo, de juntar cuadernos y lápices para ir a estudiar a
otras aulas, ni tampoco de establecer contactos o falsificar pasaportes para
escapar de la muerte, es necesario tener en mente que muchas cosas han cambiado,
tanto en el propio país como en el exterior, y que estas cuestiones se deberán
conocer de antemano.
Es
por esto mismo que los especialistas afirman que la emigración debe ser
encarada de una forma muy diferente a la forma en que se lo hacía tiempo atrás.
Uno de los puntos fundamentales, señalan estos expertos, es que el actual mundo
no es un mundo que reciba a los inmigrantes con los brazos abiertos.
En
efecto, la escasez de trabajo, a la que se le debe sumar actualmente la amenaza
del terrorismo, provocó que muchos países del Primer Mundo hayan decidido
cerrar sus puertas a la inmigración masiva, siendo muy selectos además en el
tipo de persona que permitirán dejar ingresar.
Pero
además, debido a este auge por emigrar, son cada vez menos las personas que
realizan una correcta planificación, sea por razones económicas o de urgencia,
lo cual es otro punto que se deberá tener en cuenta para el caso personal.
Sucede
que, por falta de tiempo o dinero, pocas personas se toman el trabajo de ir
previamente a conocer el lugar donde irán a vivir, establecen allí un proyecto
laboral concreto, encontrar un sitio donde vivir, o forman relaciones o amigos.
Por
el contrario, muchos parten como rumbo a un abismo, es decir hacia lugares que
jamás han conocido, sin ningún tipo de documentación y sin saber si conseguirán
casa, trabajo, o contactos. Si bien en ambos casos, tanto las emigraciones
planificados como las apuradas, se experimentará el dolor y el desarraigo, los
primeros tendrán muchas más chances de sortearlos efectivamente.
Respecto
a la emigración en si, las cuatro fases que suelen experimentar las personas
que arriban a un nuevo país, son las siguientes:
- “Luna
de miel”. Puede durar hasta un año, y es el período en que el inmigrante
se sorprende de todo y de todos, y suele idealizar al nuevo país.
- “Fase
depresiva”. Cerca del año y medio, el inmigrante empieza a confrontarse
con la rutina y a extrañar las satisfacciones que tenía en su país de
origen. Este es el momento más crítico, en el que muchos deciden retornar.
- “Integración
y aclimatamiento”. La logran pocos, pero una vez hecha, se puede afirmar
que efectivamente se ha logrado adaptarse al nuevo país. Suele llegar a los
3 o 4 años, aunque otra veces demanda mucho más
- “Nueva
vida”. Existe como una especie de olvido de la vida pasada. Sin embargo,
la misma está muchas veces motivada por sepultar los reales deseos por
regresar, que tarde o temprano emergen.
Situaciones
habituales
Las siguientes, son
algunas de las situaciones más comunes que se experimentan en los actuales
casos de inmigración:
* Personas mayores que
planean regresar a sus países de origen, luego de haber llegado al actual como
inmigrantes. Suelen partir junto a sus hijos y nietos, que no obstante, pese a
estar acompañados, sufren mucho el desarraigo, y muchos no se adaptan.
* Padres separados que
no consiguen trabajo, con lo que, luego del viaje, comienzan a ver muy poco a
sus hijos.
* Jóvenes sin
trabajo. Sus padres suelen sentirse bien por el hecho de que puedan llegar a
tener un futuro, aunque les da culpa el hecho de que no hayan podido
proporcionarle, por medio de sostén económico o de educación, un bienestar en
su propio país.
* Parejas formadas
recientemente o hace tiempo, cuyos lazos se pueden disolver o, por el contrario,
profundizar.
*
Personas que creen que todo podrá ser salvado gracias al chat y otras
telecomunicaciones, pero luego descubren que ante la imposibilidad de contacto físico
con sus seres queridos no se sienten plenos.