Cabalgan los soldados, Brisa de otoño y Cafetín de barrio

Tres poesías para alegrar el alma.

El aspecto de la sexualidad que sí puede verse condicionada con el paso<br /> de los años es la genitalidad

Qué ropa deben usar las personas bajas

 

 

C
A B AL G A N L O S S O
L D A D O S

En
los montes lejanos

se
oyen ruidos extraños,

son
los soldados

que
cabalgan sin cesar;

la
noche oscura y silenciosa

no
brinda seguridad

más
el cuartel aún lejos está.

¿Cuál
es el motivo

que
con tanto ahínco alienta

a
los soldados a continuar?

Durante
todo el día,

han
ido por aquí y por allá,

buscando
su presa,

sólo
para satisfacer

los
deseos del coronel.

Campesinos
temerosos

al
bandido han escondido,

aunque
siempre hay peligro

que
algún rencoroso

los
denuncie sin piedad.

El
fugitivo se prepara

para
cuando las sombras

de
la noche cubran el monte.

Huirá
en su brioso corcel,

llevándose
consigo

a
la doncella temblorosa

que
muy hermosa es.

Ya
todo es silencio,

todo
es oscuridad

y
en el medio del monte,

dos
sombras presurosas

buscan
la libertad.

Ladra
algún perro,

se
mueven las hojas

al
compás del viento,

ruido
de caballos

cada
vez más lejanos

se
parecen escuchar.

Todo
es silencio,

todo
es tranquilidad,

duermen
ya en la noche

campesinos
y soldados,

pues
al otro día,

al
trabajo otra vez volverán.

BRISA
DE OTOÑO

Suave
brisa de otoño, silban las hojas

Frágiles
su llanto, verde sinfonía de

aromas
en flor.

Corren
los pájaros en el verde pasto, trinan
melodías al compás del viento, cuentan historias de puro lamento.

Apacible
tarde de otoño,

un
silencio total invade el entorno, mientras los últimos rayos de sol, iluminan
los campos sin dueño.

Frágiles
sombras, invaden la estepa, corre presurosa la amante sigilosa hacia la cita imperiosa;

con
fuerza sin igual su figura levanta nubes de polvo y tierra por igual, mientras
un sudor frío riega su cuerpo, gime
anhelante por su novio galante.

Llega
jadeante al encuentro pactado, la noche es hermosa,

el
viento acaricia su cara rosagante; a lo lejos una sombra impaciente
nerviosa ha de estar,

Más
el encuentro pronto se ha de dar.

C
A F E T I N D E B
A R R I O

Escribe
el poeta en una mesa

del
viejo café sus poemas,

mientras
sorbe lentamente

el
líquido ennegrecido.

Cafetín
de barrio

con
sus recuerdos extraídos,

vaya
a saber cuántos de cuántos

años
transcurridos.

Viejos,
jóvenes, conocidos

y
extraños sentaron sus reales

en
sus sillas de antaño.

Olores
mezclados de licores,

vinillos
y amores

luchan
por no desaparecer,

mientras
lentamente

transcurre
el atardecer.

Inmigrantes

venidos
de lejanos

lugares,

se
confunden con paisanos

de
tez morena y pantalones caídos.

Cafetines
de las grandes ciudades

y
de pueblos escondidos,

guardan
en su historia

vaya
a saber cuántos poetas perdidos.