de los años es la genitalidad
C
A B AL G A N L O S S O
L D A D O S
En
los montes lejanos
se
oyen ruidos extraños,
son
los soldados
que
cabalgan sin cesar;
la
noche oscura y silenciosa
no
brinda seguridad
más
el cuartel aún lejos está.
¿Cuál
es el motivo
que
con tanto ahínco alienta
a
los soldados a continuar?
Durante
todo el día,
han
ido por aquí y por allá,
buscando
su presa,
sólo
para satisfacer
los
deseos del coronel.
Campesinos
temerosos
al
bandido han escondido,
aunque
siempre hay peligro
que
algún rencoroso
los
denuncie sin piedad.
El
fugitivo se prepara
para
cuando las sombras
de
la noche cubran el monte.
Huirá
en su brioso corcel,
llevándose
consigo
a
la doncella temblorosa
que
muy hermosa es.
Ya
todo es silencio,
todo
es oscuridad
y
en el medio del monte,
dos
sombras presurosas
buscan
la libertad.
Ladra
algún perro,
se
mueven las hojas
al
compás del viento,
ruido
de caballos
cada
vez más lejanos
se
parecen escuchar.
Todo
es silencio,
todo
es tranquilidad,
duermen
ya en la noche
campesinos
y soldados,
pues
al otro día,
al
trabajo otra vez volverán.
BRISA
DE OTOÑO
Suave
brisa de otoño, silban las hojas
Frágiles
su llanto, verde sinfonía de
aromas
en flor.
Corren
los pájaros en el verde pasto, trinan
melodías al compás del viento, cuentan historias de puro lamento.
Apacible
tarde de otoño,
un
silencio total invade el entorno, mientras los últimos rayos de sol, iluminan
los campos sin dueño.
Frágiles
sombras, invaden la estepa, corre presurosa la amante sigilosa hacia la cita imperiosa;
con
fuerza sin igual su figura levanta nubes de polvo y tierra por igual, mientras
un sudor frío riega su cuerpo, gime
anhelante por su novio galante.
Llega
jadeante al encuentro pactado, la noche es hermosa,
el
viento acaricia su cara rosagante; a lo lejos una sombra impaciente
nerviosa ha de estar,
Más
el encuentro pronto se ha de dar.
C
A F E T I N D E B
A R R I O
Escribe
el poeta en una mesa
del
viejo café sus poemas,
mientras
sorbe lentamente
el
líquido ennegrecido.
Cafetín
de barrio
con
sus recuerdos extraídos,
vaya
a saber cuántos de cuántos
años
transcurridos.
Viejos,
jóvenes, conocidos
y
extraños sentaron sus reales
en
sus sillas de antaño.
Olores
mezclados de licores,
vinillos
y amores
luchan
por no desaparecer,
mientras
lentamente
transcurre
el atardecer.
Inmigrantes
venidos
de lejanos
lugares,
se
confunden con paisanos
de
tez morena y pantalones caídos.
Cafetines
de las grandes ciudades
y
de pueblos escondidos,
guardan
en su historia
vaya
a saber cuántos poetas perdidos.