Antipoema No 0
El
hombre,
ese
trozo de viento revestido de sueños,
tiene
miedo,
tiene
miedo de amar la oculta mirada
que
en cada ojo le interroga el alma,
tiene
miedo de apretar las tímidas manos
que
cuelgan del aire,
tiene
miedo de oír el quejido que yace
en
el fondo de todas las palabras,
que
rebota en su piel,
y
estremece la piedra,
tiene
miedo de abrazar la ternura,
y
el terror,
de
los cuerpos que lo cruzan,
que
lo esquivan,
que
lo chocan,
que
lo trepan,
que
lo aplastan.
Tiene
miedo de mirar.
Tiene
miedo de estrechar.
Tiene
miedo de sentir.
Tiene
miedo de amar.
El
hombre,
Ese
trozo de viento revestido de sueños,
Tiene
miedo,
Tiene
miedo de amar.
Yo
sé
(juro
que lo sé)
que
es cierto lo que digo.
Antipoema No 1
Un
niño ha muerto.
Lo
trajeron al hospital,
al
niño muerto.
Porque
se golpeó la cabeza,
el
niño muerto.
Un
mes estuvo internado,
el
niño muerto.
Hoy
ha muerto,
el
niño muerto.
Lo
llevaban a otro hospital,
al
niño muerto.
Para
operarlo,
al
niño muerto.
Pero
no llegaron al otro hospital,
con
el niño muerto.
Se
descompuso en el camino,
el
niño muerto.
Lo
trajeron de vuelta,
al
niño muerto.
Lo
bajaron de la ambulancia,
al
niño muerto.
Entre
sus gritos,
los
del niño muerto.
Entre
los gritos de su madre,
la
del niño muerto.
Una
enfermera pasó y dijo:
el
niño ha muerto.
Dos
ordenanzas lo acostaron,
al
niño muerto.
Sobre
una camilla,
al
niño muerto.
Y
lo taparon con una frazada,
al
niño muerto.
Para
que no tuviera frío,
el
niño muerto.
Yo,
estaba
sentado.
Pensé
en mis hijos,
en
mi vida,
en
mis padres,
en
esa vieja que pasó luego
y
no quería irse del hospital
mientras
decía algo difícil de entender.
Estoy
en un colectivo.
Voy
a mi casa.
Tengo
hambre.
Pero
más que todo esto,
más
que lo anterior,
algo
me preocupa,
algo
que debo resolver:
mi
mujer quiere que la lleve,
sin
falta,
a
comer lasagna rellena.
Esta
misma noche.
Antipoema No 2
Gabriel
me mira desde el fondo
de
sus ojos grises
y
me pregunta:
Papá,
si
no hubiera cielo,
que
habría?
Papá,
cómo
nacen las estrellas?
Papá,
quién
echa el agua en las nubes?
Gabriel
se acuesta a mi lado,
me
toca el brazo izquierdo
con
sus tímidos dedos,
y
me pregunta:
Papá,
porqué
crecen las uñas?
Papá,
cuando
uno sueña,
está
dormido,
o
está despierto?
Papá,
Porqué
el humo no se corta
cuando
paso la mano?
Gabriel
se para al lado de mi silla,
me
toca el cabello
con
sus dedos de espuma,
y
me pregunta:
Papá,
dónde
vive Dios?
Papá,
el
que se muere,
ya
no vive más?
Papá,
el
nene que está en la barriga,
cómo
hace para salir?
Gabriel
se acerca a mi escritorio,
me
mira desde el fondo
de
sus ojos grises
y
me pregunta:
Papá,
si
no hubiera cielo,
qué
habría?
Papá,
cómo
nacen…
Gabriel
no sabe
Que
yo también hice esas preguntas
Alguna
vez.
Gabriel
no sabe
Que
mi padre,
También,
Se
quedó mirándome,
Callado.
Simón
Kargieman (de Antipoemas 1962)